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Alberto, Cristina y la hora de la verdad

El patrón repetido con las nominaciones de Boudou, Scioli y Fernández acaso descubra una estrategia de supervivencia política antes que un fracaso de conducción.

Nico
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02 septiembre de 2021

Por Nicolás Solari Politólogo y Director de Real Time Data

Mucho se habla en estos días de la tensa relación que existe entre el presidente y su vice. El binomio que en 2019 hizo estallar las urnas de votos, no encontró en estos dos años la química necesaria para transformar la exitosa coalición electoral en un proyecto político de largo aliento.

Una parte de la culpa le cabe a Cristina Kirchner, quien en más de una ocasión obró en detrimento de la autoridad presidencial. Cierto es que pedirle a la expresidenta que no lidere a quienes con insistencia buscan su referencia es tal vez demasiado. Cristina simplemente no puede desentenderse de la alianza que ella misma pergeñó. Es responsabilidad privativa del próximo líder del peronismo disolver el poder de la actual jefa en una epopeya nueva, con otras banderas, promesas y actores.

En la víspera de la elección de medio término, Cristina Kirchner parecería tener todo el derecho del mundo a sentirse decepcionada con Alberto Fernández. La deficiente gestión en áreas clave de gobierno, la falta de músculo político, el escándalo del vacunatorio VIP, la hipocresía revelada por el cumpleaños de Fabiola Yáñez y las muchas veces desatinadas afirmaciones presidenciales exaltando a Hugo Moyano o el formidable debate protagonizado por la docente de Ciudad Evita, generan un cóctel explosivo que pone en riesgo la propia viabilidad electoral del Frente de Todos.

Una mirada retrospectiva puede, sin embargo, descubrir otros matices en la compleja relación de la vice y sus ungidos. Desde que Cristina heredó en 2010 la jefatura del kirchnerismo, sus principales designaciones para alimentar un proyecto que desborde su conducción personal han sido siempre fallidos. Amado Boudou fracasó cuando ejercía la vicepresidencia y se insinuaba como uno de los favoritos para sucederla en la primera magistratura; Daniel Scioli defraudó cuando no pudo vencer a Mauricio Macri en la elección de 2015; Fernández falla ahora cuando se muestra incapaz de asegurar la refrenda de su gobierno en la elección de medio término.

El patrón repetido con las nominaciones de Boudou, Scioli y Fernández acaso descubra una estrategia de supervivencia política antes que un fracaso de conducción. Mientras el peronismo no encuentre una figura capaz de ofrecer un horizonte político de mediano plazo, Cristina seguirá erigiéndose como dueña absoluta de los votos kirchneristas: ese 20% de la sociedad sin el cual la renovación del espacio se queda corta de cualquier proyecto presidencial. En el ínterin, Cristina manda.

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