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Los arriesgados de fiesta y los conservadores de salida

Hay alguna expectativa de que las cosas pueden cambiar y en general las acciones y los bonos recuperan terreno, con el dólar firme y amenazante. Habrá 10 ruedas intensas hasta las PASO

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Luis Varela 30 agosto de 2021

Por Luis Varela

Las bolsas están de parabienes. A lo largo de la semana pasada, los índices bursátiles del mundo acumularon subas del 0,3% al 2,8%, con muchos indicadores en zonas de máximos históricos, surfeando con euforia la espuma de la burbuja. Y dentro de todo ese espectro, la Bolsa porteña tuvo un momento fulgurante, el mejor de todos, con un salto semanal de casi 8%, con algunos papeles que acumulan en agosto un salto del 25% al 43%.

¿Qué está pasando? ¿Por qué están desarrollando los precios de las acciones semejante expansión? ¿Y por qué hay tanta diferencia entre lo que sucede en las Bolsas del mundo y lo que acaba de ocurrir en la Bolsa de Buenos Aires? Para intentar encontrar una respuesta convincente se debe, irremediablemente, analizar los dos fenómenos por separado, ya que obedecen a circunstancias bastante diferentes.

Lo primero que debe recordarse es que el mundo está tratando de salir de la pandemia más destructiva del último tiempo. Y algo se está logrando, aunque todavía con un gran desafío. El pico de muertes mundiales que tuvo el Covid ocurrió en abril pasado, con unos 110.000 fallecidos por semana. Luego llegó la ola de vacunas, que aplacó el daño, hasta reducirlo a unos 65.000 decesos por semana en mayo. Pero desde allí se expansión la cepa Delta, que es más virulenta, tanto que los muertos del mundo volvieron a crecer: 70.000 personas en la tercera semana de agosto y 72.000 a lo largo de la semana pasada.

Los contagios y las muertes están creciendo ahora incluso en los países más vacunados. El aumento mundial de muertes que hubo la semana pasada fue del 1,6%, mientras en un país como Estados Unidos, que últimamente venía con una expansión semanal de decesos inferior al 1%, tuvo la semana pasada un incremento del 1,4% y ya acumula la tremenda cantidad de 636.491 muertos en lo que va de la pandemia.

Por razones que no se entienden demasiado, Sudamérica no está sufriendo aún el embate de la cepa Delta. De hecho, la semana pasada el aumento de muertes en nuestra región fue bastante menor: en Argentina fue del 1,1%, en Paraguay del 0,9%, en Brasil del 0,8%, en Chile del 0,7% y en Uruguay de apenas el 0,2%. Este menor impacto del virus está ligado, evidentemente, a una vacunación que se está acelerando.

Pero muchos países altamente vacunados del Hemisferio Norte están encendiendo las luces amarillas de nuevo y para protegerse están en algunos casos están iniciando una tercera vacunación, con la Organización Mundial de la Salud poniendo el grito en el cielo, porque advierte que debe privilegiarse la vacunación global, ya que de lo contrario irán surgiendo más cepas y este problema se irá alargando en el tiempo.

La marcha de la economía

Por supuesto que el nuevo crecimiento de muertes está volvieron a afectar los niveles de actividad económica.

Con esa problemática en la mira, se desarrolló de manera virtual la reunión anual de banqueros mundiales de Jackson Hole, con la intención de analizar la política monetaria global.

Esencialmente, de las palabras que emitió al finalizar el encuentro Jerome Powell, titular de la Fed, indicó que la absorción de la gigantesca liquidez (súper emisión de dinero en efectivo) que se hizo en el último año y medio se hará más lento que lo esperado.

Hasta el miércoles pasado, de los US$ 120.000 millones en bonos que compraba la Fed en Wall Street por mes (66% en bonos del Tesoro y 33% en papeles hipotecarios), se pensaba que el achicamiento de compras (tapering) se iniciaría en noviembre y que la suba de tasas de interés cortas llegaría recién a mediados de 2022. Pero la expectativa más ajustada sigue pensando que el recorte efectivamente se iniciará en noviembre, con un achique de unos US$ 10.000 millones en papeles hipotecarios, pero que luego se irá muy lento, y que la tasa de tasas quizás se retrase hacia fines del año entrante.

La baja del dólar

O sea, por el momento, Estados Unidos seguirá a pura liquidez, con dinero para todos, lo cual alejó del dólar a los inversores globales, tanto que en el balance de la semana pasada el dólar subió únicamente contra el yen (0,1%), pero luego bajó 0,5% contra el yuan y el peso chileno, achicó 0,6% contra el franco suizo, declinó 0,8% contra el euro, descendió 1,1% contra la libra y directamente se desplomó 3,4% contra el real en Brasil.

Esta baja del dólar, que había subido en las semanas anteriores, alteró por completo la tendencia de los commodities y otros valores. Sin dudas, las más beneficiadas son las criptomonedas, que directamente resucitaron, con miles de inversores huyendo de los Fiscos y del dinero en efectivo, tanto que en lo que va del mes el bitcoin (por tomar a la moneda más conocida de ese panel) acumula un notable rebote del 22%, con manos grandes metiéndose de nuevo en el lugar de donde habían huido cuando los contagios y las muertes por Covid bajaban fuerte.

Debajo de las criptos, hay grandes distorsiones con muchos precios que van y vienen. El sector probablemente más dislocado es el de los granos, con precios a la baja en Chicago pero con subas notables en Rosario, muy ligadas a la sequía del Paraná. En agosto por ejemplo el trigo Rosario sube 13,2%, el girasol Rosario aumenta 7,1%, la soja Rosario sube 3% y el maíz Rosario mejora 2,1%, mientras que la soja Chicago caen en el mes 4%, con una dirección completamente distinta.

También hay una reacción completamente disociada en los metales. En agosto el aluminio sube 2,2% y el oro mejora 0,2%, pero el níquel baja 2,1%, el cobre pierde 3,1% y la onza de plata es la más afectada de todos con una caída del 5,5%.

Pero si todas esas variaciones marean, lo que está ocurriendo con el petróleo es directamente desquiciante. Se sabe, el crudo enfrenta un momento histórico muy particular. En los próximos cinco a diez años la industria automotriz mundial reconvertirá sus motores de naftas y gasoil a impulsores eléctricos o a hidrógeno. Por eso, con la baja de las muertes y la vuelta a la normalidad, el barril había subido de US$ 45 a US$ 75 , al rebotar las muertes bajó a US$ 62, pero en la última semana trepó a US$ 69, que igual lo deja con un agosto durísimo, con una caída del 7%.

Con semejante bamboleo en las materias primas y con la Fed anunciando que el reparto de billetes seguirá, las bolsas del mundo siguieron de festejo: huyen del dinero en efectivo, los bonos pagan renta negativa y el único lugar que queda donde flotar es colocándose en papeles privados. Por eso la semana pasada el tecnológico Nasdaq subió nada menos que 2,8%, Santiago de Chile mejoró 2,6%, Tokio 2,3%, San Pablo 2,2%, México 2%, el industrial Dow Jones de New York creció 1% y Frankfurt quedó a la cola con una suba del 0,3%.

El mercado local

Por supuesto acá el ritmo siempre es otro. Acaba de verse una fuerte reducción en muertes por Covid. Considerando las muertes diarias promedio de cada mes, en abril hubo 250 decesos, en mayo 455, en junio 539 (el peor mes), en julio 375 y en agosto, 200. Eso permite una apertura de actividades y una expectativa de recuperación económica.

Además, se sabe, el país está sumergido en las últimas dos semanas anteriores a las PASO, con el Gobierno repartiendo dinero a diestra y siniestra para tener la mejor elección posible.

Por cierto, también en pura campaña, se reparten desde el oficialismo todo tipo de rumores sobre un posible pronto acuerdo con el FMI, tal como se repite desde hace meses, y como luego no llega afirman "no estamos apurados, lo importante es que lo hagamos bien". La cuestión es que en el medio de todos esos cabildeos, los inversores siguen desconfiando y la huida del peso continúa, sin cesar, y con un Estado que se endeuda a un ritmo cada vez más preocupante.

A pesar del supercepo recargado organizado unilateralmente por el BCRA hace diez días, mientras el dólar bajó en todo el mundo, en Argentina siguió subiendo. En las cinco ruedas de la semana pasada el dólar MEP y el contado con liquidación subieron 0,4% y el blue se mantuvo quieto, porque fue una semana con grandes vencimientos impositivos (ganancias y bienes personales) y muchos inversores debieron vender billetes verdes para conseguir pesos y cumplir con la AFIP.

Pero, a pesar de las barreras y persianas contra todo, luego de recibir los US$ 4.335 millones en DEG del FMI, el Banco Central terminó perdiendo la semana pasada nada menos que US$ 185 millones en reservas, parte fue para que los importadores compren insumos y no paren la fabricación en las semanas preelectorales, pero parte fue para frenar a los dólares, que las cotizaciones no se escapen.

Ahora bien, tal como pasa en cada ciclo preelectoral, hubo una pequeña apuesta de algunos inversores especulativos que esperan que de acá a noviembre los precios de las acciones y los bonos mejoren.

Gracias a ese pulso pre-electoral, y en base al supercepo del BCRA, se achicó el único gran vendedor de titulos públicos (el Estado) y los bonos argentinos pudieron subir la semana pasada 1,1%, provocando el menor riesgo país de las últimas once semanas: 1.530 puntos básicos, luego de haber estado a 1.618 en el peor momento post canje.

Pero lo mejor de todo pasó en la Bolsa, el índice S&P Merval saltó 7,9%, hasta un récord histórico en pesos, aunque está muy lejos de su máximo en dólares. Y en agosto hay papeles que recuperan precio de manera escandalosa: impulsada por la obra pública, Polledo sube 43%, con el particular cambio de manos Edenor gana 39%, TGN sube lo mismo, en tanto que bancos como Francés, Galicia y Macro pegan un salto del 27%.

Y si alguien tiene alguna duda acerca de la huida del peso, basta ver el resultado que tuvo Guzmán en la licitación del viernes. Esperaba conseguir $110.000 millones. Y le prestaron $71.374 , el 64% de lo que necesitaba para cubrir vencimientos inminentes. Lo que no consiguió se lo tendrá que pedir al BCRA, a la maquinita que no para de emitir. Y del 100% que le prestaron el viernes, 32% fue tomado en Letras ajustadas por CER a febrero, 28% en Letras a tasa a 30 de noviembre y 23% en Letras a tasa al 31 de diciembre.

Y por supuesto, los rumores que hay debajo de esa situación fiscal tan tirante plantean posibles cambios de gabinete inminentes después de las urnas.

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