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La finalización de las concesiones hidroeléctricas: una necesidad para la transición energética

La producción energética de la Argentina es mayormente de petróleo y el gas natural que contribuyen al calentamiento global. La generación hidroeléctrica es la principal fuente de producción eléctrica no contaminante en el país, pero cada vez se reduce más.

Central_Hidroelectrica
Central_Hidroelectrica
13 agosto de 2021

Por Jorge Lapeña (*)

El 2021 es un año particularmente importante para el mundo de la energía. De alguna manera puede ser considerado un año bisagra en el objetivo compartido de mantener el cambio climático en un entorno controlado de 1,5° por sobre los niveles de temperatura de la era preindustrial.

Es el año en que Estados Unidos, a partir de la asunción del presidente Joe Biden, ha definido en forma clara su compromiso con la comunidad internacional en la lucha mundial contra el cambio climático. Con ello se eliminó la incertidumbre que generó sobre ese tema la gestión de su antecesor Donald Trump desde 2016, que puso en duda los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero asumidos en 2015 por la comunidad internacional.

El cambio de actitud de la Casa Blanca tiene un efecto importantísimo ya que se trata del mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero (GEI): actualmente -junto a China- son los responsables de más de un tercio de las emisiones mundiales.

El 22 de abril de este año tuvo lugar la cumbre climática virtual convocada por EE.UU en la cual participaron cuarenta países, incluidos China, Japón, los países de la Unión Europea y Argentina que, en conjunto, representan 80% de las emisiones planetarias. En esa cumbre los países ratificaron compromisos para alcanzar un nivel de emisiones neutras entre 2050 y 2060, y ello presupone una comunidad internacional alineada en un objetivo común y estratégico.

Dos hechos científicos y técnicos recientes importantes se conjugan positivamente en este contexto para dar sustento a esta movida planetaria.

El primero de ellos es la publicación por la Agencia Internacional de Energía (AIE) del documento “Cero emisiones netas en 2050” publicado el 18 de mayo pasado, en el cual dimensiona los cambios a implementar en la producción y consumo de energía para alcanzar ese objetivo.

El segundo es la publicación el 9 de agosto del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Este último advierte sobre los escenarios catastróficos del “no hacer” y al mismo tiempo nos dice que ya hemos alcanzado la elevación de la temperatura planetaria de 1,1°C que se encuentra próxima al objetivo deseable de no superar los 1,5°.

Los pilares de la transición energética

A nivel mundial, la transición energética estará basada en tres pilares fundamentales: 1) un espectacular aumento de la eficiencia energética; 2) la reducción drástica del consumo de hidrocarburos en el transporte en general y 3) la electrificación masiva de la energía.

Esto implica un futuro mediato en que la movilidad será más eléctrica -FF.CC. y autos- y menos camiones con motor diésel y autos con motor Otto. Por otro lado, implica un sector eléctrico que, a diferencia del actual, debe reducir a un mínimo la utilización de hidrocarburos

La transición en Argentina

Nuestro “balance energético” exhibe una marcada preeminencia del petróleo y el gas natural, que alcanza 85% de la energía primaria, que a su vez generan los gases de efecto invernadero que son los responsables de nuestra contribución al calentamiento global.

Por otra parte, en la generación de electricidad, 65% de la misma se realiza mediante centrales térmicas que utilizan gas y petróleo. Solo el 35% restante se divide entre las centrales hidráulicas (18%); energías eólica, solar y biomasa, con 11% y energía nuclear 6%, que no emiten GEI.

Para Argentina es absolutamente clave modificar su parque de generación eléctrica. Esto último depende de decisiones del Estado, y básicamente implica un mayor uso de la energía renovable y la energía nuclear. Tema que deberá definir el plan energético que el país aún no ha elaborado.

Nuevo enfoque para la hidroelectricidad

La generación hidroeléctrica, que es la principal fuente de producción eléctrica no contaminante, ha retrocedido en participación en los últimos treinta años desde el 45% del total en 1995 a un magro 18% en la actualidad. El cambio de paradigma energético requiere un cambio de la política y un relanzamiento de la misma.

Para el cambio de la política se presenta una oportunidad a partir del 2023, año en que finalizan las concesiones de las centrales hidroeléctricas de propiedad del Estado, que fueron dadas en concesión a partir de 1993.

Las centrales concesionadas constituyen un conjunto numeroso que está integrado por las centrales que eran de propiedad de las empresas Agua y Energía Eléctrica e Hidronor SA. De este conjunto, por su magnitud, es necesario enfocarse con prioridad en las grandes centrales ubicadas en el Comahue, que totalizan unos 4.500 MW: el Chocón; Planicie Banderita; Alicurá y Piedra del Aguila. Esas centrales deben ser revertidas a la finalización del plazo al Estado -su constructor y propietario-, según lo establecen los contratos firmados en 1993 y sin costo alguno.

Es necesario asumir que el proceso de devolución de las concesiones es complejo y, por lo tanto, se trata de implementar una política pública con tiempo y sin improvisaciones que abordará aspectos políticos; jurídicos; económicos y técnicos, cuyo desarrollo detallado deberá ser realizado en forma excluyente por el Estado, que será quién deberá recibir las instalaciones a la finalización del plazo contractual de cada contrato.

Dos temas muy importantes a resolver son 1) las formas de operar con eficacia las centrales a partir de su reversión al Estado y 2) la ejecución inversiones mayores que va a ser necesario realizar para extender la vida útil de las centrales teniendo en cuenta que algunas de ellas ya han cumplido la vida útil, como es el caso de las centrales de Chocón y Planicie Banderita y otras lo cumplirán en la próxima década.

La envergadura de los temas mencionados en el párrafo anterior va a requerir la implementación de una estructura administrativa ad hoc, altamente capacitada, que centralice las decisiones relativas a las formas de operar y mantener las centrales mediante contratos de servicios de operación, y además pueda realizar los proyectos de extensión de vida útil; y nuevos estudios y proyectos tarea que en el pasado realizó la empresa Hidronor con extraordinaria eficacia y eficiencia.

(*) ExSecretario de Energía y Presidente del IAE Gral. Mosconi

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