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Desempleo juvenil: un problema mundial y los números de Argentina

En el rango de entre 14 y 29 años, la desocupación asciende para las mujeres el 24,9%, por encima del 23,9% de igual período del 2020, mientras que en varones alcanzó 17%, por debajo del mismo trimestre del año pasado (18,5%)

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Agustín Maza 09 agosto de 2021

Por Agustín Maza

Las últimas semanas se dieron dos anuncios que reflejaron una problemática estructural en nuestro país, pero también en el mundo: el desempleo juvenil. El primero tuvo que ver con el programa Te Sumo que anunció el Gobierno para generar 50.000 puestos de trabajo para ese rango etario en pymes. El segundo vino del ámbito privado, cuando se conoció que Toyota no consiguió 200 jóvenes con título secundario para su icónica planta de Zárate en Buenos Aires.

La pandemia representó un golpe muy duro a la economía a nivel mundial. Por su parte, Argentina sufrió una caída del 9,9% del PIB durante 2020, la peor desde 2002. El mayor impacto tuvo lugar en el segundo trimestre del año pasado, coincidiendo con la adopción de las medidas más restrictivas a la circulación y la producción en el marco del aislamiento preventivo y obligatorio. En ese trimestre, el PIB sufrió una reducción de 15,8% y la desocupación, a nivel general, alcanzó al 13,1% de la población en ese período. Actualmente el desempleo alcanza al 10,2% de la población.

Cuadro de situación

En ese contexto, el desempleo juvenil es uno de los principales desafíos estructurales del país. Esta dinámica se agravó a partir de la crisis económica de 2018-2019 y se profundizó durante la pandemia. Las personas menores de 30 años explican alrededor de la mitad de la población desocupada de Argentina, es decir, casi un millón de personas. En esta franja etaria, la tasa de desocupación es mayor que en cualquier otra. Desde 2016, el desempleo juvenil superó cómodamente el 15% en todos los años y es todavía mayor en las mujeres.

De acuerdo con los últimos datos del Indec, en el primer trimestre de este año la desocupación se ubicó en 12,3% para las mujeres, mientras que para los varones fue de 8,5%. En el rango de entre 14 y 29 años, la desocupación asciende para las mujeres el 24,9%, por encima del 23,9% de igual período del 2020, mientras que en varones alcanza el 17%, por debajo del mismo trimestre del año pasado (18,5%).

Esta dinámica se explica, en primer lugar, porque los sectores que traicionan la recuperación están vinculados a la industria y la construcción, ramas que presentan un alto porcentaje de masculinización en sus puestos de trabajo. En el otro extremo, se ubican los rubros más vinculados a los servicios, como la gastronomía, que se encuentran rezagados debido a los bajos niveles de circulación y las restricciones vigentes. Estos últimos emplean en general más cantidad de jóvenes y, en particular, mujeres.

En todo el mundo las actividades más perjudicadas fueron las vinculadas a servicios personales, que en general emplean más jóvenes y por eso hubo un impacto significativo. Como todo, en Argentina este proceso pegó más fuerte”, afirmó el director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), Jorge Colina, ante El Economista. “Otro rubro perjudicado fue el de trabajo doméstico o cuidado de personas, que se está recuperando más lento que otras actividades”, agregó.

El más alto de la región

Un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) aseguró que Argentina es el país con mayor desempleo juvenil de Latinoamérica. “En nuestro país, casi dos de diez jóvenes están desempleados, mientras que incide sobre el 7,4% de la población en general. Es decir: la tasa de desempleo en los jóvenes más que duplica a la de la población adulta en general y viene ampliándose desde 2004”, consignaron.

Por otra parte, el trabajo destacó que el desempleo afecta más a los jóvenes que más necesitan trabajar: los provenientes de hogares de menores ingresos. Mientras el 26% de los jóvenes del quintil más bajo de ingreso está desempleado, solo el 9% de los jóvenes del quintil más alto está en esa situación. A eso se le suma que las mujeres jóvenes son las más perjudicadas.

“El efecto desaliento también hizo que muchos jóvenes dejara de buscar trabajo durante este último tiempo, ante un mercado laboral al que se les hace muy difícil acceder, este es un problema en el mundo”, dijo el director del Programa de Protección Social de Cippec, Rafael Rofman, ante El Economista.

Informalidad

Otro punto importante que permite entender el alto nivel de desempleo de este rango etario tiene que ver con el alto nivel de informalidad al que los jóvenes están expuestos. El trabajo de Cippec además resaltó que seis de cada diez jóvenes que trabajan lo hacen de forma precaria, es decir, en la informalidad. No obstante, a menudo ganan el salario mínimo o menos, trabajan por jornadas extendidas, en situaciones insalubres y sin protección social (sin vacaciones pagas, licencias por estudio, por maternidad o paternidad en caso de tener un hijo, ni aportes jubilatorios).

“Esto tiene consecuencias graves para el futuro de los jóvenes. La informalidad del primer empleo es un predictor importante de trayectorias de exclusión: impacta negativamente sobre los ingresos futuros, sobre la probabilidad de tener un trabajo decente y de acceder a la jubilación”, concluyó el informe.

Esos datos explican también por qué la pandemia afectó más a este segmento. Según un estudio del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra), el empleo asalariado no registrado, estructuralmente más vulnerable, sufrió especialmente en el marco de esta pandemia. En concreto, la cantidad de trabajadores informales se desplomó 44,7% en el segundo trimestre de 2020 y en la actualidad continúa siendo la categoría más afectada, con 11,9% menos de ocupados que antes de la pandemia.

Terminar la secundaria

La dificultad que manifestó Toyota para incorporar 200 jóvenes con secundario completo a su planta de Zárate puso el foco en otra cuestión que dificulta la empleabilidad de este rango etario. Idesa planteó que no se trata de un caso aislado, sino que es un problema que enfrenta la mayoría de las empresas modernas en nuestro país.

En un trabajo reciente, Idesa aseguró que la mitad de los jóvenes pobres no termina la secundaria. Según datos relevados del Ministerio de Educación, sólo el 69% de los jóvenes de hasta 24 años terminó la secundaria. En tanto, entre los jóvenes de más altos ingresos el 88% finalizó sus estudios secundarios, mientras que entre los de bajos ingresos (la mayoría pobres) sólo el 52% pudo completarlos.

Esta información se refiere al 2019, es decir, antes de la pandemia. “Cabe esperar una profundización de la degradación debido a la prolongada alteración de los procesos educativos desencadenados a comienzos del 2020”, agregó Idesa.

“En todos los países, salvo algunas excepciones, es difícil la transición de los jóvenes desde la secundaria al mercado laboral”, explicó Jorge Colina. “En Argentina es todavía más grave este problema porque la educación sólo está pensada para acceder a una carrera universitaria e incluso a veces falla en eso también”, añadió.

Por otro lado, Colina consideró que hay que generar herramientas para integrar la secundaria con la inserción laboral, teniendo en cuenta los casos en los que los chicos no quieran seguir un estudio superior pero sí trabajar. “Debería haber programas de pasantías o prácticas laborales bien organizadas para que esos chicos aprendan un trabajo en particular”, finalizó.

Por su parte, Rofman “coincidió” en que hay un serio problema de integración de la educación secundaria con el mercado laboral. “Además, un joven que comienza mal su ingreso al mundo del trabajo, es probable que después de los treinta siga en esa situación de vulnerabilidad”, remarcó.

Para el economista, hay que trabajar en tres ejes fundamentales: el crecimiento económico, la transición de la secundaria al primer empleo y la contención de los que ya terminaron hace algún tiempo. “Sin crecimiento económico no habrá una generación de empleo sostenible, hay que sumarle contenidos educativos que sean pertinentes para integrarse al mundo del trabajo, así como prácticas laborales. Por último, habría que capacitar a quienes ya terminaron hace algún tiempo la secundaria y reinsertar a los que por algún motivo no pudieron terminarla”, concluyó Rofman.

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