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Coaliciones electorales: incentivos colectivos, selectivos y arribistas

Cuando no se logra la distribución de poder al interior de una coalición, o en la interacción oficialismo-oposición, la república lo padece

elecciones-2021
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14 agosto de 2021

Por Sandra Choroszczcucha (*)

Angelo Panebianco, en su obra “Modelos de partido”, en referencia a los integrantes de los partidos políticos (podríamos extenderlo para nuestro país a las coaliciones partidarias) afirma “mi tipología de los incentivos organizativos, comprenderá, un tipo de incentivo colectivo (identidad) y dos tipos de incentivos selectivos (material y de status)”. Y a continuación explica como todo partido debe distribuir incentivos de cada uno de los tres tipos señalados. Por otra parte, señala el autor: “Los arribistas son militantes interesados (predominantemente) en los incentivos selectivos (?) Los arribistas constituyen a menudo la base humana de las escisiones y representan en cualquier caso un área de turbulencia”.

Agosto de 2021: en escasas semanas, el 12 de septiembre, se celebrarán las PASO por las elecciones de medio término, donde precandidatos de los diferentes partidos y coaliciones se presentarán en diferentes listas, y el 14 de noviembre se celebrarán las elecciones generales donde se conocerá finalmente quienes serán nuestros legisladores nacionales.

Se escucha con frecuencia, incluso entre los mismos dirigentes políticos, que a la campaña electoral de medio término le falta altura política. Abundan las peleas, las chicanas a dirigentes propios y ajenos, el oportunismo, los insultos, las tácticas, los slogans y no asoman los debates y propuestas.

Al interior de la coalición oficialista, al margen de disidencias históricas y coyunturales, el pragmatismo parece prevalecer nuevamente entre sus dirigentes, de tal manera, de cara a las próximas elecciones legislativas, la cohesión se mantiene entre las diversas mutaciones peronistas.

Hace apenas días, en una entrevista televisiva, Emilio Monzó, que integra la coalición opositora bajo la nueva nomenclatura (Juntos) y forma parte de la lista de Facundo Manes como diputado nacional en la provincia de Buenos Aires (PBA), se refirió a la cohesión coyuntural del oficialista Frente de Todos (FdT), aduciendo que ésta se debe a las capacidades tácticas del gobierno que se encuentra en campaña electoral de manera constante, y hoy muy oportunamente.

Monzó expresó, en referencia al opositor FdT, que “por primera vez ese movimiento táctico coincide con un esquema electoral (?) lo táctico es lo recomendable en una campaña, pero la estrategia es aquello que debería estar presente mientras se gobierna, y el FdT no tendría estrategia en absoluto, tiene todos los días una práctica distinta”.

Al mismo tiempo, cada vez con mayor notoriedad, se revela una crisis sanitaria y socio-económica muy significativa, y el Gobierno en funciones es consciente de que debe mostrarse cohesionado, para no perder poder en la Cámara Alta (donde cuenta con la mayoría absoluta) e intentar conquistar más bancas en la Cámara Baja para sumar más diputados (donde representa a la primera minoría).

Las disputas internas entre el albertismo/ massismo/kirchnerismo datan de tiempos remotos, y sobra archivo donde se puede constatar que esta fusión electoral devenida en gubernamental, solo puede sostenerse si se olvida el pasado más cercano y se enfoca en el presente más oportuno.

Por su parte, la coalición opositora comenzó su campaña demostrando un enfrentamiento interno que dio que hablar, fundamentalmente en la PBA. El radicalismo tomó una musculatura que no tuvo durante el Gobierno de Cambiemos, que fue monopolizado por el Pro de Mauricio Macri. La coalición se había conformado desde sus inicios reuniendo tres fuerzas (Pro, UCR y Coalición Cívica), y desde el comienzo de la gestión cambiemista, la líder de la CC, Elisa Carrió, aclaró que a su fuerza no le interesaban los cargos y que Macri debía transformarse en el nuevo y único líder.

El otro socio de la coalición Cambiemos (desde 2019 rebautizada como Juntos por el Cambio), la UCR, no mostró grandes resistencias frente al lugar periférico que ocupó una vez que la coalición electoral se transformó en coalición de gobierno en 2015.

Sin embargo, asomaban dirigentes radicales que mostraban disconformidad frente al lugar relegado del partido centenario, y a medida que pasaron los años, un importante sector de la UCR comenzó a manifestar cada vez mayor incomodidad. Muchos radicales (y no radicales) consideran que la apuesta del Pro es evidente, si Diego Santilli encabeza una lista en PBA, María Eugenia Vidal en la ciudad porteña y Horacio Rodríguez Larreta es el artífice de estos primeros lugares Pro, el escenario 2023 resuena con Santilli gobernador de la PBA, Vidal jefa de Gobierno porteño y Rodríguez Larreta presidente.

Un interrogante que abre a una reflexión vital. ¿El Pro, con Rodríguez Larreta pretendiendo dirigir la carrera electoral, no deberá poner un pie en el freno, antes de estrellarse contra un radicalismo dignificado, que puede agotarse de realizar tantos esfuerzos para simplemente ocupar el lugar que le corresponde desde que conformó la coalición cambiemista? Si el radicalismo se cansa, y se desintegra la coalición opositora, no solo sería inconveniente para el Pro, que no puede lograr reunir la cantidad de votos necesarios sin su socio mayoritario. No solo sería inconveniente para el radicalismo que tampoco hoy llega a conquistar un espacio Ejecutivo, sino que sería inconveniente también para la república, y no porque seríamos Venezuela, sino por una razón mucho más lineal: si Juntos no se junta de manera ecuánime, y el afanoso pragmatismo del peronismo sigue uniendo todas sus partes, el peronismo en la mutación que gusten, puede seguir hegemonizando poder, ganando elecciones una y otra vez, y si esto ocurre, deja de predominar la alternancia, y sin alternancia la república se debilita.

Escisiones, turbulencias y una desarticulada distribución de incentivos colectivos y selectivos resulta en dirigentes y aspirantes a dirigentes políticos que, cual arribistas, se apartan obscenamente de la agenda pública, que representa los concretos problemas de la sociedad. Paralelamente, cuando no se logra la distribución de poder al interior de una coalición, o en la interacción oficialismo-oposición, la república lo padece.

(*) Politóloga y Profesora (UBA)

www.sandrach.com.ar

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