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“Hoy hay 9.000 búsquedas para programadores y desarrolladores que las empresas no pueden cubrir”

“Tenemos que generar las condiciones para que la economía del conocimiento genere más empleo y divisas”, afirma Mocorrea de Argencon

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Agustín Maza 23 agosto de 2021

Por Agustín Maza

La pandemia generó cambios en los comportamientos sociales que aún son difíciles de medir con exactitud. Uno de ellos está relacionado con una explosión de la demanda de servicios digitales. En ese marco, nuestro país cuenta con una oportunidad muy importante en la generación de divisas, la actividad económica y el empleo.

Sebastián Mocorrea, presidente de Argencon, entidad que nuclea a las empresas de la economía del conocimiento, explicó ante El Economista que Argentina tiene una oportunidad muy grande para desarrollarse a nivel mundial dentro del sector. “Tenemos que generar las condiciones para que la economía del conocimiento genere más empleo y divisas”, afirmó Mocorrea.

¿Cómo evolucionó en los últimos años el sector de la economía del conocimiento a nivel mundial?

Este mercado no existía antes de los 2000 con el advenimiento de Internet, creció mucho hasta el 2010, luego se amesetó un poco hasta el año pasado. La irrupción de la pandemia generó un incentivo muy grande en la demanda y dejó claro que las sociedades van a demandar y, de hecho así sucede, cada vez más servicios y bienes digitales. Tengamos en cuenta que muchos rubros debieron transformarse e incorporar conocimiento digital. A nivel mundial esta tendencia crece a un ritmo mucho mayor que el comercio tradicional, por ejemplo.

¿En qué situación se encuentra nuestro país en ese contexto?

Argentina sostuvo una dinámica parecida, y en el mercado interno se incorporó muchísima economía del conocimiento a partir de la crisis sanitaria. Actualmente, tenemos un total de 420.000 puestos de trabajo vinculados a nuestra industria. Sin embargo, las exportaciones no crecen hace 10 trimestres en un sector que a nivel mundial se expande muy fuerte. Recordemos que la economía del conocimiento es el tercer rubro exportador de nuestro país, después de granos y oleaginosas, con ventas de casi US$ 5.700 millones anuales.

¿Cómo se componen esas exportaciones y qué ejemplos hay en el mundo para desarrollar el potencial de este sector?

El 60% de las ventas al exterior son lo que se llaman “servicios profesionales”: servicios contables, financieros, recursos humanos, consultoría. En segundo lugar están los “servicios de tecnología” con el 30%, donde entran los programadores y desarrolladores por ejemplo, seguido por los servicios personales, culturales y recreativos (6%) y otros segmentos menores. El desafío es capturar una oportunidad muy importante a nivel global. Argentina exporta casi US$ 6.000 millones mientras que Polonia, con una población parecida, vende al mundo por $27.000 millones. Estamos bien si comparamos con otros sectores de la economía, pero no dejamos de estar estancados.

¿Hay posibilidades laborales dentro de la economía del conocimiento? ¿Argentina podría mejorar sus números mucho más en ese aspecto?

Hoy hay empleados 420.000 personas en nuestro sector, de las cuales 150.000 se dedican a servicios que se exportan. Esta industria es de mano de obra intensiva, es 100% talento y no se necesitan grandes inversiones en infraestructura, sino buenos equipos y buena conectividad. El potencial que tiene nuestro país es muy grande en ese sentido: debemos generar las condiciones necesarias para que la economía del conocimiento duplique sus puestos de trabajo y genere más divisas. Sin embargo, hoy tenemos varias restricciones que frenan el crecimiento, aunque la perspectiva es optimista.

¿Cuáles son los frenos al crecimiento?

El principal problema es macroeconómico y tiene que ver con la brecha cambiaria que produce una gran fuga de empresas. Después existe una fuga de talentos para trabajar, y ahí nuestros principales competidores son las plataformas freelance. La persona que antes estaba empleada, se termina enganchando con una de esas plataformas y recibe sus pagos en moneda dura. Algunos de ellos lo harán de manera informal también. Dos puntos que también perjudican la actividad tienen que ver con que todavía se están cobrando derechos de exportación, para quienes no se anotaron aún en el régimen de economía del conocimiento y algunos cobros impositivos que tampoco ayudan. Argentina es el único país en el mundo que todavía cobra retenciones a ese tipo de firmas.

¿En nuestro país se forman recursos humanos suficientes para cubrir la demanda de empleo que tienen este tipo de compañías? ¿Qué hace falta mejorar?

A nivel interno, la mayor dificultad está en la formación de los recursos humanos. Sobre todo para investigación y desarrollo. Actualmente hay abiertas alrededor de 8.000 o 9.000 búsquedas para programadores y desarrolladores que las empresas no pueden cubrir. Hoy en día, si sos desarrollador es imposible que no consigas trabajo. Después, respecto a los servicios profesionales, es importante mejorar el nivel de inglés. Para alcanzar nuestro potencial necesitamos generar esos talentos con educación desde la primaria, y no pueden haber analfabetos digitales en ningún lugar de la República. Tengamos en cuenta que podemos tener empleados muy bien pagos, generar valor agregado y vendérselo al mundo.

La digitalización también plantea desafíos a nivel industrial. ¿Cómo puede ayudarnos la economía del conocimiento a mejorar la producción?

La economía del conocimiento también comprende el desarrollo de la industria 4.0. Cuando digo que desde la primaria tiene que haber educación tecnológica es porque todos los sectores van a tener cada vez una mayor integración digital y ahí es donde se les abre una puerta a esos alumnos para un futuro trabajo. Eso va a permitir mejorar procesos productivos, hacerlos más eficientes. Los países que comenzaron a focalizarse en este sentido, mejoraron sus condiciones de producción. También se puede aplicar a la agricultura o la comunicación, por ejemplo.

¿La pandemia benefició a Argentina respecto a sus posibilidades de vender conocimiento al mundo?

Hay dos fenómenos de la pandemia que juegan muy a favor de Argentina. El primero comenzó cuando en naciones centrales dudaban más en utilizar recursos humanos de otros países y vieron que con el teletrabajo era posible ir en busca de talentos en regiones donde pudieran conseguir mejores talentos a un mejor precio. Muchos países que antes no eran propensos a importar servicios del conocimiento ahora lo hacen. La segunda ventaja que trajo lo remoto es la posibilidad de federalizar los puestos de trabajo de la economía del conocimiento.

En las últimas semanas, tres empresas tecnológicas argentinas se transformaron en unicornios, es decir, valen más de US$ 1.000 millones. Actualmente, los 11 unicornios argentinos tienen un valor de más de US$ 120.000 millones. ¿Es posible que veamos más de estos casos en el futuro?

Argentina es un territorio excepcionalmente fértil para generar unicornios. A nivel regional, somos líderes en cuanto a empresas que venden conocimiento. El problema es que tenemos que darle a esas empresas, que ya son globales, motivos para quedarse operando en el país. Hay que darles estabilidad política, económica, jurídica y fiscal para brindarles a los unicornios un contexto adecuado. Acá no se juega un campeonato local, se compite contra las mejores empresas del mundo todos los días.

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Mini CV de Mocorrea

Mocorrea es abogado de la Universidad de Buenos Aires y licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina. Comenzó su carrera profesional en el área de medios de comunicación en Clarín y luego como gerente de Relaciones Institucionales en Telefé. Desarrolló un largo recorrido en IBM donde comenzó como director de Comunicaciones y Relaciones Externas de IBM Latinoamérica Sur y asumió posteriormente las posiciones de Director Regional de IBM Latinoamérica (Miami) y de Vicepresidente de Asuntos Públicos y Regulatorios para IBM Europa (Bruselas). Desde octubre de 2012 y hasta abril 2016 se desempeñó como Vicepresidente de Asuntos Públicos y Regulatorios de IBM América Latina y también como ejecutivo con la responsabilidad global de desarrollo de negocio en Sector Público (Global Market Support). En 2016 se incorporó a YPF, compañía en la que se desempeñó como Vicepresidente Ejecutivo de Asuntos Corporativos, Comunicación y Marketing hasta enero de 2020. Mocorrea es uno de los fundadores de Argencon y, desde 2020, reemplazó a Roberto Álvarez Roldán, quien dirigió la organización durante los últimos 7 años

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