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Alemania, a un mes de las elecciones: quien suceda a Merkel, tendrá grandes desafíos

Tras 16 años ininterrumpidos de gobierno, Angela Merkel sigue teniendo una popularidad muy alta, superior a la de los otros candidatos.

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Paolo Rizzo 20 agosto de 2021

Por Paolo Rizzo

Falta poco más de un mes para las elecciones presidenciales alemanas. Las primeras en las cuales Angela Merkel no será candidata. La actual canciller y su partido CDU/CSU gobiernan de forma interrumpida el país desde 2005 y siempre en coalición con otros partidos. En sus cuatro mandatos presidenciales Merkel ha formado tres gobiernos con los socialdemócratas del SPD (2005-09, 2013-18, 2018-21) y uno con los liberales de FDP (2009-13). Ahora ninguna de estas coaliciones podría volver a formar un gobierno después de las elecciones del 26 septiembre.

De hecho, en los últimos meses la política alemana ha sido caracterizada por el auge del ambientalismo y el avance de los verdes. En mayo, las encuestas políticas indicaban a los verdes como el partido más popular y apostaban a un gobierno entre ellos y los conservadores de CDU/CSU. En ese caso, la líder del partido ecologista, Annalena Baerbock, soñaba con convertirse en la heredera de Merkel.

Pero en los últimos tres meses los verdes han registrado una caída en su popularidad. La coalición con los conservadores que, según las encuestas, parecía sumar 57% de los votos bajó al 46%. De ser así los verdes y los conservadores no tendrían la mayoría absoluta en el Parlamento. Una posible solución sería sumar a los liberales. Se formaría entonces la “coalición Jamaica”, llamada así por los colores de los tres partidos políticos que formarían el gobierno: los conservadores (los negros), los verdes y los liberales (los amarillos). Es decir, los mismos colores de la bandera jamaiquina.

Los analistas políticos advierten, por otro lado, que el partido conservador podría quedar excluido del gobierno. En caso de su derrota en septiembre, se podría formar una coalición “Ampfel” (semáforo) entre los verdes, los liberales (los amarillos) y los socialdemócratas (los rojos). No se trata de una posibilidad tan remota.

En una elección directa, el candidato socialdemócrata y actual ministro de Economía, Olaf Scholz, sumaría 35% de los votos, resultando ser el líder más votado. Por otro lado, la candidata de los verdes (la mencionada Baerbock) sumaría 16% mientras el nuevo líder de los conservadores heredero de Merkel, Armin Laschet, 29%. Pero el sistema electoral alemán no prevé una elección directa del presidente.

El elector alemán tendrá dos votos. En el primero será llamado a elegir por un parlamentario, según un sistema de mayoría simple: el candidato con más votos gana la elección y aproximadamente se elige un parlamentario por cada 250.000 habitantes. Luego, la segunda votación será para un partido y no para un candidato. Este voto se ocupa para determinar la proporción de escaños que ocupará cada partido en el Bundestag, el parlamento alemán. Estos escaños serán repartidos proporcionalmente entre todos los partidos que hayan ganado al menos el 5% del voto nacional: un obstáculo que sirve para mantener alejados a los partidos pequeños y, a menudo, extremistas.

El Parlamento elegido formará la coalición que gobernará y nombrará el canciller. Es probable entonces que la formación del nuevo gobierno tarde un poco, sobre todo si el resultado electoral es muy ajustado. Lo cierto es que el próximo canciller no tendrá una tarea fácil.

Primero porque, a pesar de 16 años ininterrumpidos de gobierno, Merkel sigue teniendo una popularidad muy alta, superior a la de los otros candidatos. Se trata de un resultado notable si se considera que sus mandatos han pasado por cuatro crisis históricas: la crisis financiera de 2008, la crisis de la eurozona en 2012, la crisis de los migrantes en 2015 y la pandemia. Probablemente pasará a la historia con la frase “wir shaffen das” (lo vamos a lograr), pronunciada después de la histórica decisión de abrir las puertas de Alemania al millón de refugiados sirios. Su legado histórico será el crecimiento económico impulsado en estos años (el PIB alemán subió del 21% entre 2005 y 2021) y la renovada fuerza geopolítica de Alemania. No será fácil para el próximo canciller poder compararse con ella.

Segundo, por la complejidad de los nuevos retos que enfrentará el canciller desde su primer día. Con casi 200 muertos y 6.000 millones de euro de daños, las inundaciones de julio han demostrado que el cambio climático está ya afectando la vida y la economía de Alemania. Es decir que se necesitan decisiones drásticas en un país que tiene todavía grandes minas de carbón y que ha decidido renunciar a la energía nuclear después del desastre de Fukushima. Además, una de las industrias más importantes de Alemania es la automotriz. Poder conciliar crecimiento económico y ecologismo será la tarea más difícil para el próximo gobierno, sea cual sea su color político.

El Gobierno deberá también terminar la campaña de vacunación y convencer los indecisos. Actualmente el 58% de la población está vacunada con dos dosis y el 5,4% con una. Pero el crecimiento de los casos en los últimos días ha sido exponencial y el actual ministro de Sanidad advierte que en las próximas semanas Alemania podría volver a imponer restricciones a la vida pública. Será probablemente una de las responsabilidades del próximo gobierno después de las elecciones del 26 septiembre.

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