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Vacunas: la eficiencia cuenta y la velocidad también

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Héctor Rubini 07 junio de 2021

Por Héctor Rubini (*)

A un año y medio del inicio de la pandemia de Covid-19 en Wuhan, el desarrollo de vacunas no ha concluido y la distribución a nivel mundial no sólo es desigual, sino a una velocidad todavía baja.

Al 31 de mayo de este año, el 45% de todas las vacunas administradas se ha aplicado en los 70 países de mayores ingresos, que concentran el 23% de la población mundial y la producción de vacunas e insumos farmacéuticos. El sitio web Fierce Pharma indica que, de las 20 empresas biotecnológicas de mayor facturación del mundo, nueve se encuentran en EE.UU., dos en Suiza, dos en Reino Unido, dos en Alemania, dos en Japón, una en Francia, una en Israel y una en Dinamarca.

Ahora bien, si no se inmuniza a toda la población del resto del mundo, seguirá fuera de control la transmisión de eventuales nuevas variantes de este coronavirus. Se requiere acelerar la producción, distribución y aplicación de vacunas en todo el mundo, y desarrollar otras que sean efectivas frente las nuevas variantes de este virus.

En el mundo se está vacunando aproximadamente a 35 millones de personas por día. A este ritmo se lograría aplicar dos dosis de cualquier vacuna al 75% de la población mundial recién en un año. Bastante más lento que lo requerido para las proyecciones de UNICEF y Deutsche Bank de algo más de 15.000 millones de dosis en 2021. La Universidad de Duke, por ejemplo, tienen una estimación algo más modesta, de una producción de 12.000 millones de dosis para 2021, lo que implicaría una distribución y aplicación efectiva de poco más de 10.000 millones de dosis. Varias consultoras internacionales tienen estimaciones todavía menos optimistas, y consideran que a fin de año gran parte de América Latina, Africa y Asia (incluida China) seguirán bastante lejos de una inmunidad colectiva “de rebaño”. Es claro que hay que acelerar la producción y agilizar la distribución y su aplicación en todo el mundo.

El ciclo producción-adquisición-transporte-aplicación de vacunas sigue también con problemas en su punto de partida por las dificultades en el acceso a insumos específicos. Varios laboratorios en distintos países están desde hace meses con escasez de enzimas, excipientes, coadyuvantes, cultivos celulares, componentes con nitrógeno, aminoácidos y otros medios de cultivo, falta de viales de vidrio para envasar las vacunas, filtros y resinas específicas. También escasean las bolsas plásticas específicas para los biorreactores requeridos para producir el componente activo de las vacunas. Además, varios laboratorios europeos y asiáticos enfrentan la falta de equipos para el montaje de nuevas líneas de producción.

Un gran problema es el proteccionismo del Gobierno de EE.UU., que impide a las empresas de ese país exportar insumos para fabricar vacunas. La Casa Blanca sigue aplicando la “Defense Production Act” de los años de la guerra de Corea, que otorga a las agencias federales la prioridad para compras de insumos con fines militares o en crisis de origen no militar, impidiendo su exportación. La Unión Europea debió negociar por varios meses con Washington para que permita exportar insumos para la vacuna alemana CureVac que tiene el objetivo de producir, antes de agosto, 227 millones de dosis a ser aplicadas en toda la Unión Europea. Sin embargo, EE.UU. sigue renuente a eximir de la aplicación de esta ley para los insumos para fabricar vacunas y para exportar vacunas terminadas al bloque europeo. Una actitud que complica la producción de laboratorios del resto del mundo, el cumplimiento de contratos con diversos países, e incluso con el programa Covax para países pobres.

La compra de vacunas de los países que contaban con más fondos para abastecerse ha dejado a la mayoría de los países de bajos ingresos con demanda insatisfecha. La liberación de patentes enfrenta la razonable resistencia de los laboratorios, pero estos guardan un notable silencio sobre el fuerte apoyo estatal que han recibido. Diversas fuentes privadas coinciden en que los mayores productores mundiales (sin contar los de China) se han beneficiado, aproximadamente, de subsidios estatales por más de U$S 18.000 millones, además del beneficio de compras estatales y multilaterales de vacunas por unos U$S 35.000 o U$S 40.000 millones. La liberación de patentes puede contribuir a acelerar la producción, pero también puede que no ocurra tal cosa si no se liberaliza la transferencia de know-how y el comercio exterior de insumos. Y tampoco si se utiliza la adquisición y distribución de vacunas para promover en unos países cierto nacionalismo y el oportunismo electoral de corto plazo, y en otros para expandir su “soft power”, sea del lado de Estados Unidos y la OTAN, o de China, Rusia y sus seguidores de ocasión.

Las negociaciones por las vacunas tampoco están libres de riesgos ni de corruptelas. En enero de este año un informe de la Oficina de Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen advertía sobre la necesidad del control público de las principales fuentes de riesgo de corrupción en la distribución de vacunas: a) conflictos de interés de funcionarios a cargo de contratos con laboratorios, b) falta de transparencia en la negociación de esos contratos, en particular de las cláusulas de confidencialidad, c) incentivos para “desvíos” y robos de vacunas para su reventa en mercados paralelos o favoritismo para su aplicación exclusiva a familiares o allegados a los responsables de su distribución y aplicación, o a grupos supuestamente “prioritarios”, d) incentivos y condiciones favorables para pago de coimas para acceder a vacunas o de laboratorios para venderlas sin pasar por licitaciones competitivas, y e) la facilidad para ocultar información de todo el proceso de contratación y administración de vacunas.

Otra cuestión que no parece recibir tanta atención, tiene que ver con las fechas de vencimiento de las vacunas. En Malawi, por ejemplo, el Gobierno optó por incinerar 20.000 dosis de la vacuna de Oxford-AstraZeneca el mes pasado. Si bien el laboratorio les informó que las vacunas tenían efectividad por tres meses, las cajas recibidas indicaban que la fecha de vencimiento era el 13 de abril. Las autoridades prefirieron evitar la exposición de sus habitantes a una vacuna de efectividad y seguridad inciertas, y destruirlas. Sudán del Sur, a su vez, optó por aplicar sólo 8.600 vacunas y enviar otras 72.000 recibidas a Kenia, por desconfianza ante la información imprecisa sobre su fecha de vencimiento.

Esto es crítico para países de con limitaciones físicas y deficiencias en la gestión de su transporte y almacenamiento. Algunos especialistas de la OMS y de Médicos Sin Fronteras han formulado duras críticas contra varios laboratorios por la falta de precisión y transparencia en la información sobre las fechas de vencimiento de las vacunas. Y es algo que debería tenerse en cuenta en países donde la baja velocidad de vacunación contribuye a dar tiempo para la aparición de nuevas variantes del virus, inutilizando la efectividad de las vacunas aplicadas.

En nuestro país, las cifras disponibles siguen siendo preocupantes. Al 2 de mayo de 2021, el stock de vacunas almacenadas, no aplicadas, era de 3.678.154 dosis y al 6 de junio era de 4.355.147. No sólo aumentó ese volumen, sino el subtotal de vacunas distribuidas a las jurisdicciones provinciales, pero no aplicadas: al 2 de mayo pasado era de 1.853.234 dosis, mientras que al 6 de junio era de 3.578.197. Es probable que la dotación de personal y recursos no sea suficiente para administrar un stock mayor de vacunas distribuidas, de un total acumulado al 2 de mayo de 9.870.770 dosis a 17.670.690 al 6 de junio. A su vez, el total de dosis aplicadas pasó de 8.017.536 en el primer cuatrimestre a 14.092.493 dosis entre el 2 de mayo y el 6 de junio. Pero el total de vacunas acumuladas torna imperioso aumentar la velocidad de distribución y aplicación de las dosis disponibles.

Su impacto positivo sobre el stress del sistema sanitario tardará varias semanas y, por ende, es necesario acelerar aún más la distribución y la velocidad de aplicación. De lo contrario, todo el esfuerzo actual será inútil, y seguirán las costosas restricciones intermitentes por varios meses más.

Acceder a vacunas es importante, pero si se quiere superar la crisis sanitaria y económica en curso no sólo debe resolverse cuanto antes la escasez de vacunas, sino mejorar la gestión, y la velocidad de su distribución. Caso contrario, vendrán tiempos inevitablemente peores.

(*) Economista de la Universidad del Salvador (USAL)

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