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La primera expedición de Biden a Europa

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17 junio de 2021

Por Manuel Ignacio Carreras Especialista en Relaciones Internacionales

El 9 de junio, comenzó la primera gira europea del presidente de Estados Unidos por el Viejo Continente, con el fin de impulsar su política exterior de forma inmediata.

Nueva administración equivale a una nueva política exterior. En el actual Gobierno demócrata, se planificó una visita trasatlántica con el fin de consolidar el liderazgo de Estados Unidos a nivel mundial y afianzar la relación con sus aliados más firmes en la región.

La expedición del presidente norteamericano comenzó con su visita a uno de sus aliados históricos, como lo es Gran Bretaña, para reunirse con el Primer Ministro, Boris Johnson. En dicho encuentro, Biden tuvo como prioridad evitar que el proceso del Brexit no socave el Acuerdo de Viernes Santo, facilitado por Estados Unidos en 1998, lo que llevó a la paz a Irlanda del Norte.

Dicho país sigue siendo parte del Mercado Común Europeo, pero ya no forma parte de la Unión Europea, por lo que se aplica una frontera aduanera. Este suceso provoca rispideces entre ambos gobiernos, y para Biden, es esencial mantener al mínimo los conflictos en las islas británicas.

Dentro de la reunión con Johnson, se manifestó la intención de elaborar una nueva Carta del Atlántico, inspirada en la declaración hecha por Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt en 1941, con el objeto de promover el libre comercio y la democracia.

El camino de Biden continuó en suelo inglés en la reunión del G7 en la ciudad de Cornwall. Dicho organismo representa a algunas de las economías más grandes del mundo, como Canadá, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Estados Unidos y Japón. En la cumbre, Biden se encargó de convencer al resto de los líderes de los países miembro del lanzamiento de un plan de infraestructuras para contrarrestar el avance de China, ya que el país asiático invierte en grandes cantidades desde hace tiempo en países europeos y la competencia tecnológica es impetuosa.

El plan de Washington es evitar que China establezca las reglas sobre el comercio y el uso de la tecnología. Por ese motivo, se plantea movilizar al sector privado para impulsar proyectos en ámbitos medioambientales, de seguridad sanitaria y tecnología digital, especialmente en la fabricación de semiconductores.

Luego de una breve conferencia protocolar con la Reina Isabel II en el Castillo de Windsor, Biden dejó en claro la actitud colaborativa de su país y aseguró que Estados Unidos volvía a participar del diálogo multilateral.

El próximo paso de Biden se dio esta semana en Bruselas, en donde participó de un encuentro con los líderes de la Organización del Atlántico Norte (OTAN), en donde reafirmó la posición de Estados Unidos en la organización, el rol preponderante que volverá a ocupar y reafirmar el compromiso por el artículo cinco, la cláusula de defensa colectiva de la alianza. Le aclaró al titular de la OTAN, Jens Stoltenberg, que la organización es de una relevancia capital para Estados Unidos.

En la misma ciudad belga, Biden se reunió con la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y el Presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Para Estados Unidos, poder recuperar una estrecha relación con sus pares europeos corresponde a una prioridad absoluta para la administración demócrata.

Dentro del marco del encuentro, se anunció un acuerdo para darle fin a la disputa por los subsidios de las empresas Airbus (europea) y Boeing (norteamericana) y poder reducir de forma progresiva los aranceles de carácter punitivo.

La Unión Europea representa, para Biden, un socio de gran calibre para afrontar desafíos como el cambio climático, políticas conjuntas para finalizar la pandemia y además representa uno de sus socios comerciales más importantes en el globo.

La finalización del euroviaje tomó lugar en la ciudad de Ginebra, Suiza. Ahí el mandatario norteamericano mantuvo una reunión con su homólogo ruso, Vladimir Putin. En esa ocasión, la intención del Gobierno norteamericano fue poner paños fríos a la desgastada relación que venían teniendo ambos países, con acusaciones de ciberataques rusos, operaciones de injerencia electoral, las hostilidades rusas hacia Ucrania y el encarcelamiento de Alexei Navalny.

Reino Unido, Bélgica y Suiza. Esos tres destinos fueron la selección ideal que desde la Casa Blanca diagramaron para el desembarco del presidente a tierras europeas.

El ascenso del gigante chino planteó al Gobierno americano realizar una respuesta de tal magnitud para demostrar que Estados Unidos se encuentra más presente que nunca en el plano internacional y está dispuesto a liderar grandes cambios políticos. La enorme capacidad de Estados Unidos le brinda a Biden una plataforma para poder imponer agenda al resto de los países.

Reforzar las alianzas con sus aliados tradicionales en un marco democrático, hace que el destinatario de toda esta gira sea un único país: la República Popular de China.

Con Biden en la Casa Blanca, la política exterior de Estados Unidos dio un giro de 180 grados, poniendo al país del norte en rol de promotor y líder del escenario comercial, económico, político y militar en el mundo. Estados Unidos ha vuelto.

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