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Cura Báez: “Los problemas más graves de Argentina son la violencia ideológica y la pobreza”

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28 mayo de 2021

Por Daniela Vargas

Muchos analistas coinciden en que la pandemia exacerbó las desigualdades en el mundo, principalmente las económicas. En diálogo con El Economista, el cura Fabián Báez, párroco en Villa Urquiza y cercano al Papa Francisco, afirmó que "se nos vino encima la miseria del hermano”, y agregó: “Somos solidarios porque la necesidad está más a la vista”.

Autor del libro "La sociedad de la pandemia”, Báez señaló que “es un tiempo de grandes desafíos y grandes cambios que nos exige apertura mental”. En ese sentido, resaltó que “hace falta una Iglesia convencida de lo que quiere estar convencida, pero con capacidad de diálogo”, en referencia a temas como el aborto.

La semana pasada, Báez participó del lanzamiento de la Escuela Política Fratelli Tutti en Roma, junto con el Papa Francisco, la cual presentan como una comunidad de jóvenes de diversas regiones, culturas y creencias con vocación para crear una nueva política. “El desafío de los liderazgos que vienen va a ser recoger los efectos de lo que estamos viviendo”, dijo Báez.

¿Cuáles son los objetivos de la Escuela Política Fratelli Tutti?

Es una iniciativa que pretende generar una comunidad de hombres y mujeres que crean verdaderamente en una mejor política al servicio del bien común. Es una iniciativa de Scholas Occurrentes y la Fundación Liderar con Sentido Común, y el director ejecutivo es Juan Maquieyra. Vamos a tener 50 jóvenes de 18 a 30 años de todo el mundo que expresen lo más acabadamente la diversidad para que podamos ir desarrollando estas enseñanzas: la economía al servicio del hombre, la cultura del encuentro en la política, una mirada central de la ecología integral y la importancia y fuerza de los movimientos populares.

A propósito de su libro, ¿qué enseñanza nos va a dejar la pandemia?

La enseñanza depende de nosotros y de que sepamos rescatar que potencie nuestra calidad de vida. Me gusta la metáfora de la enseñanza y no de la guerra: el virus como un pedagogo, no como un enemigo. Si bien es cierto que hay mucha solidaridad, nos falta un espíritu un poco más de conciencia colectiva en todo el mundo. Vemos a veces la tendencia a querer salvarse solo o primero: empresarios o grandes capitales que hasta se ven favorecidos, y no está mal crecer económicamente, pero sí que eso sea a costa de la salud de otros. Esta resistencia de la liberación de las patentes, por ejemplo, muestra eso. Para que haya tanta acumulación de riqueza, es necesario que otros vivan muy mal, porque no es infinito. Es un sistema que se está tornando violento, indiferente, excluyente. Independientemente de que sea capitalismo, comunismo, izquierda o derecha, el verdadero problema es la falta de fraternidad, es el espíritu de grieta o indiferencia.

Se suele decir que la Iglesia debería distribuir la riqueza que tiene en relación a su proclama de igualdad. ¿Hay algún tipo de autocrítica?

Mi opinión es que todo lo que se haga en la línea de favorecer la igualdad y vivir más austeramente es necesario. Y falta mucho por hacer. Ahora, honestamente, creo que es un planteo hipócrita exigirle a la Iglesia algo que yo no estoy dispuesto a hacer. Si se parara la carrera armamentista un sólo día, se podría juntar mucho más de lo que tiene la Iglesia en todo el mundo. Esto favorece la hipocresía de muchos, lo que no exime a la Iglesia de hacer lo que tiene que hacer. Pero es como decir “vendamos la Casa Rosada”, ¿y qué hacemos después? Le falta una vuelta de tuerca al planteo.

¿Qué pensó en su momento de la elección de Jorge Bergoglio como Papa?

Increíblemente yo me lo esperaba porque veía que tenía algo que la Iglesia necesitaba. Hacía falta alguien que fuera fuerte para enfrentar las reformas que eran necesarias, y que a la vez fuera un hombre profundamente humilde. Bergoglio tiene clara conciencia de los temas como el aborto y tiene una postura clara, pero no está enemistado con el que piensa distinto. Culturalmente antes costaba mucho. La teología argentina de lo popular lo marcó profundamente a Bergoglio.

¿Coincide con los dichos populares de que el Papa es peronista?

No coincido porque nadie sabe qué es el peronismo: el antiperonista entiende una cosa, el peronista, otra, el de izquierda entiende otra. Es muy arriesgado decir que el Papa es peronista, es poco científica esa expresión. Es un término que hoy en Argentina lamentablemente genera mucha división. Según mi opinión, hay que distinguir dos cosas: uno es el movimiento cultural que está detrás del peronismo, que postula al Estado como responsable de la inclusión, cuya clave es que hay que favorecer a los excluidos. Pero otra cosa son las estructuras partidarias o políticas concretas, que yo creo que hoy no representan acabadamente ese movimiento cultural.

¿Que piensa de nuestro país hoy?

El problema más grave de Argentina es la violencia ideológica que trata de impugnar el pensamiento del otro. Estamos tan enfrascados en la propia postura que entendemos cualquier mirada como un riesgo, como un enemigo. Y en términos concretos, la pobreza. Hay que converger en objetivos comunes, con una agenda que pase por lo que verdaderamente importa, y eso es responsabilidad de todos estos gobiernos y de todos nosotros, que de alguna u otra manera hemos sido indiferentes o cómplices en aumentar la inequidad. Si sigue habiendo pobreza, Argentina no puede crecer, no puede haber ningún tipo de posibilidades económicas, tributarias, no puede haber inversión extranjera, no puede haber nada. El primer paso para eliminar la pobreza es favorecer la inclusión pero inteligentemente, no que el Estado sea responsable de la inclusión, sino que la favorezca.

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