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Los precios suben y la tasa sigue igual: plazos fijos, cada vez más negativos

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17 mayo de 2021

La inflación sigue dando que hablar. No es una novedad. En Argentina, cuanto menos. Lo “novedoso” de la inflación de estos días es el ritmo. En marzo, el IPC marcó 4,8% y en abril, 4,1%. Cerró el primer cuatrimestre en 16,7%. Fue el peor arranque desde 2002. Incluso, superó al de 2016, que arranco con un fuerte salto cambiario y ajustes en tarifas. En abril, apuntó GMA Capital, la inflación núcleo (o “core”) no dio tregua y marcó 4,6% en el mes (71,5% anualizado) y 49,8% interanual.

¿Por qué no baja? La reactivación de la economía en un contexto de fuerte emisión monetaria en 2020 por la crisis del Covid (8,5% PIB) y la falta de señales de orden fiscal (Ministerio de Economía) y monetario (el BCRA sigue mudo) están detrás de la fuerte inercia que traen los precios, señala FMyA. Asimismo, agrega que la inflación “es generalizada”. “No hay solo un sector (alimentos o ropa) que sube precios. No es un proceso de ajuste de precios relativos”, señala.

Parte de la sorpresa en los niveles que está mostrando el Indec es que hay varios precios regulados que se van atrasando. “En la retaguardia, los precios regulados escalaron 3,5% en abril, incentivados por aumentos en prepagas, naftas y transporte en CABA. Año contra año, subieron 27,6%, mostrando la mayor variación en 11 meses. No obstante, ese componente continúa rezagado ya que se encuentra 19 puntos por debajo del nivel general. Con respecto a los estacionales, la diferencia asciende a 36 puntos”, señaló GMA. Capital. Precios que, eventualmente, deberán actualizarse (inflación futura).

Entre los regulados, además, debería figurar el billete también. En abril, el dólar oficial apenas avanzó 1,7%. Si bien ayuda a contener las expectativas, el efecto del “ancla cambiaria” quizás sea menos potente del que imaginó el Gobierno. Con los precios pasados de largo (la inflación no será de 29%), el dólar se atrasará aún más que lo previsto por el Gobierno, algo que entra en conflicto con el objetivo de exportar más.

Mayo y después

Para mayo, FMyA estima una inflación alta, aunque menor: 3,8% “porque aún impactan aumentos de regulados” (nafta 5%, prepagas 5,5% y electricidad 9%). Para la segunda parte de 2021, proyecta que la inflación se modere en un ritmo más cercano al 3% mensual ya que debería impactar el menor ritmo de devaluación oficial; no habrá tanto impactos de tarifas y algunos precios no debieran tener otro salto, como la carne o la nafta.

Las expectativas privadas, que coinciden en cierta desaceleración hacia adelante, elevaron sus proyecciones anuales para 2021 y, ahora, el piso parece ser de 45%. El problema es que si la moderación del segundo semestre no llega o se queda corta, el riesgo de cruzar los 50 puntos, como en el 2019, crecerá.

Algo más

Era esperable que la inflación iba a subir tras varios meses de calma (en estándares de Argentina, obvio) a mediados de 2020. Finalmente, subió y en diciembre escaló a 4%. Décimas más o menos, allí se quedó. El Gobierno había ensayado un giro fiscalista hacia fines del año pasado para calmar, también, las tensiones en los mercados cambiarios paralelos.

Si bien esa calma cambiaria se logró (con supercepo, también) y después con la megacosecha (en valor) para reforzar la estrategia, los precios siguieron de largo: +4% en enero y +3,6% en febrero.

Se ensayó un acuerdo de precios y salarios (muy tibio: apenas dos reuniones para la foto) y se anunció el ancla cambiaria: un dólar oficial a $102,5 para Navidad. Los resultados seguían siendo esquivos y ahí empezó a tomar la posta la política de los controles de precios y las herramientas clásicas (e ineficaces) de siempre, que vienen con una narrativa similar: incluyó el capítulo de siempre (la culpa es de los empresarios) y otros más nuevos como la suba de las commodities, catalogado como una “maldición” por sectores del Frente de Todos (FdT).

Además, la política fiscal entró en un cono de sombra. La segunda ola pandémica conduce a gastar más, tanto en transferencias monetarias directas como indirectas (por ejemplo, vía subsidios para que no suban las tarifas). Habrá que ver qué pasa con eso y, además, con la recaudación de AFIP y la deuda en pesos: el Ministerio de Economía quiere fondear parte del rojo con ese mecanismo. Todo eso determinará cuán activa estará la emisión monetaria del BCRA.

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“El mayor desafío para el Gobierno comienza en el tercer trimestre, donde los vencimientos en moneda local alcanzan su pico máximo, el grueso de la cosecha termina su liquidación y los inversores dolarizan sus ahorros, en un mercado en el que, la tasa real es negativa desde hace 10 meses consecutivos”, dijo Invecq Consulting.

BCRA poco activo

GMA Capital dijo que “resulta muy llamativo que no haya ningún tipo de maniobra ortodoxa para quitarle presión a los precios”. Según LCG, “una suba de tasas es vista como 'mayor rentabilidad a los bancos' por parte del ala más radicalizada del Gobierno”.

“Por los rendimientos de tasas, precios y dólar, el mejor negocio del año fue comprar mercadería dado que la 'armonización' y la parsimonia de las tasas incluso fomentaron un costo financiero negativo en términos reales considerando las expectativas de inflación. Es más, tal como advertimos en el pasado, la demanda de pesos este año está operando como un 'boomerang'. Ahora está borrando rápidamente todas las prerrogativas que ofreció el año pasado en términos de menor inflación gracias al infrecuente deseo de los argentinos de atesorar pesos por motivos precautorios durante la primera ola de Covid-19. La caída de la demanda de dinero, o el aumento de la velocidad de circulación, complejiza aún más el panorama monetario. Ahora no solo importa la cantidad de pesos (oferta) sino la voluntad e incentivos de la demanda”, dijo el informe de GMA.

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“A sabiendas de este inexorable efecto, la política monetaria debería ser aún más dura: no alcanza con reducir la base monetaria a fuerza de esterilización e inflación (recortó 19% real en abril), sino que debería trabajar con mayor foco sobre los agregados más grandes, como el M2, que en 2020 creció 35% real y hoy está recortando apenas 1,3% real anual. Sin credibilidad ni reputación, el camino más eficaz para empezar a reconstruir la confianza en la moneda es ofrecer una mayor tasa. De lo contrario, la sensación de que los bienes (inflación) y la moneda extranjera (brecha y devaluación) están baratos seguiría siendo un denominador común”, concluyó.

La tasa de las colocaciones de más de $ 1 millón a 30 días (Badlar) no puede superar el encarecimiento efectivo del costo de vida desde hace 9 meses. En abril, la rentabilidad anualizada una vez descontada la inflación fue de -14,5%. “En otras palabras, una carrera entre la tasa en pesos y la inflación similar a la de abril, pero llevada a 12 meses, arrojaría como resultado que el poder de compra futuro alcanzaría para comprar solo el 85,5% de una canasta de consumo de hoy”, dijo GMA Capital.

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