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“La economía crecerá 6% en 2021 y recuperará poco más de la mitad de lo perdido en 2020”

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26 mayo de 2021

La economía finalizó el 2020 con signos de recuperación económica, a pesar de ciertas heterogeneidades en la que los bienes fueron más privilegiados que los servicios. En diálogo con El Economista, Santiago Manoukian, economista sectorial de Ecolatina, proyectó que “la economía crecerá 6% en 2021 y recuperará poco más de la mitad de los perdido en 2020”.

Hablamos mucho de esta segunda ola y se prevé un impacto menor a la primera, de eso hay cierto consenso. ¿Qué previsiones de crecimiento tiene para 2021?

Más allá de ciertas heterogeneidades, el comienzo del año fue positivo. No obstante, los últimos dos meses la actividad ha dado señales de pérdida de dinamismo en relación al ritmo de recuperación que venía marcando los meses previos, aún en la previa a las restricciones que comenzaron a ser aplicadas en abril y reforzadas en mayo. Si se mantuviera el nivel de actividad de marzo, la economía avanzaría alrededor de 7% en 2021. Dado que desde Ecolatina aún mantenemos nuestra proyección de 6% de crecimiento para el PIB en 2021, también estamos asumiendo una caída desestacionalizada de la actividad en el corto plazo, que se transformará en rebote más cerca del cierre del año. Como resultado, la actividad recuperará este año poco más de la mitad de lo perdido en 2020.

¿Este año los servicios quedarán nuevamente por debajo de los bienes?

A diferencia de 2020, las nuevas restricciones buscan minimizar los efectos nocivos sobre el aparato productivo. En este marco, no todos los sectores económicos enfrentan los mismos riesgos. En términos generales, los servicios se encuentran mucho más expuestos que los rubros productores de bienes. Las nuevas restricciones perjudican principalmente a los sectores que ya venían más golpeados por la pandemia: gastronomía, recreación, servicios personales y culturales y turismo, actividades que seguirán operando en niveles muy por debajo de los niveles previos a la pandemia durante todo este año. Por eso, consideramos que la segunda ola ampliará aún más la divergencia existente entre los sectores ganadores y perdedores de la economía, demorando aún más el proceso de convergencia entre los distintos rubros.

A nivel industrial parecería haberse llegado a cierta meseta luego de una marcada recuperación que se frenó en enero. Desde el Gobierno explican que la producción y el empleo están por encima de 2019. ¿Esto es así?

La industria manufacturera, que representa el 19% del PIB, viene erigiéndose como uno de los pilares de la recuperación y se ubica casi 5% por encima de 2019. Eso le permitió al sector crear 11.000 empleos más que en el primer bimestre de 2020. Sin embargo, todavía se encuentra por debajo del mismo lapso de 2019, lo que explica las dificultades para recomponer nóminas en un clima de incertidumbre macroeconómica. La actividad se ha visto impulsada fundamentalmente por el “veranito” que atraviesa la demanda de bienes durables (electrodomésticos, autos, motos, muebles, maquinaria agrícola) e insumos vinculados al mantenimiento y reparación de la vivienda.

¿Cómo están impactando los contagios en la producción?

Si bien la industria en su conjunto se ve menos afectada en forma directa por las nuevas restricciones, la actividad no ha estado exenta de complicaciones en los últimos meses. A diferencia de 2020, se registra una mayor cantidad de contagios entre el personal que ha entorpecido el normal funcionamiento de las plantas, mientras que dificultades en el abastecimiento de insumos en algunas ramas ha operado en el mismo sentido. Hacia adelante, la posibilidad de sostener el ritmo de crecimiento para el resto del año dependerá de la evolución de la situación sanitaria, la campaña de vacunación y el impacto de las recientes medidas para contener el avance de la segunda ola, las cuales podrían restarle dinamismo a la recuperación industrial de 2021.

Se esperan que comience un ritmo más acelerado de llegada de vacunas. ¿Cuál podría ser el impacto productivo?

La aceleración en la vacunación dentro de Argentina es condición necesaria para darle más aire a la recuperación, máxime en la previa al comienzo del invierno, cuando las condiciones para la circulación del virus empeoran. Si esto no ocurre, se acrecentarían las presiones cambiarias en los mercados paralelos, forzando al BCRA a vender más reservas para calmar la brecha y restringir más importaciones para mejorar su posición en el mercado oficial. Algo similar sucedería ante un eventual shock de desconfianza que aliente la dolarización. En este escenario pesimista, la inflación se dispararía, golpeando al poder adquisitivo, a la par que los problemas sanitarios y económicos limitarían sensiblemente la recuperación de la demanda que empezaría a caer en la comparación mes a mes.

La construcción viene siendo el sector con mejor desempeño hasta ahora. ¿Cuáles son las previsiones para el sector?

La construcción sigue siendo uno de los principales motores de la economía en este año electoral, colocándose en marzo algo más de 2% por encima de la prepandemia. Por otro lado, la venta de insumos evidenció un amesetamiento en niveles relativamente elevados durante el primer trimestre, dando cuenta de cierta fatiga respecto al acelerado ritmo de crecimiento que exhibió la dinámica comercial en la segunda mitad de 2020. Los drivers que han venido apuntalando la actividad se mantendrán vigentes en 2021, aunque moderando su influencia. Por un lado, la continuidad del cepo junto a una brecha cambiaria que podría trepar algo más en cercanías de las elecciones y tasas de interés reales negativas sostienen el incentivo a volcar ahorros al ladrillo. A su vez, en el año electoral se afianzará el crecimiento de la obra pública. El principal riesgo que enfrenta la actividad en el corto plazo proviene de la posibilidad de una reedición de las restricciones sobre la actividad en el marco de la abrupta segunda ola, algo que ya se concretó en la suspensión de las obras de más de 2.500 m2 en CABA.

El tema de las últimas semanas sin dudas fue el del cierre a las exportaciones de carne. ¿Cómo puede afectar esta medida a la cadena?

En un contexto de salarios a la baja (cayeron 35% desde 2018), los precios internos de la carne subieron 65% durante el último año, superando ampliamente a la inflación general. Esa dinámica muestra que es necesario llevar acciones para contener los aumentos. Sin embargo, en base a experiencias del pasado deberíamos saber que restringir la exportación no soluciona los problemas de fondo. La experiencia ha evidenciado que es posible que en el corto plazo se modere el aumento en los precios producto de la mayor oferta volcada al mercado interno, pero que de extenderse en el tiempo conducen a menores saldos exportables, caída en el ingreso de divisas, pérdidas de empleo, achicamiento del stock ganadero y rebote en los precios.

¿Qué ventajas y perjuicios, si es que los hay, tienen Argentina respecto al precio de las commodities?

Se puede proyectar para este año un ingreso de divisas récord vía derechos de exportación. Claramente los precios internacionales, con la demanda China a la cabeza, mejoraron muchísimo. Este flujo adicional de divisas aliviaría las tensiones en el mercado cambiario, permitiendo fortalecer las reservas netas del BCRA. El avance de la liquidación de divisas permitió despejar expectativas devaluatorias, a la vez que contribuye a afrontar el pago de deuda externa sin mayores tensiones. En este sentido, si se considera que los precios internacionales son perjudiciales puesto que su traslado a los precios de los alimentos merma al poder adquisitivo de los sectores más vulnerables, con este volumen de recursos adicionales Hacienda puede compensar potenciales efectos dañinos volcando más recursos vía tarjeta AlimentAR, aumento del presupuesto de la AUH o congelamiento de las tarifas de servicios públicos para los hogares más pobres. Por otra parte, contando con más reservas internacionales, el BCRA posee mayores grados de libertad para reducir el ritmo de aumentos del dólar oficial, contribuyendo a que haya menores presiones inflacionarias.

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