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El boom de las materias primas esta vez será diferente

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Pablo Maas 12 mayo de 2021

Por Pablo Maas

El precio de la soja superó la barrera de los US$ 600 la tonelada el martes, por primera vez desde 2012. El petróleo, el cobre, el mineral de hierro y los fletes marítimos que se cobran por transportarlos tocan nuevos récords cada semana. El boom de las materias primas está entre nosotros, qué duda cabe. La pregunta es por cuánto tiempo. En otras palabras, habría que saber si estamos realmente frente a un nuevo “súperciclo” duradero de los commodities.

El último súperciclo, entre 2003 y 2012, reflejó en gran medida la última etapa de la “revolución industrial” china, con su migración masiva de trabajadores del campo a la ciudad. Ese fenómeno, lejos de haber terminado, no tiene sin embargo la misma potencia que dos décadas atrás. Un dato nuevo que se conoció esta semana es que la población china se contrajo durante el año pasado. Pero nuevos factores estructurales están surgiendo como respaldo a la hipótesis del nuevo súperciclo.

Desde que Joe Biden asumió la presidencia de Estados Unidos y alineó claramente a su país en el combate contra el calentamiento global, ya no hay dudas de que la “revolución verde” ha tomado un impulso extraordinario.

Los esfuerzos para reducir las emisiones de los combustibles fósiles y el fuerte aumento en la inversión para renovar su infraestructura que está encarando EE.UU. significa que habrá una mayor demanda para los metales y para materiales como el litio y el cobre que son vitales para la producción de baterías y vehículos eléctricos. El convencimiento de que esta ola verde es imparable está persuadiendo a las petroleras en moderar sus inversiones en la producción de combustibles convencionales: se están preparando para enfrentar un mundo en el que la demanda de petróleo será estructuralmente más baja. Esto significa que en el corto y mediano plazo el precio del petróleo, antes de bajar por la competencia que ya le están planteando las fuentes de energía renovables, muy probablemente tenga que seguir subiendo por los estrangulamientos que comienzan a aparecer en la oferta.

La OPEP sigue manteniendo la canilla bastante cerrada, decidida a capitalizar al máximo el actual cuadro de precios ahora que ha logrado sacar de escena a los productores de petróleo shale de Norteamérica.

De hecho, el crudo Brent ya se ha afirmado por encima de los US$ 70 el barril y muchos analistas no descartan que pueda llegar a US$ 100 antes de fin de año. Las acciones de las grandes petroleras como Exxon o Chevron, han aumentado entre 60 y 70% en lo que va del año. Y ni hablar de los colosos de la minería como BHP o Rio Tinto, que este año tendrán ganancias extraordinarias, que les permitirán repartir dividendos por US$4 0.000 millones entre sus accionistas. No es para menos. El precio del cobre ya está por encima de los US$ 10.700 la tonelada y algunos analistas creen que puede llegar US$ 13.000.

China es el mayor comprador. El año pasado adquirió 4,4 millones de toneladas, 1,2 millones más que en 2019. El mineral de hierro, un insumo clave para la fabricación de acero, también se negoció esta semana al precio récord de US$ 230 la tonelada, de nuevo a causa de la gran demanda de China, en donde las acerías están retomando la producción luego de haber hecho una pausa el año pasado.

El alza de las materias primas también refleja la debilidad del dólar estadounidense contra las principales divisas. Y también hay un factor nuevo: compras de fondos de inversión que apuestan a los commodities como refugio contra la inflación. Esto último no deja de ser irónico, dado que parte de las presiones inflacionarias que se están haciendo presentes en la economía mundial derivan justamente del abrupto aumento de las materias primas.

El escenario para las materias primas agrícolas es más incierto. Hasta ahora, el boom fue principalmente causado por la demanda. Otra vez, una insaciable demanda china, que este año se propone importar 25 millones de toneladas de maíz, un récord, y más de 100 millones de toneladas de soja (12% más que el año pasado). Además, los stocks de granos en EE.UU., el mayor productor y exportador mundial, han caído mucho. Los stocks de soja están en un mínimo de cinco años y los de trigo, de seis.

Sin embargo, es improbable que los altísimos niveles de compras chinas se repitan el año que viene, estiman analistas de la FAO. Si el clima acompaña y el área sembrada se expande, como ya está ocurriendo en Brasil, que va en camino a superar a Estados Unidos, los precios que estamos viendo ahora bien podrían ser los más altos.

La oferta de commodities “blandos”, como los granos, es más elástica que la de los metales. Gracias a la biotecnología, los rendimientos por hectárea de los granos pueden aumentar. En cambio, la ley de los minerales tiene rendimientos decrecientes. En Chile, muchos yacimientos de cobre maduros ya tienen este problema. Y las inversiones en minería tienen unos tiempos de maduración incomparablemente más largos que la agricultura. Esto está alertando a muchos observadores de que el nuevo súperciclo de las materias primas, si es que realmente ocurre, no será una réplica del anterior. La revolución industrial china levantó todos los botes, como suele decirse. Esta vez, es más probable que haya trayectorias diferentes para distintas materias primas.

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