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Pandemia y actividad económica en 2021

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20 abril de 2021

Por Camilo E. Tiscornia (*)

En 2020, el PIB se contrajo 9,9%, la tercera caída anual consecutiva, que lo ubicó en el nivel más bajo desde 2010. El resultado estuvo gravemente afectado por la larga cuarentena que implementó el Gobierno como forma de enfrentar la pandemia de Covid-19.

Lamentablemente, la segunda ola ya se hizo presente entre nosotros y con una velocidad y virulencia sorprendentes que movieron al Gobierno a implementar nuevamente diversas restricciones. Por lo tanto, también en 2021 el comportamiento del PIB estará condicionado por cómo siga la pandemia y cómo reaccione el Gobierno.

A continuación, analizamos algunos escenarios posibles para el crecimiento de 2021. Para ello, partimos de entender primero adónde estamos parados al cabo del primer trimestre y luego delineamos algunas perspectivas.

En enero, el EMAE, el PIB mensual oficial, creció 1,9% mensual desestacionalizado, superando lo esperado. Así, el nivel de producción quedó apenas 2% por debajo del de enero de 2020 y fue apenas menor que el de febrero de ese año, justo antes de que la pandemia arrancara en el país.

El dato de enero fue mejor a lo que proyectábamos. En base al mismo, el arrastre estadístico que queda para el resto del año es de 8,1%, muy superior al 6,1% que quedaba con los datos de diciembre.

Sin embargo, los datos de actividad de enero y febrero deben ser tomados con mucho cuidado porque suelen ser muy volátiles. Son meses en los que tienen lugar vacaciones y paradas de planta, pero en forma alternada entre ambos, por eso, es mejor analizarlos en conjunto. Al mismo tiempo, este es un año muy especial porque muchas empresas, que estuvieron paradas por la cuarentena, produjeron normalmente en esos meses. En los cálculos desestacionalizados, que toman como referencia bajos niveles de producción en enero por los factores mencionados previamente, esta circunstancia puede exagerar el nivel de producción.

Los datos parciales de febrero avalan esos conceptos, ya que tanto la construcción como la industria cayeron en forma mensual y desestacionalizada, retomando los niveles de producción de diciembre.

Los primeros datos disponibles del mes de marzo son mixtos. En el caso de la construcción, los despachos de cemento mostraron una mejor performance que el índice construya, que retrocedió en forma mensual. En cambio, la industria automotriz arrojó muy buenos datos de producción y ventas, especialmente en el mercado doméstico y en los de producción nacional. Podría pensarse que en marzo el PIB subió en forma mensual desestacionalizada. Así, el primer trimestre cerraría con crecimiento trimestral desestacionalizado interesante, aunque menor que el de los dos trimestres previos, mostrando una pérdida de impulso.

Lo que ocurra de ahora en adelante es muy incierto, ya que el principal determinante será la evolución de la pandemia y las medidas para enfrentarla, pero la experiencia del año pasado es útil para evaluar algunas alternativas.

Una primera posibilidad sería pensar que a partir de abril se replica el comportamiento que tuvo el PIB desde marzo del año pasado, cuando comenzaron las restricciones. Esta variante sería la más extrema y, a priori, no sería el escenario más probable. Quedó claro del año pasado que la larguísima cuarentena no fue la solución al problema y que tampoco tiene sentido cerrar ciertas actividades y la educación es una de ellas, por más que en estos momentos la presencialidad está en tela de juicio. Por otro lado, ya existen vacunas, que el año pasado todavía estaban en desarrollo. Si bien nuestro país viene muy demorado con la vacunación, ésta se va a ir concretando y debería colaborar en evitar un cierre de la economía tan extremo como el del año pasado.

De darse este escenario, el PIB caería por cuarto año consecutivo, esta vez cerca de 2% y, claramente, el resultado no sería peor gracias al elevado arrastre estadístico mencionado previamente.

Podría simularse un escenario menos extremo pensando que la caída que sufre la economía es como la que se dio a partir justamente de abril del año pasado, dejando de lado la de marzo. Justamente por este motivo, sería lógico también pensar que la recuperación que se dio en mayo y junio de 2020 no sería de igual intensidad. En esa línea, podría dejarse de lado el 10% mensual desestacionalizado que creció el PIB en mayo 2020, que coincide con la baja que hubo un marzo. De hacerse esto, 2021 cerraría con un pobre crecimiento de 2,3%.

Finalmente, consideramos un escenario más elaborado a partir de hacer ejercicios como éstos para los sectores de actividad que componen el PIB y para los que se dispone de información mensual, pero tratando de corregir lo ocurrido el año pasado para reflejar que no todos se verán igualmente afectados por los cierres que puedan disponerse este año. Obviamente, hay numerosas posibilidades, pero en una simulación que consideramos muy razonable el crecimiento de 201 estaría cerca del 5%.

A modo de conclusión, en los escenarios más probables que puedan pensarse para 2021, la economía argentina lograría crecer luego de tres años consecutivos de caída. Es más, en los próximos meses muy probablemente se difundan elevadas cifras de crecimiento interanual del PIB. Sin embargo, estos números no serán más que un espejismo que no reflejarán adecuadamente que éste será otro año muy malo en materia de actividad para el país, con el consiguiente impacto en los ya deteriorados indicadores sociales.

(*) Economista, Director de C&T Asesores Económicos y Profesor de Economía Monetaria (UCA)

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