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Luis Varela 16 abril de 2021

Por Luis Varela

La situación comenzó a gatillarse de manera totalmente evidente el jueves de la semana pasada, cuando el jefe de Gabinete Santiago Cafiero salió a decir de manera totalmente inesperada que las provincias, los municipios e incluso los privados pueden comprar vacunas contra el coronavirus, después de más de un año de usar el tema como estrategia política base del Gobierno.

La apertura de Cafiero no fue casual: empezaba a tener datos de que los contagios de Covid subían rápidamente, con el gobernador Axel Kicillof advirtiendo que no era una ola sino un tsunami. Y ayer la situación volvió a estar al rojo vivo: se detectaron otros 24.999 nuevos contagios con 383 fallecidos y una ocupación de camas que sube al 63% a nivel país y al 72% a nivel AMBA.

Y lo peor del caso es que con el 12,7% de la población vacunada, los muertos en toda la pandemia ya llegan a los 58.925, lo cual nos coloca en el triste puesto 12 entre 180 países del mundo.

Obviamente, la multiplicación de contagios, el aumento de las muertes y la mayor cantidad de camas de terapia intensivas ocupadas llevó al presidente Alberto Fernández a tomar otra vez, como hace un año, una medida unilateral, que en este momento, tras meses de hartazgo, la población está resistiendo. Hay cacerolazos frente a la quinta de Olivos y esta mañana se reunirán e Alberto y Rodríguez Larreta para abordar el pedido de la CABA de continuar con las clases presenciales.

Los datos de inflación

Y por si todo ese caos fuera poco, ayer se conocieron dos datos que cayeron como dos granadas en un campo minado: el número de la inflación de marzo y la respuesta del mercado a las licitaciones para colocar deuda que están haciendo la Nación y las provincias. Y los dos datos fueron ciertamente complicados.

El que más estruendo provocó fue el dato inflacionario. Marzo tuvo una suba de precios del 4,8%, mayor al esperado. Lo cual marca una suba en el costo de vida del 13% en el trimestre y del 42,6% en los últimos doce meses. Estas cifras, obviamente, dejan completamente fuera de juego al 29% de variación anual que dibujó el ministro Guzmán en el Presupuesto.

Pero, además, hay dos verdades que hielan la sangre: si la variación de marzo se anualiza, da una inflación del 75%. Además, el aumento del mes pasado marzo significó el peor marzo desde la hiperinflación de 1991. Y, conocedores de la historia argentina por sufrimiento en carne propia, la preocupación de toda la sociedad crece, porque además el Gobierno no da ninguna muestra de estudiar cambiar sus políticas económicas.

Se sabe, otro golpe en la inflación hace que otro importante sector de la sociedad pase a formar parte del grupo de pobres e indigentes. Y eso sucede mientras Guzmán reitera que no está disponible la baja del gasto, ni para los empleados de alto rango, que reciben en sus cuentas más de $250.000 por mes.

Y por si todo eso fuera poco, ayer hubo otro semáforo rojo profundo para el Gobierno. Este miércoles ya había detonado una advertencia, ya que el gobierno de Santa Fe salió a tomar deuda por mil millones de pesos con tres letras a uno, tres y seis meses, y recibió ofertas por 2.000 millones, pero con pedidos de tasas muy altas, por lo que el gobernador Omar Perotti tuvo que dar por desierto al llamado, manifestando que "el Tesoro santafesino no tiene urgencias financieras que lo lleven a tener que endeudarse a cualquier costo".

Y ayer esa misma medicina fue tomada por el Gobierno nacional. El Tesoro salió a buscar unos $73.000 millones para cubrir vencimientos cortos, sin tener que pedirle tanta emisión de pesos al Banco Central, pero como las tasas pagadas por el Gobierno son bajas en términos reales, Economía recibió apenas $40.170 millones.

Y, además, sobre el dinero total recibido, el 55,4% fue captado en bonos ajustables por inflación a un año de plazo, el 27,6% en Letes a descuento a seis meses y el 17% en Letes a tasa variable más 2,75%. Lo cual en los hechos demuestra que la tasa de plazos fijos en el 37% anual, con una inflación crucero que está ya arriba del 4% mensual, no atrae a nadie. Es más, en los últimos diez días incluso los plazos fijos ajustables por UVA+1 dejaron de crecer.

Toda esta Argentina tan complicada se da en un mundo que emite dinero sin parar, por ahora con monedas creíbles. Pero, igualmente en el exterior se vio un paso atrás para el dólar contra todas las monedas. En el exterior el dólar subió 0,1% contra el euro y no cambió contra la libra, pero bajó 0,2% contra el yen, cedió 0,6% en México, achicó 0,7% en Brasil y se desplomó 1,7% en Chile.

Y en Argentina, con los cereales con precios altísimos, y en el anteúltimo día para pagar el impuesto a la riqueza, el Banco Central pudo comprar dólares, por lo que sumó US$ 51 millones a las reservas, pero tuvo que vender bonos para que la pax cambiaria persista.

Así, el dólar turista subió 25 centavos hasta $162,48, el oficial subió 15 centavos hasta $98,47 pesos, el blue no se movió y siguió a $143 y el mayorista subió 5 centavos hasta $97,72. El dólar MEP bajó 10 centavos hasta $143,70 y el contado con liquidación subió 6 centavos hasta $151,67. Por lo que la brecha entre el dólar oficial y el blue fue del 45,2% y la del CCL y el mayorista fue del 63,6%. Y, medidos en pesos, la libra subió 14 centavos hasta $127,81, el real subió 11 centavos hasta $16,51y el euro no cambio y siguió a $111,01.

En los últimos treinta días, con una inflación que viaja al 4,8% mensual, el valor del dólar mayorista fue subido apenas 1,8%, por lo que el país sufre inflación en dólares, y eso destruye el comercio exterior, única fuente de financiamiento real que nos queda.

Y debajo de esa falta de oxígeno de dólares reales, hay otra bomba de tiempo que empieza a espantar a algunas ovejas del rebaño. Ayer el BCRA colocó otros $239.383 millones en Leliq al 38%, para absorber depósitos muchos de los cuales ajustan por inflación, por lo que se hiere a los bancos, y se corre el riesgo de que un disparo inesperado haga que muchos pequeños inversores pretendan sacar sus pesos del banco, para pasarse al dólar.

Por eso ayer, mientras todas las bolsas del mundo anotaron subas del 0,4% al 1,3%, con EE.UU. bajando los pedidos de seguro de desempleo a apenas 576.000, anuncia que en julio tendrá vacunada a toda su población, y los mercados festejan.

Pero en Argentina el escenario es totalmente diferente. Los bonos cayeron otro 1%, con intervención para que los dólares funcionen como ancla (sin funcionar), por lo que el riesgo país volvió a saltar en otras 37 unidades, para ubicarse otra vez en los 1.606 puntos básicos.

Y la Bolsa porteña, a contramano del verde mundial, volvió a estar en rojo. Con $603 millones operados en acciones y $1.492 millones en Cedears, la Bolsa de Buenos Aires bajó otro 0,4%. Mientras que los ADR argentinos que operan en Nueva York tuvieron mayoría de bajas, con IRSA e YPF como los más perjudicados, uno por el cierre de los shoppings, y otra por el bloqueo a la salida de Vaca Muerta.

Por supuesto, la debilidad global del dólar volvió a darle buenos precios a todas las materias primas. Subió el petróleo, saltaron las onzas de oro y plata, mejoraron los metales básicos, tuvieron muy buenos precios todos los granos sin excepción, tanto en Chicago como en Rosario. Y lo que sigue navegando allá arriba, en la estratósfera, son las criptomonedas, con el Bitcoin arañando los US$ 63.200, a pesar de que tres bancos de inversión advirtiendo que el dibujo que pueden llegar a tener las criptos, si llega la vigilancia global estatal, se puede llegar a parecer mucho a la curva que tuvo la enchufada GameStop en los últimos cinco meses.

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