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Los mercados locales están disociados de los mundiales

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Luis Varela 19 abril de 2021

Por Luis Varela

Mientras Argentina sigue envuelta en su propio laberinto, esperando que unos pocos privados hagan negocios, para cobrarles impuestos cada vez más imposibles y con eso mantener a una cantidad de empleos y gasto público insostenibles, el mundo financiero va entrando en una efervescencia que empieza a poner las barbas en remojo, por lo menos para los que más entienden qué es lo que sucede.

La situación global es compleja y aún repleta de incertidumbre. Mientras algunos pocos países empiezan a vacunar con gran velocidad, el rebrote, con nuevas cepas, del Covid-19 sigue haciendo estragos. Hasta hace dos meses se morían en el planeta unas 65.000 personas por semana, en la primera semana de abril ese número subió a 79.000 y la semana pasada se llegó a 83.000 decesos.

Hay enormes diferencias en cuanto a niveles de vacunación. Considerando primera dosis, Israel ya inoculó al 99,9% de su gente, Emiratos Arabes Unidos al 96%, Chile 67,7%, Gran Bretaña 61,1%, EE.UU. 61,1% y Uruguay 37,9%. Un escalón más abajo están las naciones de Europa Occidental más vinculadas a nuestras raíces, como España que vacunó al 26,4% de su población, Alemania al 25,5%, Francia al 24,9% e Italia al 24,2%. Y muy por debajo de eso están Brasil con 15,4% y la Argentina con 13,5%. Y, de manera inexplicable, Rusia (que fabrica una de las vacunas más pedidas) inoculó a apenas 10,6%. Y casi todos los demás países latinoamericanos están mucho más abajo, con Paraguay en el cuarto sótano, con apenas 1% de vacunados.

Por supuesto, con las nuevas cepas y los bajos niveles de vacunación, no sorprende que en la última semana las muertes de Paraguay hayan subido un escalofriante 10,2% y más temor genera que los decesos en Brasil hayan trepado 5,8% en los últimos siete días. Pero probablemente lo que más temor provoca, que parece casi inexplicable, es que por encima de las muertes promedio del mundo estén los países que fabrican las vacunas o que vacunan mucho: en Rusia en los últimos siete días los muertos crecieron 4,6%, en Estados Unidos 3,5%, en Chile 3,4% y en Francia 3,1%.

El dólar en baja

Para enfrentar un momento tan crucial, la solución de casi todos los países es la misma: repartir dinero, para que la gente siga consumiendo y que la maquinaria se siga moviendo. Todos emiten, sin excepción, pero el que se destaca es Estados Unidos, que arroja dólares desde helicópteros y, en consecuencia, en la última semana el dólar perdió valor contra casi todas las monedas del mundo: bajó 0,4% contra el franco suizo, 0,5% contra el yuan, 0,6% contra el euro, 0,8% contra el yen, 1% contra la libra, achicó 1,1% en Chile y cayó 1,7% en Brasil.

Semejante emisión de dinero, con una sucesión de permisos de la Reserva Federal y de la Security Exchange Commission (SEC) para que Wall Street se sostenga y no entre en pánico, hizo que las bolsas del mundo tuvieran la semana pasada un ciclo de festejo: la de San Pablo subió 2,9%, la de México creció 2,3%, Frankfurt 1,5% y Nueva York 1,1%. "Llegan las vacunas, hay dinero barato, entramos en una 'belle époque'", repiten muchos operadores.

Obviamente, Argentina está muy lejos de esa situación.

Por no cumplir los contratos, por nueve defaults marcados a fuego, por colocar un impuesto sobre otro, por conseguir pocas vacunas, por la llegada del otoño y por un Poder Ejecutivo que sigue repitiendo la misma fórmula sin que haya funcionado desde hace dieciséis meses, no hay inversión, no hay empleo y la fuga de capitales continúa. Por eso, la semana pasada, mientras todas las monedas subían contra el dólar, a nivel local el dólar subió 1,4% tanto en el mercado blue como en el contado con liquidación. Sólo el dólar MEP estuvo en línea con otras monedas no dólar del mundo, pero fue muy manejado por el Estado con persistentes ventas de bonos, que dejan a los títulos en el fondo del pozo, y un riesgo país que roza los 1.600 puntos, nueve veces más alto que el riesgo de los países vecinos.

Además, mientras los inversores sueñan con que un acuerdo con el FMI o que las elecciones sean un driver que cambien las cosas, el ministro Guzmán recibió una negativa rotunda en el Club de París: el pago de US$ 2.400 millones que deben hacer dentro de un mes no se posterga (si no lo hacen dos meses después serán declarados en default por el organismo) negocien un plan sustentable con el FMI, ese es el único camino. Así, mientras las bolsas del mundo festejan la "belle époque", la Bolsa de Buenos Aires cayó la semana pasada: perdió 2,4% en pesos y 3,7% en dólares.

Lo que detonó la suba del dólar, el estancamiento de los bonos y la caída de las acciones fue el resultado de lo mismo. Desconfianza, crédito cada vez más escaso, cada vez más cepos, desabastecimiento e inflación. El 4,8% de IPC que dio el Indec para marzo y la fallida licitación que hizo Economía para poder pagar los vencimientos de corto plazo dejan dos salidas obligadas para un Guzmán que volverá sin nada: tendrá que pedirle al BCRA que emita más y habrá que subir la tasa de interés.

Quedó demostrado, además, que anclar al dólar no está funcionando. En las últimas veinte semanas el dólar mayorista fue subido 14%, al tiempo que la inflación en el mismo período fue del 21%. Esto significa que el tipo de cambio se atrasa, Argentina tiene alta inflación en dólares, el Banco Central mete todo abajo de la alfombra, los inversores empiezan a inquietarse y ya no le prestan al Estado ni aunque prometa pagar bonos ajustables por inflación.

A todo esto, con el mercado local tan frágil, las candilejas del mundo tampoco lucen tranquilizadoras. La súper emisión de efectivo en todas partes siguen haciendo subir a las commodities y a las posiciones refugio. En el mes hay subas del 4% al 6,5% para la onza de plata, el trigo, el sorgo, el petróleo, el aluminio, el bitcoin, el cobre y el oro. Aunque, como peor señal para Argentina, hay valores que están frenados: la soja Chicago sube 0,3% en abril, baja 0,2% en Rosario y el girasol santafesino se desploma 11%.

Las tasas largas de Estados Unidos ya subieron y las grandes subas se frenaron. Hace ocho meses la tasa a 10 años norteamericana era del 0,5% y hoy está en el 1,6% anual. Estados Unidos registró en marzo una inflación el 0,6% (la variación mensual más alta desde 2012), y que en los últimos 12 meses el costo de vida ya subió 2,6% anual, un número que no se veía desde agosto de 2018. Jerome Powell, el dueño del joystick de la tasa corta, proyecta que la tasa de casi 0% durará hasta 2023 y la semana pasada aclaró que antes de subir la tasa dejará de comprar títulos, pero también sostuvo que “si la inflación sube más, actuaremos".

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