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¿El ajuste fiscal está en marcha?

Palacio_de_Hacienda_Ministerio_de_Economia
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22 abril de 2021

Por Francisco Eggers (*)

En estos días, el Ministerio de Economía publicó la ejecución presupuestaria del sector público nacional (base caja, es decir, según lo pagado e ingresado). El comunicado del ministerio menciona que “el primer trimestre arrojó el resultado financiero más bajo de los últimos seis años”. Se queda corto: para un primer trimestre del año, es el menor déficit fiscal en ocho años.

A continuación, el comunicado se centra en las variaciones respecto a 2020, aclarando que la comparación se ve afectada por la emergencia del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio en marzo de ese año, y que parte de la mejora se debe a la reestructuración de la deuda, que redujo la carga de intereses. Aclaraciones correctas, que parecen inducir a no festejar la disminución del déficit. Lo opuesto a lo que se hacía cuando Nicolás Dujovne era ministro, que trataba de explicar que el Estado Nacional estaba ajustando, aun cuando los números que publicaba indicaban un aumento del déficit, o una disminución sólo moderada.

La reducción del déficit respecto a 2020 era lo esperable, ya que ese año alcanzó un nivel insostenible. Pero, entonces, uno podría comparar el primer trimestre de 2021 con el del año 2019, previo a la pandemia de Covid-19. El presupuesto 2021 proyecta un déficit para 2021 menor que el de 2020, pero superior al de 2019. Pero en el primer trimestre, el déficit ejecutado fue 26% menor al de 2019, en valores corregidos por inflación.

Esta reducción se explica por la baja de gastos, lo que a su vez se debe a los menores pagos de intereses. El resto de los gastos (el “gasto primario”) subió 5% real, más o menos lo mismo que los ingresos tributarios. La suba en gastos se explica por los programas de asistencia social y por los subsidios tarifarios y se ve atemperada por la reducción del gasto previsional y en remuneraciones.

Los ingresos totales no aumentan, debido a la reducción en ingresos no tributarios, destacándose los intereses cobrados. Esto último tiene que ver, en parte, con las altas tasas de interés vigentes a comienzos de 2019: para el sector público es una buena noticia que se hayan reducido, pero como el concepto de “déficit primario” incluye los intereses cobrados y no los pagados, el aumento en las tasas hace bajar ese déficit (lo que evidencia que no es un concepto útil para seguir la performance fiscal). En el primer trimestre de 2019 se exhibió un “superávit primario” por primera vez en varios años, gracias a ese tratamiento, que busca ocultar el problema del pago de intereses de la deuda: si excluimos los intereses cobrados, el resultado hubiera sido déficit.

Si consideráramos que el primer trimestre de 2021 está indicando un camino de reducción del déficit fiscal, la publicación de los datos tendría que haber sido una de las noticias económicas más importantes de la semana. Sin embargo, prácticamente ningún medio le dio importancia, y da la impresión de que el Gobierno tampoco lo quiso destacar demasiado.

Se me ocurren dos explicaciones a esto. Una, que se piense que el primer trimestre del año no marca tendencia, es decir, que el déficit crecerá (respecto al de 2019) en los próximos meses, por lo que no valdría la pena publicitar el buen resultado de los primeros meses del año, ya que para los meses siguientes podríamos tener una decepción. La segunda explicación sería que el discurso del actual Gobierno es antiajuste fiscal, y entonces preferirían no publicitar datos que muestran que los gastos en previsión social y en salarios públicos son actualmente más bajos, en términos reales, que los de la gestión anterior.

Mi impresión es que, a pesar de todo lo que hemos pasado, todavía no hemos tomado conciencia de la necesidad de reducir sustancialmente el déficit fiscal. Si las tarifas aumentan 6%, es noticia de tapa de los diarios; si el déficit fiscal se reduce, pasa inadvertido. Pero no actualizar las tarifas, con lo cual se reducen en términos reales y compensar esa reducción con subsidios tarifarios, es barrer la basura debajo de la alfombra. El aumento de tarifas de servicios públicos en la gestión anterior pudo tener un objetivo fiscal, pero probablemente también un objetivo privado: mejorar la rentabilidad de las empresas y su consiguiente valorización. Pero congelar las tarifas de modo que no cubran el costo de prestación, y compensar a las empresas prestadoras con recursos provenientes de emisión monetaria puede ser muy costoso. La estabilidad económica requiere controlar el déficit fiscal: no es suficiente, pero sí es condición necesaria para retomar una senda de crecimiento.

(*) Economista

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