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Argentina y su obsesión por las soluciones mágicas

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21 abril de 2021

Por Augusto Salvatto

Los argentinos hemos desarrollado una tendencia a vivir la política como un cuento de hadas. La “política Disney” que practicamos, implica no solamente la tajante división del universo entre héroes y villanos, sino también la fe ciega en las soluciones mágicas que los autodenominados héroes nos proponen.

“Vamos a prender la economía”, “nos van a llover inversiones”, “vamos a poner la Argentina de pie” o “alcanzaremos la pobreza cero”. ¿Y cómo lo van a hacer? Bueno, eso ya es otro precio. Magia.

Es más complejo

Los politólogos somos famosos por usar el “es más complejo”, como respuesta a casi todo. Pero parece que no lo hemos repetido lo suficiente. Los problemas complejos requieren soluciones integrales, complejas, bien diseñadas, y con una mejor implementación. Las soluciones mágicas, por el contrario, solo patean el problema para adelante y dan una falsa sensación de que el problema está solucionado.

Tomemos, por ejemplo, la cuestión de la pobreza. Evidentemente, requiere la implementación de políticas multisectoriales, que trabajen en múltiples dimensiones y que aborden el problema de raíz. Esto, evidentemente, lleva tiempo, y requiere de implementaciones sumamente complejas que involucren a los tres niveles de gobierno. La solución mágica, fácil y rápida es un plan social. Originalmente pensado para instancias de emergencia, se han vuelto permanentes en la política argentina, y hasta el propio oficialismo, en off, por supuesto, admite que no saben cómo desarmarlos.

Otros países también hacen políticas sociales. No vaya a ser cosa que nos creamos que somos los paladines de la justicia social. Pero, cuando la cosa funciona, implica implementación controlada en el territorio, con empoderamiento de los municipios, diseños que no tiendan a la permanencia, y con un empalme que permita a los beneficiarios insertarse rápidamente en el mundo laboral.

Lo mismo corre para otras políticas que requieren soluciones complejas: la formación en habilidades digitales, que no se soluciona repartiendo computadoras; la inflación, que tampoco se soluciona controlando precios; o los problemas cambiarios, que no se arreglan quitando el cepo de un día para el otro; o nuestro sistema previsional, quebrado hace años y, sorprendentemente, intocable.

Problemas complejos. Soluciones complejas.

El precio de la magia

Las soluciones mágicas pueden ser muy simpáticas. Nos salvan del paso, nos hacen quedar bien y hasta nos permiten construir relatos en torno a ellas. Pero al cabo de un tiempo, comienzan a tener el efecto contrario.

Según el Panorama Social de América Latina de la Cepal, Argentina es de los países de la región con mayor gasto social, y, específicamente, mayor gasto en protección social. Sin embargo, somos de los pocos países que en las últimas décadas ha aumentado el número de pobres de manera sostenida en términos intergeneracionales.

Para sustentar sus cuentos de hadas, los “héroes” continuarán construyendo villanos, y seguirán pensando soluciones mágicas. Pero, la pregunta es hasta cuándo. Quizás vaya siendo hora de crecer.

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