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Turquía estornudó: Argentina no sufrió, pero gastó reservas

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Luis Varela 23 marzo de 2021

Por Luis Varela

Con gran inseguridad en la salida del virus (retraso, concentración y falla de vacunas), la economía mundial sigue sumergida en una extraña ebullición, con inflación amenazante, algunas commodities que están muy firmes y amenazan, y eso hizo saltar las tasas largas de EE.UU. hasta 1,7% en bonos a 10 años y 2,4% en bonos a 30 años, y con muchos activos de riesgo con precios excesivos eso se está convirtiendo en una aspiradora de capitales, que se mueven en una única dirección: hacia territorio norteamericano.

La mayor inflación global está obligando a los países con sus mercados abiertos al comercio a tener que subir sus tasas de interés. Brasil subió la semana pasada su tasa Selic de 2% a 2,75% anual. Rusia acaba de realizar su primera suba de tasas desde 2018, de 4,25 a 4,5% anual. Y entre el cierre de la semana pasada y ayer el Banco Central turco subió sus tasas del 8 al 19% anual porque su inflación empezó a salirse de control: hace seis meses era del 12% y ahora está en el 16% anual.

Detrás de la decisión del presidente de la autoridad monetaria turca llegó una sorpresa: el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que ocupa su cargo desde hace siete años con mano dura y muchas decisiones claramente autoritarias, interfirió con la división de poderes, echó al titular del Banco Central de Turquía y la lira entró en ebullición: la cotización del dólar saltó en Estambul de 7,21 liras a 8,32 liras y luego de la intervención de Erdogan, con uso de fondos públicos para frenar la corrida, la paridad cedió hasta 7,83 liras por billete estadounidense.

No es la primera vez que ocurre este temblor con la lira turca. En 2018 tuvo una corrida, desde 3,59 a 6,53 liras por dólar, valor que fue corregido por el Banco Central turco a costa de medidas monetarias ortodoxas que lo regresaron a la zona de las 5,60 liras antes de que se iniciara el Covid-19. Aquel sismo cambiario de 2018 generó fuertes problemas para Argentina, sobre todo entendiendo que se dieron en las semanas previas a la derrota de Mauricio Macri en las PASO a manos de Alberto Fernández.

Pero en este período está ocurriendo algo parecido. Hace seis meses, unos días después de la corrida que llevó al dólar blue a $195 en Argentina, los turcos ya tuvieron su propia corrida. Entre octubre y noviembre el dólar saltó en Turquía de 7,50 a 8,60 liras, valor que su banco central pudo dominar con sucesivas intervenciones, muy parecidas a lo que está haciendo Argentina. Como pasó en Argentina con el dólar, que bajó de $195 a $144, los turcos pudieron bajar el dólar de 8,50 a 6,96 liras. Pero la inflación empezó a castigarlos, los bonos de EE.UU. aspiraron fondos, el titular de su Banco Central tomó una medida ortodoxa. Y Erdogan lo echó.

El temblor turco provocó ayer un estornudo en los mercados. Todos los países con inversiones en el mercado de Turquía se vieron afectados. Por ejemplo hay capitales de bancos españoles metidos en ese país y la Bolsa de Madrid terminó con bajas. Pero como en EE.UU. el estímulo es gigante, y como además ese mercado está recibiendo capitales de todas partes, la Bolsa de Nueva York volvió a festejar, y con el mercado más grande tranquilo, lo que pudo ser un resfrío grande se transformó en apenas un aviso.

Es más, la Bolsa de Nueva York subió, y bien. México también pudo estar apenas arriba. Pero Brasil tuvo complicaciones. El dólar subió en toda América Latina y la Bolsa de San Pablo terminó bajando 1,1%. Pero en el mercado hay una certeza: la inflación va marcando la cancha, la Reserva Federal controla las tasas cortas, pero no tiene impacto en las tasas largas: si EE.UU. no realiza una modificación en las tasas cortas pronto, es posible que Jerome Powell pierda influencia y eso se transforma en un gran peligro para Wall Street y para todos los mercados.

Sucede que las tasas largas son un refugio de calidad para inversores temerosos. Por eso en el exterior el dólar subió 0,5% en Chile, 0,4% en México, 0,3% en Brasil y 0,1% contra la libra, pero bajó 0,1% contra el yen y 0,2% contra el euro. O sea, el billete sube en mercado inseguros y por ahora no molesta en los países con monedas sólidas.

En Argentina, con cepo, aislada, y con valores ya por el piso, el estornudo turco prácticamente no se sintió. Eso sí, el Gobierno tuvo que hacer más esfuerzo para que la pax cambiaria continúe, con venta de bonos y con mayor pérdida de reservas. Así, el dólar turista subió 20 centavos hasta $160,22, el oficial subió 12 centavos hasta $97,10, el blue bajó $1 hasta $143 y el mayorista subió 21 centavos hasta $91,57. El Banco Central perdió otros US$ 77 millones de las reservas y ahora le quedan US$ 39.649 millones. El dólar MEP bajó 88 centavos hasta $143,15 y el contado con liquidación bajó 79 centavos hasta $148,91. Y con eso, la brecha entre el oficial y el blue bajó al 47% y la del CCL con el mayorista bajó al 62,6%.

Pero claro, el Banco Central controla el dólar pero no otras monedas. Medidos en pesos, el euro saltó 49 centavos hasta $109,29, la libra subió 23 centavos hasta $126,92 y el real bajó 6 centavos hasta $16,63. Y hay una realidad, con precios internos acelerando, el Gobierno usa el dólar como ancla, con un colateral cada vez más peligroso. En los últimos treinta días Reconquista 266 subió 2,4% el dólar mayorista, un punto y medio menos que la inflación.

Además, la inflación sube en todas partes y todos suben las tasas. Y en la Argentina está apareciendo otro problema muy peligroso. El Banco Central mantuvo sin cambios las tasas: paga 38% por las Leliq y los bancos pagan 37% por los plazos fijos. Pero hay un problema: conscientes de que los plazos fijos normales pagan 2,7% por mes, cada vez más inversores colocan fondos ajustados por inflación. El BCRA se los chupa a los bancos pagándole 38%. Pero la inflación del último cuatrimestre vuela a un ritmo anual del 55%. Y ese descalce complicará a los bancos, de ahí que el Gobierno esté autorizando que las entidades vuelvan a cobrar comisiones y costos por cajeros y otros servicios.

Por otra parte, Martín Guzmán no tuvo éxito con los inversores, conversó con la gente del Banco Mundial tampoco logró avances, y de ahí que hoy Alberto Fernández en persona tendrá un zoom con el titular de ese organismo. Seguramente le entregará más garantías para lograr fondos frescos. Eso sucede con otro elemento de fondo: en cuatro días se vencen los plazos para que cuatro provincias entren en default confirmado: si no hay avances, antes del viernes tendremos novedades desde ese frente.

Con todo ese marco, los bonos argentinos actuaron bastante bien. Los valores no tuvieron grandes cambios y el riesgo país siguió colocado en las alturas. Hoy Argentina tiene un riesgo de 1.516 puntos, nueve puntos por encima del promedio de países vecinos: Brasil tiene 288 puntos, México 202, Chile 145, Uruguay 130 y Perú 127.

En papeles privados tampoco hubo amenaza turca. Con $601 millones en acciones y $2.173 millones en Cedears, la Bolsa de Buenos Aires subió 0,43%. Y los ADR argentinos que cotizan en NY estuvieron mixtos, con buen día para Bioceres y Pampa E y mala rueda para Despegar y Telecom.

Detrás de los turcos, las commodities entregaron algunas señales que pueden marcar lo que viene. El petróleo volvió a ceder, apenas. Los metales preciosos siguieron débiles. Los metales básicos y los granos continuaron firmes, ya que son alimentados por el consumo real de industrias y personas. Y la señal quizás más inquietante fue una dura baja 5,4% para el Bitcoin, con caídas mayores en otras criptomonedas. Lo cual indica que los activos de riesgo afrontan una dura prueba: evidentemente, el horno no está para bollos.

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