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El Mercosur, entre el riesgo del “Brexit” y la extensión del estancamiento

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30 marzo de 2021

El 30° aniversario del Mercosur y la cumbre entre los presidentes de sus países miembros continúa generando repercusiones. El evento, que se organizó con el objetivo de mostrar cierta unidad, terminó provocando todo lo contrario.

La discusión final entre Alberto Fernández y Luis Lacalle Pou trajo a la luz un interrogante que se venía debatiendo desde hace un tiempo pero, pocas veces, con tanta fuerza. ¿Es posible que el Mercosur finalmente se desintegre?

Consultado por El Economista, Esteban Actis, doctor en Relaciones Internacionales, explicó cuál es la situación actual que se está viviendo en el bloque regional: “En los procesos de integración, cuando hay una etapa de auge y consensos internos, las discusiones pasan por la ampliación y la profundización de los mismos, lo cual es un síntoma de vitalidad. Por otro lado, cuando estos procesos entran en algún tipo de crisis o estancamiento, se discuten asuntos como la fragmentación y la flexibilización. Hoy en día, el Mercosur está atravesando esa etapa”.

A mi entender, la crisis tiene que ver con una cuestión vinculada a los distintos modelos de desarrollo de los miembros que poseen economías primarizadas y con orientación comercial a terceros mercados, lo cual ha generado que el comercio intra Mercosur venga en declive. Si los países no comercian entre sí y los intereses entre los socios son cada vez menores, es muy difícil pensar que un proceso de integración comercial pueda avanzar”, agrega Actis.

La gran incógnita es si la actual crisis regional podría ser el desencadenante para que el histórico bloque llegue a su fin. En diálogo exclusivo El Economista, Julieta Zelicovich, doctora en Relaciones Internacionales, brindó su punto de vista al respecto: “Creo que hay al menos tres razones que hacen difícil pensar que podría desatarse un proceso de 'desintegración' ?tipo Brexit? en el corto o mediano plazo. El primero viene dado por el contexto global: mientras que los flujos de comercio tienden hacia el Pacífico (lo que podría estar alimentando los argumentos de que el Mercosur pudiera volverse redundante), el abordaje de las negociaciones de las reglas comerciales, así como el tratamiento de los problemas globales (pandemia, crisis, proteccionismos, nacionalismos) les dan a mecanismos como el Mercosur mucha más entidad. No hay salidas unilaterales en la crisis global. El segundo factor es que el Mercosur, aún con sus falencias, sigue siendo un componente importante para las economías de los países miembros en términos de agregación de valor de la canasta exportadora, y en cuanto a su relevancia para regiones subnacionales específicas. Cabe preguntarse quiénes son en términos sectoriales los eventuales 'ganadores' de tal eventual desintegración vis-a-vis los 'perdedores'. Por último, el Mercosur es más que sus fallas en el funcionamiento de la unión aduanera. La agenda de cooperación a nivel más desagregado que constituye al bloque (educación, salud, democracia) también tiene que formar parte de la ecuación que pueda llevar a un gobierno de cualquiera de los países miembros a decidirse por esa desintegración. El problema es que, sin resolver los bloqueos internos que hoy tiene, el riesgo del Mercosur no es su desintegración a modo Brexit, sino su creciente irrelevancia frente a los problemas regionales y globales. Encontrar mecanismos para hacer posible la construcción de un horizonte común es un imperativo”.

Por el momento, no parece que la vida del Mercosur corra peligro. Sin embargo, otro interrogante es qué postura debe adoptar el Gobierno de Argentina de cara al futuro. En esa línea, Actis agrega que “Argentina es el país que mayores dilemas tiene en torno a esta crisis”.

“Por un lado, está claro que, si los otros miembros abandonan el barco, el país quedaría en soledad. No hay posibilidad alguna de que la economía nacional pueda sortear todas sus dificultades y desafíos en esa condición. Por otro lado, un Mercosur flexibilizado, donde los países puedan firmar acuerdos de libre comercio por su cuenta, también es un escenario negativo porque Argentina todavía tiene algunos escenarios industriales que siguen siendo competitivos”, agrega.

El gran desafío de la diplomacia argentina es evitar la ruptura y, al mismo tiempo, ser capaz de sentarse a negociar y tener un ejercicio diplomático para ceder donde haya que ceder, logrando una cierta unidad, pero sin perjudicar a la estructura productiva nacional”, agregó.

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