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Estados Unidos vs. China: Biden prioriza el Indo-Pacífico

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Damián Cichero 19 marzo de 2021

Por Damián Cichero (*)

El viernes pasado, se llevó a cabo, por primera vez en la historia, una cumbre entre los líderes de los países miembros del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (también conocido como Quad).

El foro, formado por Estados Unidos, Australia, Japón e India, surgió en 2007, en paralelo con ejercicios militares en conjunto sin precedentes (Malabar), como respuesta al aumento del poderío chino. Sin embargo, el proyecto duró tan solo un año, ya que, en 2008, Australia decidió abandonarlo ante las continuas protestas desde Pekín.

Con el pasar de los años, a través de estrategias bilaterales, los integrantes siguieron relacionándose, aunque pocas veces lo hacían en conjunto. Esto último pudo observarse claramente durante la presidencia de Donald Trump, quien consideró a los tres países como actores clave para contener el increíble ascenso chino.

Con la llegada de Joe Biden al poder, muchas cosas cambiarán en Estados Unidos. Sin embargo, hay un asunto en el que está casi totalmente de acuerdo con su predecesor: China es el principal desafío que enfrentará su país en los próximos años.

Tanto Biden como su secretario de Estado, Antony Blinken, han respaldado públicamente la estrategia de confrontación que implementó Trump y han decidido mantener muchas de sus medidas. Pero, más allá de esta coincidencia, el nuevo gobierno demócrata considera que la mejor manera de enfrentar este reto es a través de una política multilateral, alejándose del unilateralismo de la gestión anterior.

En esta línea, muchos expertos consideraban que Biden tendría como prioridad reparar las dañadas relaciones con el Viejo Continente por el proteccionismo trumpiano. Hace unas semanas, le avisó a Europa que “Estados Unidos está de vuelta”, confirmando que retornaría a su histórica política exterior de aliarse con los países occidentales para difundir su tan anhelado “orden liberal”.

El problema para el nuevo presidente es que, más allá de que su país se mantiene como la principal potencia, ya no posee la supremacía absoluta en el sistema internacional. El mundo avanza hacia una multipolaridad donde Washington continúa destacándose por sobre sus rivales, pero no puede imponerse al 100%. Esto genera que países como China o Rusia modifiquen o impongan su impronta en ese orden mundial para aprovecharse de él.

Es esto último lo que seguramente haya inclinado la balanza para que, por el momento, Biden apueste por sus socios en el Indo-Pacífico. Aunque Europa critique públicamente diferentes acciones de Pekín e imponga algunas tímidas sanciones, como es el caso de los Derechos Humanos, han dejado en claro que no tienen la intención de enfrentarse abiertamente el régimen de Xi Jinping.

No hay que olvidarse de que la Unión Europea ha establecido un histórico acuerdo comercial con China pese a las objeciones norteamericanas. La postura no es descabellada: en un mundo donde EE.UU. no tiene la supremacía absoluta, no pueden darle la espalda a la única potencia que creció económicamente durante el 2020. O, en otras palabras, pese a no profesar los mismos ideales, el poderío chino hace que para la UE sea imposible rechazarlos.

A esto debemos sumar que la región del Indo-Pacífico es una zona clave, tanto para la economía mundial como para las aspiraciones expansionistas chinas. En esta región se da el 60% del comercio internacional por mar y circula una tercera para del tráfico marítimo mundial mientras que el mar de la China Meridional, el lugar de mayor tensión dentro de esa zona geográfica, es la segunda ruta marítima más importante del mundo. Por año, un tercio del petróleo y la mitad del gas natural que se consume a nivel mundial circula por el estrecho de Malaca. Sumando todas las importaciones y exportaciones que pasan por esa zona, se calcula que el 20% del flujo de capital relacionado con el comercio internacional está allí.

Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés), se calcula que en las aguas del mar de la China Meridional hay entre 7.000 y 11.000 millones de barriles de reservas de petróleo y 200 billones de pies cúbicos de gas natural. Las reservas de pesca y gas natural representan aproximadamente el 12% del total mundial.

Respecto al expansionismo chino, los océanos Índico y Pacífico son claves para su iniciativa de la Ruta de la Seda, a lo que se suman sus diversos reclamos territoriales y disputas con Taiwán, Hong Kong, Vietnam, Filipinas, Malasia y Brunéi.

En esta línea, tanto Trump como Biden han sido conscientes de que Japón, Australia e India no solo son muy respetables a nivel económico y militar, sino que todos tienen conflictos latentes con China, lo cual es un plus a la hora de enfrentar a un enemigo en común.

Mientras que Japón e India tienen disputas territoriales con China en las islas Senkaku y el Himalaya, respectivamente, Australia, de principios más occidentales, ha responsabilizado al gigante asiático por la pandemia del Covid-19 y ha roto sus contratos de 5G con Huawei por supuesto espionaje.

Todo esto explica porque Biden ha priorizado el Quad, abogando por "un Indo-pacífico libre y abierto, lo cual es esencial". El encuentro tuvo tal éxito que los primeros ministros de Japón, Yoshihide Suga, Australia, Scott Morrison, y la India, Narendra Modi, acordaron realizar una nueva cumbre en persona con Biden antes de que termine este año.

¿Qué pueden ofrecerle a EE.UU. estos actores?

En el caso de la India, es el principal ganador, ya que el concepto Indo-Pacífico le da un papel central que no poseería si solo se concentraran en el océano Pacífico. En los años 70, Kissinger decidió que EE.UU. debía iniciar relaciones formales con la China comunista de Mao para crear una “mesa de tres patas” que evitara la creciente polarización con la URSS.

En este caso, la India podría jugar un papel similar, o incluso mayor, ya que su relación con EE.UU. es de cooperación, mientras que la de Washington y Pekínen esa época era de enemistad. Según diversos pronósticos, para el año 2040, la República de la India será el país más poblado del mundo y la segunda economía más grande solo por detrás, obviamente, de China. Su inclusión en la fórmula será un gran dolor de cabeza para Pekín, que cada vez tendrá que lidiar con más competidores, lo que seguramente la debilitará.

Respecto a esto último, Federico Bauckage, Secretario de Redacción en el Instituto de Seguridad Internacional y Asuntos Estratégicos del CARI, agrega que la India tiene importantes objetivos, como convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. En pos de conseguirlo, cooperará con EE.UU. en busca de su apoyo. Sin embargo, desde la Guerra Fría, Nueva Delhi tiene una política de no alineamiento, por lo que no se subordinará totalmente ante Washington.

A nivel militar, actualmente se encuentra por detrás del poderío chino. Sin embargo, es uno de los cuatros países que posee la envidiable “tríada nuclear” (capacidad de lanzar misiles nucleares desde tierra, aire o agua) y la capacidad de destruir satélites. El nuevo rol que se le otorgaría sería muy incentivador para mejorar aún más estas increíbles capacidades. En esta línea, cuando Trump visitó durante dos días el país asiático, firmó un acuerdo militar por US$ 2.600 millones, reforzando su alianza bilateral.

En el caso de Japón, tercera economía mundial, su alianza con Estados Unidos se remonta a los años posteriores de la Segunda Guerra Mundial, cuando, después de varias negociaciones, el ex imperio adoptó una Constitución pacifista,pero se aseguró, a través de una “cláusula de ayuda”, que la potencia occidental lo defendería ante un ataque extranjero.

Esta semana, el secretario Blinken realizó su primer viaje oficial al extranjero y visitó Japón, buscando afianzar la relación bilateral. En una declaración en conjunto con su par japonés, ambos advirtieron que renovaron su compromiso de oponerse a la "coerción y al comportamiento desestabilizador" de Pekín "hacia otros en la región”, mientras que Blinken fue más allá y dijo que "si China usa la fuerza para imponer su voluntad, nosotros responderemos de forma consecuente”.

Por último, Australia es el país que mayores conflictos está atravesando con Pekín, a quien critica abiertamente por su antidemocrático accionar.

Presente entre las 15 economías mundiales, Sídney posee, según Global Firepower el 19° ejército más poderoso y, gracias a acuerdos con el ex presidente Trump, continúa recibiendo cooperación norteamericana para modernizarlo.

Aunque esto recién comienza, muchos especialistas empiezan a hablar de la “nueva OTAN”. Mientras la primera se encargó de contener el avance comunista por detrás de la Cortina de Hierro durante la Guerra Fría, esta frenaría el avance chino en su zona de influencia.

(*) Licenciado en Relaciones Internacionales

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