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Entre los DEG del FMI y los primeros indicios de la “segunda ola”

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29 marzo de 2021

Los informes privados del fin de semana se centraron en los DEG del FMI y los casos de Covid-19.

La inyección de DEG del organismo está cada vez más cerca y será mayor a la esperada. No serían US$ 500.000 millones sino US$ 650.000 millones. Para Argentina, la repartija asegura US$ 4.354 millones y hay rumores que indica que algunos países amigos (se habla de México, España, Rusia y China, entre otros) podrían ceder sus DEG para las reservas del BCRA.

La gran pregunta es cuándo llegarán. “La última asignación general fue evaluada por el directorio del FMI entre abril y junio de 2009, pero recién en agosto de ese año la partida fue desembolsada. Es decir, pasaron 5 meses entre el momento en que se apoyó la decisión y el giro del efectivo”, recuerdan desde GMA Capital.

“En caso de que el delay se repitiera, los DEG no llegarían a tiempo para repagar en mayo los US$ 2.418 millones en concepto de intereses y capital al Club de París. Tampoco estarían disponibles antes de que finalice el período de gracia de 2 meses. Sin embargo, podrían solventar el 87% de los pagos a organismos internacionales entre septiembre y diciembre sin demandar el uso de reservas genuinas. En especial, podría pagarse la totalidad de lo adeudado en capital e intereses al FMI en esos meses (US$ 4.124 millones)”, señalan. Además, aclaran que los DEG, “aunque pueden utilizarse para repagar préstamos (?), las reservas netas líquidas del BCRA no aumentarían a causa del desembolso”.

Para el pago al Club de París, dice un trabajo de FMyA, el Gobierno puede recurrir a los US$ 1.039 millones de DEG que hay en el BCRA y lo que compre de reservas en los próximos 2 meses. O puede negociar una nueva reprogramación del pago. Dependerá de la voluntad europea y la rosca que pueda hacer el tándem Alberto Fernández y Martín Guzmán.

Los DEG, en conjunto con la supersoja y el supercepo, permitirán pasar el invierno sin sobresaltos cambiarios, pero no son un “catalizador” para de los activos de Argentina. “La posibilidad de que exista un acuerdo con el FMI antes de terminar 2021, el principal driver que se esperaba para la primera mitad del año, se volvió aún más exigua”, dijeron desde GMA y catalogaron a los activos criollos como “pesados”.

El ayudín de Kristalina Georgieva opera como un siga-siga de la política económica. “Paradójicamente, los dólares del FMI permitirían que Argentina dilatara las instancias de incomodidad relacionadas con saldar cuentas con la inexorable restricción presupuestaria. En ese sentido, la procrastinación de la política económica haría oídos sordos a los problemas macro (desequilibrio fiscal y monetario, y crecimiento) y microeconómicos (política de precios e ingresos) que se acumulan debajo de la alfombra, pero que dejan su estela sobre diversas variables del mercado, especialmente el riesgo país (que roza los 1.600 puntos básicos) y los bonos”, agregaron en GMA.

Con caídas superiores al 30%, los bonos reestructurados no solo estuvieron en la retaguardia de los rendimientos internacionales, sino que fueron el peor crédito emergente. “Por caso, el Global 2030 (GD30), con una exit yield que pasó de 11% a 20%, se hundió 34% desde el 4 de septiembre pasado. No hubo emergente con tal performance. Los títulos de Sri Lanka (CCC-, mismo rating que Argentina) retrocedieron 27% y los de Ecuador (B-) perdieron 21%. En el mismo lapso, bonos emergentes en general, capturados por el ETF EMB, se desvalorizaron 4%, mientras que los instrumentos corporativos high yield (HYG) avanzaron 3%”, agregó el trabajo.

Las declaraciones contradictorias de Guzmán y Cristina Kirchner agregaron confusión en los últimos días.

“Como lo venimos destacando, Argentina sigue sin mostrar un programa económico que ofrezca una mirada de mediano plazo. La aceleración inflacionaria, el elevado déficit fiscal, el cargado perfil de vencimientos de deuda con organismos internacionales, y un mercado cambiario que se sostiene a base de control de cambios son una barrera para que los bonos soberanos logren tasas de rendimientos 'razonables', como la que tienen otros países emergentes”, escribió Martín Polo, Estratega en Jefe de Cohen.

Si bien los DEG y la supersoja permiten financiar el atraso del dólar oficial (y anclar algo la inflación), “no resuelven los problemas que tiene la economía para ofrecer un sendero sostenible”.

En poco tiempo más, los activos empezarán a bailar el minué de las encuestas. Mejores números para el FdT que para JxC serán negativos para el mercado, y viceversa. Una paradoja: económicamente, al Gobierno le viene mejor perder las elecciones.

Además, estiman en Abeceb, los dólares comerciales van a fluir. El viernes, tras la publicación de los datos comerciales de febrero, elevaron su estimación de superávit comercial de 2021 hasta US$ 16.200 millones, o 4% del PIB. En teoría, no deberían faltar dólares para importar, aunque algunos reclamos empresariales recientes sugieren que el Gobierno sigue pisando algunas órdenes.

“Claramente, el Gobierno intenta que la demanda se dirija a productos con componentes locales a la vez que monitorea las importaciones para cuidar el equilibrio externo. Las múltiples necesidades de divisas de la economía siguen obligando a restringir el acceso a divisas para evitar ajustes cambiarios que compliquen el clima social y aceleren aún más la inflación, limitando en el corto plazo la expansión cíclica de la economía”, dijeron en Delphos.

El otro invierno

Con los casos de Covid-19 en franco aumento, una vacunación lenta y un Gobierno sesgado hacia las restricciones a la movilidad (pero con elecciones más cerca que en marzo de 2020), los privados empiezan a bosquejar algunas hipótesis sobre la repuesta hacia una “segunda ola” que ya parece haber llegado.

La media de contagios de la última semana fue de 8.975, con más de 12.000 casos el viernes, más de 10.000 el viernes y más de 7.000 el domingo. Por otro lado, hasta ayer, apenas 665.656 personas recibieron las dos dosis.

“Desde FMyA creemos que es muy difícil que el Gobierno elija volver a Fase 1. En cambio, asumimos que habrá más restricciones y se potenciará el ritmo de vacunas”, dijo Fernando Marull en su tradicional reporte del fin de semana. Si el ritmo de vacunación no puede acelerarse, el Gobierno ya se mostró dispuesto a soluciones subóptimas como diferir la segunda dosis.

“Suponiendo que el Gobierno acelera el ritmo de vacunación y busca establecer una 'cuarentena suave' (no Fase 1), es esperable que la actividad se vea afectada, sobre todo en el sector de servicios, no tanto el sector de bienes, como ocurrió en 2020. A su vez, el dólar oficial no debería verse muy afectado y seguir devaluando al ritmo actual, pero podríamos esperar una menor inflación que la proyectada actualmente (47%), por mayores fuerzas recesivas y mayor congelamiento tarifario”, agrega Marull.

En el escenario fiscal, dice, “en FMyA incluimos mayor gasto por casi 1% PIB, ya sea por 'efecto Covid' o porque se vienen las elecciones”. Así, el déficit fiscal primario será de 4,7% del PIB, con financiamiento monetario por 3,2% del PIB y el resto, con colocaciones de deuda.

Cuando puso en pausa algunos programas de asistencia a fines de 2020, como el IFE y el ATP, Guzmán señaló que la idea era guardarse un margen para una eventual segunda ola como había ocurrido, por aquel entonces, en Europa. Sin embargo, esos fondos extra no están en el Presupuesto 2021. Si llegaran a ser necesarios, se deberá reasignar partidas y/o aumentar el gasto.

“En los meses donde el Gobierno anuncie el mayor gasto público será donde se usará la mayor emisión monetaria y el momento donde podría presionar a la brecha cambiaria. Eventualmente, es esperable en ocurra entre la 'segunda ola' y las elecciones”, dice Marull.

“Sin margen para mayor gasto por Covid-19, la dinámica de la cepa de manaos alza una señal de preocupación para el gobierno. Un informe destaca que dicha cepa, que no tiene aún transmisión comunitaria en Argentina, tiene capacidad de reinfección. Es decir, se pueden contagiar quienes ya tuvieron coronavirus. Esto cobra relevancia porque en el presupuesto 2021 se parte del fuerte supuesto de que no habrá una nueva ola de casos ni gasto Covid-19”, señaló Polo de Cohen.

Los últimos datos de crecimiento dejan un “piso” estadístico alto de crecimiento para 2021 cercano al 5%, remarcó un informe de Delphos. “La tendencia de sectores clave como la construcción y la industria junto con las exportaciones permiten aventurar un crecimiento entre 6% y 6,5%. El mayor factor de riesgo para la actividad en el corto plazo es una nueva ola de contagios de Covid-19 que obligue a tomar medidas restrictivas, con el consecuente impacto en el consumo”, concluyeron.

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