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Inflación sin freno: alimentos y bebidas subieron 5,7% en enero

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04 febrero de 2021

La próxima semana, el Indec dará a conocer el Indice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente al primer mes del año, que según estimaciones privadas se ubicó por encima del 3,5% en nivel general, luego de que en diciembre se registró una variación del 4% en promedio según el dato oficial, lo cual significó una aceleración respecto a los meses anteriores, en línea con la flexibilización de los controles y la paulatina normalización de la actividad.

La consultora Ecolatina estimó, en base a su medición, que en enero el IPC se ubicó en 3,7% en promedio. No obstante, estimó que el rubro más sensible, el de alimentos y bebidas, tal como ocurrió en varios meses del año pasado, se ubicó muy por encima del nivel general: +5,7%.

"Se destacaron las subas de alimentos frescos, principalmente de carnes, panes y frutas. Por su parte, cabe destacar que se observó mayor dinamismo en determinados bienes de consumo masivo -bebidas alcohólicas, por ejemplo- como consecuencia de la quita de algunos bienes no esenciales de Precios Máximos, a la par que se destacó la evolución de comidas elaboradas, producto del encarecimiento de los insumos", dijeron en un reporte.

Por su parte, la consultora Seido estimó en su medición que durante el mes pasado la inflación fue de 4,1% promedio, dejando un arrastre estadístico de 1,7% para febrero, como ocurrió en el mes anterior.

En tanto, la consultora Orlando J. Ferreres (OJF) estima que la inflación de enero fue de 3,6% en el nivel general, mientras que la inflación núcleo fue de 4,4%, con los regulados y estacionales avanzando 2,2% en ambos casos.

“Hacia adelante, es muy difícil pensar que la inflación se vaya a desacelerar de manera significativa, en un contexto en el cual hay tantos precios que están siendo pisados. El grupo de consumo masivo es una muy buena muestra de esto. No puede seguir creciendo por debajo del resto de los precios de la economía de forma ininterrumpida”, señaló el director de Ecolatina, Federico Moll, en diálogo con El Economista.

En ese marco, Moll sostiene que el programa Precios Máximos, cuya vigencia fue extendida por el hasta el próximo 31 de marzo, “se va a tener que desarmar, a riesgo de que las empresas empiecen a evitar los controles de ese programa haciendo cambios en los artículos o desabasteciendo”. Lo mismo ocurre con los regulados, que según consideró es imposible mantener las tarifas congeladas con este déficit fiscal y con este nivel de financiamiento.

“Entiendo que haya una pelea interna en el Gobierno, pero es muy difícil plantear que las tarifas sigan estando congeladas, incluso en un año de elecciones. Y lo que vemos es que el resto de los precios, aquellos que no están siendo controlados directamente por el Gobierno, están acelerando su velocidad”, afirmó el economista.

Ante este escenario, Moll sostiene que incluso estos números, que son muy altos, parecen poco sostenibles hacia adelante. “Y es preocupante porque se da en un contexto en el que los salarios, que son una parte relevante de la estructura de costos de las empresas, no están creciendo demasiado; un contexto en el que el tipo de cambio se mueve levemente por debajo del nivel general de los precios”, agregó.

Ecolatina prevé una aceleración de la inflación respecto a los niveles observados durante el año pasado, con un piso de 3% mensual que, “por lo menos para los próximos meses, no se rompería de forma fácil”. Para 2021, mantiene su proyección en torno al 45%, lejos del 29% que proyectó el Gobierno en el Presupuesto.

Por su parte, Matías Carugati, director ejecutivo de Seido, señaló que para febrero estiman que se dará cierta desaceleración de la inflación, aunque no demasiado lejos del 3,5% promedio. “El arrastre estadístico es bajo, los precios regulados no van a aumentar demasiado y es posible que la inflación núcleo también se desacelere”, indicó en diálogo con El Economista.

Carugati plantea que “la gran incógnita” pasa por saber cuánto se moverá el tipo de cambio nominal oficial en un mes que, típicamente, le “juega una mala pasada” al Gobierno de turno.La caída estacional en la demanda de dinero puede presionar el mercado de cambios y acelerar el ritmo de depreciación, lo cual impactaría en los precios”, advirtió.

“Para los próximos meses, la incertidumbre es incluso más alta. Por un lado, el Gobierno va a estar intentando 'forzar' una baja de la inflación con acuerdos y controles. Por otro lado, algunos precios regulados van a empezar a corregirse y no se sabe aún con precisión si las paritarias serán libres o 'coordinadas'”, señaló.

“Pero lo más importante es que el Gobierno quiere, mirando las elecciones, evitar a toda costa una depreciación del tipo de cambio oficial, aunque su capacidad para lograrlo depende de la configuración de la política económica (hoy bastante desajustada) y de la capacidad del BCRA para evitar presiones (hoy con un stock de reservas bajo)”, destacó Carugati.

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