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Precios en alza: controles con baja eficacia y una estrategia oficial con varios desafíos

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Alejandro Radonjic 17 febrero de 2021

Por Alejandro Radonjic

La inflación de enero fue 4%. El mismo número que en diciembre. Muy alto. A fines de 2020, el Gobierno celebraba una inflación interanual de 36,1%, casi 20 puntos por debajo del 53,8% que tuvo Cambiemos en su último año.

Los economistas advertían que esa foto no reflejaba la realidad y tenía el ayudín estadístico de los meses de cuarentena estricta, que tuvieron índices bajos. La realidad (la película) era la de los últimos meses de 2020, con una inflación en claro ascenso. El dato de enero ratificó eso.

Según GMA Capital, la inflación anualizada del último bimestre es 60%”. La inflación núcleo del último trimestre, que acumula 13,3%, resulta en una inflación anualizada de nada menos que el 64,4%”, señala Marcos O'Connor de la Fundación Mediterránea. Si se toma el 4,8% de alimentos y bebidas no alcohólicas, Martín Tetaz estima que la tasa anualizada ya es de 75%.

Es más que claro que no hay desinflación. Si se toma la máxima nestorista (“vean lo que hago y no lo que digo”), es más que claro, también, que el Gobierno está muy preocupado.

El “plan”

Aún faltan algunos elementos de análisis y todos los imponderables clásicos de la vida económica en Argentina, pero la estrategia es clara: cierto atraso del tipo de cambio oficial (que sería posible por el supercepo y una cosecha récord); multiplicar controles y acuerdos de precios, junto con revisiones de las cadenas de valor y, por último, paritarias en la zona de 30%. Se presume que las tarifas (electricidad y gas) subirán, pero muy poco. Lo mismo ocurre con otros “regulados”, como las TICs. Aun así, será un elemento inflacionario que no estuvo presente en 2020.

La emisión monetaria seguirá. Si bien el bombeo será menor que en 2020, no se sabe cuánto porque no se sabe cuál será la política fiscal (en parte, porque no se sabe cuánto subirán los subsidios) ni se conoce la evolución de los otros factores de expansión de la base monetaria. La otra incógnita son las tasas de interés, hoy en zona negativa.

En suma, la estrategia (decirle “plan” sería generoso) es que la inflaciónsea lo más baja posible, pero sin perjudicar la actividad económica. Es razonable, pero también complejo.

Los números en danza

El criticado REM del BCRA estima una inflación de 50% para 2021. Sería similar a la de 2018 y 2019, pero con el agravante de que el dólar y las tarifas se atrasarían. En el Gobierno confían en que será 29%. El 4% de enero demostró que será muy difícil. A trazos gruesos, ese 29% requiere una inflación promedio de 2% mensual. Esa una inflación alta (en la comparación global), pero tolerable en una Argentina que vive con inflación moderada hace casi 15 años.

“Cada vez que un gobierno logró llevar la tasa de inflación a un andarivel del orden del 2% mensual logró mejorar sus chances electorales, aunque no necesariamente esto le haya garantizado el triunfo”, calculan Guadalupe González y Jorge Vasconcelos de la Fundación Mediterránea. Lo demuestra 2017, cuando Cambiemos arrasó: aquel año, dicen González y Vasconcelos, “la tasa de inflación había sido de 1,7% mensual (menos de la mitad de la de 2019) y la variable consumo había registrado un significativo incremento de 4,2% anual”.

“Para febrero proyectamos 3,5% y 50% para 2021. Las medidas heterodoxas del Gobierno (acuerdos, controles y 'congelamientos') tienen impacto acotado si no vienen con orden fiscal y tasas de interés que le ganen a la inflación”, advirtió Fernando Marull (FMyA) el fin de semana. Marull destaca que “los precios de commodities internacionales no tienen correlación alguna con la inflación en Argentina”. Tampoco en los vecinos, que exportan materias primas y tienen la misma inflación que Argentina en 30 días (o incluso menos) en todo un año.

“Si el Ejecutivo puede sostener en el corto plazo la receta del atraso cambiario y tarifario (lo cual no está garantizado por las escasas reservas netas disponibles y la meta de no aumentar el peso de los subsidios a los servicios públicos propuesta en el Presupuesto 2021) podría lograr una desaceleración de la inflación en la previa electoral pero no alcanzaría para que la suba de precios acumule un alza inferior al 40% al cierre del año”, dijeron desde Ecolatina.

“El costo de acentuar los controles es la proliferación de 'cuellos de botella' en distintas cadenas de valor, sin que los precios que suben por efecto de la escasez lleguen a disparar iniciativas de inversión. La generación recurrente de 'cuellos de botella' tiende a disminuir el crecimiento potencial, por un lado, y a encarecer los bienes faltantes/escasos”, dicen González y Vasconcelos.

Dólar y tasas

Desde GMA Capital advierten por el atraso del tipo de cambio, que ya comenzó. “En las últimas semanas, verificamos una ralentización del 'crawling peg'. Mientras que en los últimos 2 meses el ritmo anualizado de depreciación promedió 70%, actualmente la velocidad no supera el 40%”, señaló en su último reporte. “Si se cumpliera la promesa oficial de que el precio de la divisa se deslizará 25% en 2021, pero la inflación cerrara en 50%, como espera el REM, la apreciación del tipo de cambio real multilateral (TCRM) superaría el 16%, asumiendo que no hay grandes cambios internacionales. Hasta ahora, la mayor apreciación real reciente en un año electoral había sido en 2011, con una caída de 13% del TCRM”, detallaron.

“Desde el BCRA no hubo atisbo alguno de endurecimiento de la política monetaria. La tasa de referencia es 3,16% mensual (38% TNA de Leliq), y está cada vez más alejada del 4% al que viajan los precios. Todo el ecosistema de tasas juega un partido diferente, cada vez más distanciado de la inflación e incluso del dólar. Por caso, la TNA de plazos fijos Badlar es -10% versus la suba esperada del costo de vida y -13% anual una vez descontada la inflación pasada”, detalló GMA Capital. ¿Habrá alguna novedad esta semana o esperarán a que haya algún susto mayor en la brecha?

El frente monetario

El frente monetario de 2021 es muy desafiante también. Además de las necesidades del Tesoro, el BCRA deberá emitir pesos para comprar dólares y el dique de contención ya tiene más agua. “La colocación de Leliq y pases en el sistema financiero para esterilizar pesos llevó el ratio de pasivos monetarios del BCRA/depósitos privados a 55% a fin de 2020, y replicar esta política en 2021 a un ritmo similar tendría dos implicancias: afectar el crédito disponible para las empresas y llevar aquel ratio a un riesgoso andarivel, cercano al 70% de los depósitos privados”, advierten desde la Fundación Mediterránea. El mes en curso es particularmente desafiante porque la demanda de dinero se da vuelta y la velocidad de circulación del dinero aumenta.

Alimentos, “el” rubro

Dentro del susto inflacionario general, el rubro que más inquiera en Casa Rosada es el de alimentos y bebidas. Es lógico. Es el ítem que determina la indigencia (y en buena medida, también el de pobreza); es el que más viene escalando y es un flanco de ataque fácil (y rendidor) para la oposición. Con la comida no se jode. Por eso, allí se han concentrado las medidas. Algunas se pudieron tomar y otras, como las retenciones y los cupos, se consideraron inviables políticamente.

El índice de precios de los alimentos del LCG reflejó un aumento de 0,9% y 0,7% en la primera y segunda semana de febrero, respectivamente. “Acumula una suba del 4,8% en las últimas 4 semanas, mostrando todavía una desaceleración marginal respecto al 'pico' de 5,5% registrado en los últimos 7 días de enero. A su vez, vale poner el foco en que, en promedio, en las últimas 5 semanas el 13% de los productos registró un aumento de precios semanal. Esto es un indicador de que cada dos meses todos los precios de alimentos habrán subido”, dijeron desde LCG y no detectaron alivio en las carnes. De hecho, más allá del acuerdo con los frigoríficos, la carne es el ítem de la canasta que más avanza.

Desde la consultora esperan una suba de precios de 50% en 2021 (5 puntos menos que antes), pero advierten: “Las anclas que no se corrijan en 2021 (por ejemplo, Precios Cuidados y tarifas) o que se profundicen (como la cambiaria) solo implicarán diferir la inflación para los años venideros”.

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