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Inflación de costos y volatilidad de precios

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15 febrero de 2021

Por Pablo Mira (*)

En los últimos meses la inflación volvió a ser tema, debido a una aceleración que llevó las tasas a un rango entre 3% y 4%, cuando durante el resto de la pandemia se mostró por debajo del piso de esos números. Esta dinámica coincide con dos novedades importantes. Por un lado, la recuperación del nivel de actividad desde mediados de año, con más intensidad en los sectores no vedados por la pandemia. Por el otro, una suba pronunciada de los precios internacionales, que aumentaron el Indice de Precios de Materias Primas del BCRA casi 40% desde septiembre de 2020.

Causas concomitantes, dificultades de interpretación. Algunos sugerirán que las decisiones de precio se ajustan a una mayor intensidad en las ventas, mientras que otros indicarán que la aceleración de precios se debe a los impactos de las cotizaciones internacionales. En un contexto como el de Argentina, identificar factores que determinan la inflación no es cosa sencilla, y esto es a lo que se refiere normalmente un analista cuando señala que el proceso “tiene distintas causas”. Esta podría ser una afirmación controversial cuando se aplica a una economía aislada donde solo viven Robinson Crusoe y Viernes, pero es perfectamente razonable en entornos más complejos y realistas.

Para ilustrar las dificultades de las decisiones de precios en inflaciones incluso moderadas, consideremos el problema de la inestabilidad de precios relativos, y examinemos lo que sucedió en los últimos dos años con los componentes del IPC.

A lo largo de 2019, la volatilidad de los nueve capítulos del IPC medida como el coeficiente de variabilidad (CV) fue del 50% de la inflación. Esto se interpreta de la siguiente manera. Supongamos que en un mes particular la inflación fue de 4%. Un CV de 50% indica que, en promedio, cada uno de los nueve rubros se “separó” del índice de precios del mes en 2 puntos porcentuales. Esto de por sí marca una volatilidad preocupante.

Pero desde el comienzo de la pandemia, el CV fue de 75%, de modo que si la inflación fue de 4%, cada capítulo se desprendió de este número en promedio en 3 puntos porcentuales. Más claramente: la variabilidad de precios relativos por rubro venía siendo elevada, y la pandemia la elevó bastante más.

Este es un fenómeno bien documentado por la literatura. A partir de tasas de inflación de moderadas a altas (digamos, por encima del 15% anual), la inflación trae consigo cambios más activos en los precios relativos. Lejos de mostrar el buen funcionamiento de los mercados, esta variabilidad complica a los agentes económicos, que se ven obligados a simplificar sus decisiones de precios. Ante la incertidumbre sobre el precio relativo de los bienes y servicios, la reacción más normal es la de “cubrirse” para evitar pérdidas mayores, aún cuando esta estrategia signifique perder algo de clientela.

¿Qué hace un agente enfrentado a esta incertidumbre? Sencillamente, sigue indicadores de costos. En situaciones en las que reina el desconcierto total, como durante una crisis cambiaria, las firmas siguen la evolución del tipo de cambio. En inflaciones moderadas pero volátiles, los salarios y las tarifas de servicios públicos suelen ser referencias útiles, aunque el polinomio final depende de la realidad de cada sector. En estos últimos meses, la suba de las materias primas presionó sobre los alimentos.

En momentos en que la actividad remonta vuelo, aumenta la confianza de los agentes en que ajustarse a los cambios en los costos no redundará en una pérdida de ventas. Y esta lógica decisoria pronuncia la inercia inflacionaria. Mirado desde afuera, el comportamiento de los agentes sugiere que “fijan los precios únicamente en función de los costos”. Pero esto es solo una metáfora que explica la toma de decisiones en un entorno complejo. En un contexto de inercia y volatilidad, los costos son los precios, los precios son los costos, y la inflación por “recalentamiento” expresa simplemente la señal de que cuando la economía está activa, las firmas pueden seguir a los costos con mayor tranquilidad.

Debido a que la dinámica inflacionaria engendra volatilidad de precios relativos, enfrentarla requiere una mirada integral que atienda a las distintas razones por las cuales los agentes replican constantemente la suba de precios. Cada shock tiene un potencial impacto sobre los precios relativos, que suelen corregirse más bien con la suba de los precios rezagados que con la baja de los que aumentaron en primera instancia. El proceso inercial es un “equilibrio malo”, y salir de él requiere esfuerzos en varios frentes, no solo descubrir la causa original de la inflación del precio de los cocos en la isla de Robinson Crusoe.

(*) Docente e investigador de la UBA

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