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Alta especulación en EE.UU. y mercado seco en el país

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Luis Varela 29 enero de 2021

Por Luis Varela

Luego de catorce meses de pandemia, con emisión de moneda gigantesca en casi todos los países para sostener los niveles de actividad económica, los préstamos con tasas muy bajas se transformaron en algo usual en muchos mercados, cientos de empresas y gobiernos rescataron deuda con tasas caras y los cambiaron por papeles con tasa barata y, en consecuencia, conseguir inversiones con algún rendimiento interesante se transformó en una tarea cada vez más compleja.

Por eso, anticipando que la múltiple emisión de efectivo terminaría generando inflación y haciendo que las monedas perdieran valor, inversores de todas partes decidieron montar sus estrategias comprando activos: contratos de commodities o acciones, tanto que los precios de muchos papeles alcanzaron precios insólitos. Sólo por tomar dos índices muy característicos puede decirse que en los últimos diez meses el índice S&P500 de la Bolsa de Nueva York, el más diversificado del mundo, subió nada menos que 65%, mientras que el índice Nasdaq de ese mercado, donde cotizan los papeles tecnológicos, trepó un insólito 95%.

Más especulación

Con los inversores arrinconados en todas partes por el Covid, pendientes de lo que ocurría en el mundo a través de televisores o computadoras, ahorristas sin mucha experiencia se fueron montando en las recomendaciones que se fueron repitiendo en las redes y fueron realizando compras en capas sucesivas, que llevaron a precio sobre precio, alcanzando cotizaciones incomprensibles. Con por ejemplo una empresa como Tesla llegando a valer lo que valen las ocho automotrices más grandes del mundo que tienen cien años de historia. O con una plataforma como Mercado libre multiplicando varias veces el valor de la petrolera YPF.

El esquema es más o menos el mismo. A través de Twitter, Instagram, Facebook o el canal que fuera, comienzan a divulgarse recomendaciones de papeles que prometen tener buen futuro. En general son compañías que no tienen tamaños demasiado grandes. Esos reportes son leídos por miles de internautas. Llegan las compras y es tanta la demanda que se logran precios insólitos. Y allí llegan los especialistas, que revisan balances, analizan tamaños, y perciben que tal o cual compañía no pueden tener un precio como el que se está negociando, y allí llegan las operaciones de corto, especulativas, que comienzan a generar escombros, y muchos heridos.

No es la primera vez que sucede. Ya pasó con la crisis de las hipotecas o con las puntocom hace más de una década. Con cotizaciones en niveles exagerados, muchos fondos de inversión deciden empezar a hacer negocios a la baja, muchas veces sin tener los papeles con los que operan. Simplemente, alquilan algunos papeles pagando una prima, los venden y divulgan noticias que demuestran que el precio es insólito. La cotización baja, ganan con la baja, sacan su ganancia, y en el medio dejan a un cúmulo de inversores novatos que esperaban encontrar una Tesla o un Bitcoin, y que terminarían logrando ganancias siderales.

Y esta semana, con los avisos de la Reserva Federal y la velocidad de estímulo más lenta marcada por Janet Yellen, esas operaciones empezaron a sobresalir. Fue descripto el caso de Game Stop a lo largo de las últimas dos ruedas. Y ayer se sumaron más casos, como el de Black Berry, Bed Bath o Nokia. Justamente, la empresa multinacional especializada en telecomunicaciones y tecnología finlandesa Nokia valía algo más de US$ 4 en Nueva York el viernes, voló hasta US$ 8,81 el miércoles, con una estrepitosa suba del 120% en tres días y ayer se desplomó 46%, hasta US$ 4,69, en otra gruesa jugada especulativa.

Semejante tipo de movimientos empezó a encender las luces amarillas, tanto que, como ocurrió con las crisis anteriores, empezó a debatirse en la Security Exchange Commission de EE.UU. la necesidad de volver a limitar las operaciones de corto, ya que detrás de estos movimientos hay un riesgo muy peligroso: que uno de los grandes Fondos de Inversión del sistema entre en colapso, vaya a la quiebra, y que eso signifique una estocada muy complicada a una burbuja de precios que tiene todas las condiciones como para poder estallar de un momento a otro.

Una vacunación lenta

Por si ese riesgo fuera poco, están surgiendo otras complicaciones muy serias en medio de una pandemia que todavía no ve la luz al final del túnel. Hay vacunas, son efectivas, pero la distribución y aplicaciones vienen en cámara muy lenta. Hay políticos en muchos países que se están adelantando a gente en zona de riesgo, dándose las vacunas ellos mismos. Y eso está generando tensiones geopolíticas, con la caída del gobierno de Italia como botón de muestra, pero puede haber más novedades en cualquier latitud de un momento a otro.

Así, con el daño provocado por la pandemia, EE.UU. acaba de anunciar que su economía se contrajo 3,5% el año pasado, con la mayor caída desde 1946. Y ahora, con la burbuja a punto de pincharse, los inversores deciden buscar refugio e insólitamente una de las posiciones en las que más confían es el dólar, a pesar de que decenas de analistas advierten que se espera para el billete verde otro año con pérdida de valor respecto de otras monedas, ya que los norteamericanos fueron unos de los que más abusaron de la emisión de dinero.

De ese modo, el mismo día en el que anuncia que Estados Unidos tuvo el traspié más grande en 74 años, el dólar estuvo mixto en el mundo. Ayer, subió 0,7% en Brasil y 0,1% en Japón, aunque bajó 0,2% contra el euro, cedió 0,4% contra la libra y el mexicano y cayó 0,5% en Chile. Y en Argentina, país debilitado si los hay, la parte de la población con acceso a pesos sigue comprando billetes verdes, parte de los cuales son fugados, mientras que los pequeños ahorristas sin fondos para cubrir gastos, mantienen el blue frenado, por ofertas obligadas.

Así, ayer, los dólares financieros libres volvieron a subir: y no subieron más porque hubo venta de bonos de parte del Gobierno, que provocó una nueva baja de los títulos públicos, hasta el peor precio de los últimos cien días. Tanto que las tasas a vencimiento (TIR) de los principales papeles surgidos del último canje están literalmente volando: el bono GD30 tiene una TIR del 17% anual, el AL30 del 17,7% y el AL29 llega al 18,7%.

Dólares en Argentina

Con esta venta de bonos, que mantiene al riesgo país en las alturas de 1.441 puntos básicos, de los seis dólares de Alberto, hubo cinco dólares que subieron. El turista subió 23 centavos hasta $152,76, el oficial subió 14 centavos hasta $92,58, el blue no cambió y siguió a $154 mientras que el mayorista subió 9 centavos hasta $87,20. El BCRA logró ganar US$ 35 millones para las reservas por lo que ahora alcanzan a US$ 39.484 millones. Pero el dólar MEP subió 51 centavos hasta $147,90 y el contado con liquidación subió 49 centavos hasta $150,65. Por lo que la brecha entre el dólar oficial y el blue fue del 66,3%, pero la del CCL y el mayorista fue del 72,7%. Y, medidos en pesos, la libra subió 53 centavos hasta 119,70, el euro subió 30 centavos hasta 105,71y el real bajó 7 centavos hasta 16,03.

Es tan endeble la condición financiera global que muchos analistas serios empiezan a preguntarse de qué tamaño deberá ser el próximo estímulo del Gobierno norteamericano para mantener los precios bursátiles actuales. Con eso, tras la duda caída del miércoles, la Bolsa de Nueva York tuvo ayer un rebote, con máximos hacia mitad de rueda, pero con precios que se iban desinflando hacia el final de los negocios.

De ese modo, tras bajas del 2,5% del miércoles, la Bolsa de Nueva York llegó a tener subas de más del 1,5% ayer, pero al final terminó con subas del 0,5 al 1%, pero con bajas gruesas, del 10% al 50% en un solo día en un cúmulo de papeles. Y detrás de eso, en una rueda también muy particular, la Bolsa de San Pablo también anotó una suba importante, de casi 3%, haciendo girar la cabeza a muchos observadores.

En el mercado bursátil argentino el panorama estuvo fuera de todo eso. Los inversores están fuera de las compañías locales. Es más, sobre el 100% de las carteras son muy pocos los que mantienen tenencias de acciones o bonos argentinos. Y las operaciones en papeles extranjeros duplican a lo que se negocia en compañías locales. Ayer de hecho, con $711 millones en acciones y $2.278 millones en Cedears, la Bolsa de Buenos Aires bajó 0,7%, mientras que como dijimos los bonos están en los valores más bajos en cien 100 días.

Esta enorme especulación en Wall Street, con un dólar estimulado a más no poder, volvió a alentar algunas posiciones refugio y mantiene a las commodities bailando sin dirección definida, ya que nadie sabe de qué modo seguirá el crecimiento de la economía global en los próximos meses. Con eso, el petróleo bajó apenas (con los árabes a punto de cerrar grifos). Los metales básicos y el oro estuvieron casi planos. Y la cosecha se la llevó la onza de plata, que pegó un salto, y que vuelve a ubicarse en el centro de interés de varios analistas. También hubo un repunte consistente para las criptomonedas: después de caer 22%, ayer rebotaron 8%, y muchos fanáticos del sector se vieron aliviados.

En Argentina, el presidente Fernández habló en el foro virtual de Davos. Dijo que no hay lugar para ajustes irresponsables. Y, después del rojo comercial de diciembre, la gran esperanza del Gobierno es que se mantengan elevados los precios de los granos. Y ayer a ese valor clave para Argentina no le fue tan bien. En Chicago la soja y el trigo volvieron a bajar. Y en Rosario la soja aguantó, pero hubo caídas importantes para el maíz y el trigo.

Con este esquema, los meses por venir no serán sencillos: los analistas advierten que los valores del mundo bailarán entre un fogoneo de los gobiernos y una rotación de los inversores. Estaremos metidos arriba de una calesita, hasta que la economía repunte, aparezca nuevamente el empleo, y se evite el riesgo que más se temió en las últimas 48 horas: que aparezca un Fondo que diga "no puedo cumplir" y que a la pandemia se sume una crisis financiera que nadie quiere sufrir.

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