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Tendrán que esforzarse más para mantener la pax cambiaria

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Luis Varela 28 diciembre de 2020

Por Luis Varela

Después de trece meses de pandemia, con 22.000.000 de contagiados detectados y 1.770.000 muertos, en el mundo ya hay casi 5.000.000 de vacunados. La aplicación del remedio contra el Covid-19 será lenta y está arrancando obviamente en los países con sistemas de salud más avanzados. Sobre el total de fallecidos, el 19,3% se dio hasta ahora en EE.UU., el 14,4% en Italia, Gran Bretaña, Francia y España, el 10,8% en Brasil, el 8,4% en India, el 6,9% en México y el 40,2% en el resto del mundo.

A partir de esta foto, la población mundial irá viendo, semana a semana, cuál es la vacuna más efectiva, cuál es la que tiene más contraindicaciones y con esos datos podrá empezar a verle la cara a la nueva normalidad. Se terminarán los adivinos que pronosticaban con formas de letras "V", "U", "L", "J invertida", "K" o lo que fuera. Y podrá empezar a entenderse con más precisión cuál es la velocidad de la recuperación económica, cuántas fueron las empresas que sobrevivieron, cuáles podrán volver a la vida y, sobre todo, qué chances hay de que millones de desempleados vuelvan a conseguir un lugar dónde trabajar.

Por el momento, toda esa información es desconocida y, en consecuencia, hasta ahora se sigue con lo que se venía dando: los bancos centrales principales emiten moneda sin parar, para estimular a sus zonas económicas. Las empresas lanzan inventos, fusiones, adquisiciones o lo que sea para que los inversores sigan creyendo en ellas. Y, por si todo eso fuera poco, dentro de cuatro días, tras casi cincuenta de lazos, Gran Bretaña abandona oficialmente la Unión Europea. Y dentro de 23 días Joe Biden pondrá sus pies en la Casa Blanca como presidente de EE.UU.

En medio de semejante cataclismo, China -que venía como el país más sólido en crecimiento durante 2020- empieza a mostrar indicios de que algo cruje. Dos empresas estatales chinas entraron en default. El mandamás Xi Jinping decidió ampliar la participación del Estado en las empresas privadas. Y, como contrajugada, Jack Ma, el dueño de Alibaba -el mayor consorcio privado oriental dedicado al comercio electrónico- resolvió regalarle al Estado chino sin ninguna restricción el segmento financiero de su empresa, por lo que el valor de "BABA" en Wall Street acaba de desplomarse de US$ 317 a US$ 255 entre fines de octubre y el miércoles pasado, con una caída adicional de US$ 255 a US$ 222 dólares al cierre de la semana pasada.

La nueva cepa del virus y la efectividad de las vacunas están jugando una pulseada con el dinero en efectivo y con la confianza que cada uno de los inversores va teniendo en las monedas de su zona de pertenencia. Tal como pasó en marzo y abril, el rebrote intenso volvió a darle algún sustento al dólar, evitando que siguiera retrocediendo contra todo, tal como ocurrió entre mayo y noviembre. Por eso la semana pasada el dólar subió en Brasil, contra el franco suizo, contra el euro y contra el yen. Pero lo más notorio del movimiento es que todas las monedas, sin excepción, están perdiendo valor frente a las cosas, en algo que se llama inflación o exceso de emisión.

Así, huyendo del dinero en efectivo, los inversores del mundo optaron por aprovisionarse de cosas o, directamente, buscar refugio en posiciones que suponen más solidez que el dinero en efectivo. El fenómeno que más expone este movimiento es la cotización de las criptomonedas, con el bitcoin como emergente de ese sector: acaba de tener un salto adicional en las últimos días, se acerca a los US$ 28.000, por lo que sube 42% en diciembre y 285% en lo que va de este durísimo año de pandemia.

Pero el bitcoin es apenas un emergente de lo que pasa con casi todos los valores. La onza de plata salta 14% en el mes y el oro sube casi 6%. Los granos suben entre 3% y 11% en diciembre. El petróleo resucita casi 7%. Y a la cola de todos estos aumentos están quedando los metales básicos, con un avance promedio del 3% (el aluminio incluso baja en el mes), ya que este tipo de insumos dependerá de la demanda de las industrias, que reaccionarán, o no, de acuerdo a como vaya la reactivación y los niveles de consumo.

Y una señal que puede mostrar mucho de lo que puede llegar a venir, además de lo sucedido con Alibaba, fue un elemento muy claro: no hubo rally navideño en las Bolsas del mundo. La Fed, el BCE, el BoJ, el BoE, todos arrojaron dólares, euro, yenes y libras desde helicópteros, comprando papeles en las Bolsas, pero los índices bursátiles acaban de tener una semana corta insípida: Wall Street mejoró 0,2%, con San Pablo, Frankfurt y Tokio mostrando bajas del 0,2 al 0,4%.

Por supuesto, el tango argentino siempre baila otra música. El ministro Guzmán terminó de usar las utilidades del Banco Central y requiere de más fondos para seguir evitando una baja en el gasto público, ya que según le dijo en su cara a Paolo Rocca "bajar impuestos y tocar el gasto no está disponible". Así, desde hoy enfrenta dos test: uno, realizará una nueva licitación de deuda, y dos, decidirá si sigue quemando bonos, tomando reservas prestadas de depósitos privados, o si empezará a darle nuevamente a la maquinita de la emisión de pesos.

Hoy Guzmán sale a realizar su licitación número 38, intentará colocar cuatro bonos en pesos (dos atados al CER y dos atados a tasa de interés) por un total de 125.000 millones de pesos. Como buen jugador de pesos, cree convencer a los inversores para que lo financien, como logró hacer con los acreedores en los canjes de deuda. Pero hay una diferencia: con los acreedores era dinero pasado. Lo que sale a tomar hoy es dinero futuro. Y, en medio de un año electoral que se avecina, el Presidente acaba de decir que "los acreedores son los que van a pagar el ajuste".

Con ese escenario, a pesar de tener una situación internacional inmejorable, con la soja y otros granos en valores máximos de seis años y medio, y con el dólar anotando en el año una caída del 7% contra las monedas principales, el mercado argentino mostró la semana pasada un pulso que puede ser un anticipo del final de la "pax cambiaria" de dos meses.

En la corta semana pasada, mientras el dólar estuvo dispar contra las monedas internacionales y las las bolsas estuvieron mixtas, con movimientos muy reducidos, el dólar del mercado argentino estuvo dual, los bonos argentinos subieron y la Bolsa de Buenos Aires estuvo ligeramente a la baja en pesos y muy a la baja medida en dólares.

¿Qué fue lo que pasó? Los grandes inversores movieron tenencias para posicionarse en activos que les permitan pagar lo menos posible en bienes personales. Por eso trajeron algunos dólares, compraron bonos y, con eso, el contado con liquidación bajó de $144 a $140. Y, en paralelo, los bonos sumaron un nuevo aumento, que les acumula un repunte del 10% en las últimas tres semanas. Pero el dólar blue, que depende más de los ahorristas más terrenales, pegó un rebote: saltó de $146 a $159 pesos, con un rebote de casi 9% amparado en los fondos que sobraron de los que tuvieron la suerte de cobrar el aguinaldo.

Así, la Bolsa porteña bajo la semana pasada 1,4% en pesos, pero su caída en dólares fue profunda: de casi 7%. Y los ADR argentinos que cotizan en New York atestiguan esa caída. Solo por nombrar cuatro desplomes destacados puede detallarse que Telecom cayó 26% en dólares, Francés bajó 12%, YPF achicó 10% y Banco Macro descendió 9%.

¿Qué se juega a partir de ahora? Retado por Cristina Kirchner primero por carta y luego en su propia cara, Alberto Fernández fue advertido que sus ministros no están funcionando, cuando lo que no funciona es justamente la política promovida desde el núcleo del kirchnerismo. Guzmán, en plena negociación con el FMI, busca sanear las cuentas haciendo que los privados lleven toda la mochila, subiendo impuestos y tarifas. Pero la Presidenta le dijo: "no está disponible, vos sos ministro porque yo gano elecciones y si subimos tarifas las perdemos".

¿Qué malabar hará Martín Guzmán para que el tablero no salte por los aires? Sin dudas, puede seguir vendiendo deuda carísima a un costo tremendo, hipotecando futuro, o mejor: llevando al país a un irremediable default. Su idea será aguantar con los dientes apretados, esperando que un acuerdo con el FMI baje presiones y que el campo liquide sus granos. Pero en un mundo que está comprando cosas ¿quién va a vender cosas para recibir pesos, y encima con un valor de $55 por dólar por un bien renovable como son los granos, cuando el Gobierno le paga $84 por dólar a las mineras por un bien no renovable?

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