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Prevén poca recuperación del empleo y una tasa de desempleo aún elevada

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21 diciembre de 2020

La semana pasada, el Indec dio a conocer la tasa de desempleo durante el tercer trimestre del año. Según la estadística oficial, entre julio y septiembre el desempleo en el país se ubicó en 11,7%, mostrando así un descenso respecto al nivel verificado durante el trimestre anterior, como consecuencia de la flexibilización de la cuarentena y la progresiva reapertura de las actividades.

Sin embargo, esta tasa está “contenida” por la caída de la tasa de actividad (es decir, la población económicamente activa sobre la población total). Según cálculos privados, si se corrige ese factor de la estadística, durante el tercer trimestre del año la desocupación en el país se ubicó por encima del 20%. Algo similar ocurrió en el segundo trimestre del año, cuando se aplicó la cuarentena más estricta: el Indec verificó que la tasa de desocupación ascendió al 13,1%, pero cálculos privados coinciden en indicar que la tasa real de desocupación fue del 29%.

“Para los últimos meses de 2020, hay una recuperación de la demanda del empleo, un veranito laboral, a tono con la época del año y acompañando las reaperturas de algunos sectores, más los descensos en los contagios de coronavirus, por lo menos hasta ahora. Esto se da, fundamentalmente, porque traccionan algunos sectores en particular: tecnología, comercio electrónico, fintech, logística liviana, agroindustria y laboratorios”, señaló Matías Ghidini, Gerente General GhidiniRodil, consultora especializada en recursos humanos, ante El Economista.

Para 2021, la consultora LCG proyecta que la desocupación en el país se ubicará a fin de año en la zona del 14%, medido en términos “reales”, teniendo en cuenta el nivel de actividad, que se espera que aumente en línea con el proceso de normalización esperado de la pospandemia. De esta forma, la desocupación se reduciría respecto a los niveles actuales, aunque seguiría siendo muy alta, teniendo en cuenta que 2019 finalizó con una tasa de desocupación del 8,9%.

“Con una economía que va a recuperar la mitad de lo que perdió en 2020, durante el año entrante algo podrá recuperar en materia de cantidad de empleo. Pero preocupa que la aceleración de la inflación se coma el aumento de los salarios. Para 2021, proyectamos una inflación en torno al 55%. Esa aceleración inflacionaria podría hacer que consolide el cuarto año de caída del salario real, lo cual afecta también al consumo y a la recuperación económica”, advirtió Guido Lorenzo, director de LCG, en diálogo con El Economista.

De acuerdo con Lorenzo, la recuperación del empleo vendrá principalmente de la mano del sector de servicios, que fue el que más padeció durante el confinamiento y que aún no termina de normalizarse, mientras que la industria dependerá también de la evolución global, principalmente de Brasil. Además, de lo que traccione el campo, que dependerá de las exportaciones. En tanto, señala, la construcción viene demandando bastante mano de obra, aunque no alcanzará para absorber lo que dejan los otros sectores.

En tanto, Ghidini remarca que los “lastres” seguirán vigentes en el país, lo que hace que el futuro sea mucho más incierto. “Cuando hablamos de lastres, nos referimos al marco laboral legal, que sigue siendo muy viejo y enfocado al pasado, por lo que se necesita una reforma laboral; la economía inestable o más bien sin rumbo; cambios constantes en cuestiones de fondo, según el gobierno de turno y el ecosistema sindical, que por lo menos en los últimos quince años es parte del problema y no de la solución”, explicó.

“Esto hace que la mirada hacia 2021 sea bastante nublada y todavía gris. Aunque, como suele ocurrir en Argentina y paradójicamente, siempre hay oportunidades. Hay dos casos concretos. Uno es el de Vaca Muerta, aunque está un poco más relegado. El otro es el de tecnologías de la información, que es un sector que sigue creciendo, con exportaciones por casi US$ 2.000 millones, siendo el tercer sector que más exporta en el país, luego de los complejos agroindustrial y automotriz, con casi 115.000 empleos privados y de calidad. Incluso, con puestos que no se llegan a cubrir”, afirmó.

No obstante, Ghidini señala que tal vez el país tenga una muy buena oportunidad, pero hay que saber capitalizarla. Dichas oportunidades, considera, conviven 50/50 con los inconvenientes que tiene el país. “Hacia el futuro, es una moneda al aire, según donde se quiera poner cada uno. Si tenemos en cuenta la experiencia y miramos hacia atrás, tendería a ser un poco más pesimista porque los cambios necesarios no han sucedido, pero Argentina no deja de ser impredecible”, sostuvo.

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Demanda “tech” insatisfecha

Un informe conjunto de Bumeran y el Ministerio de Desarrollo Económico y Producción de la Ciudad de Buenos Aires encontró que la demanda de empleo en el sector tecnológico está firme. Los datos de AMBA del tercer trimestre muestran que 15,1% de las búsquedas de empleo son en ese sector, con los programadores a la cabeza. El problema, sin embargo, es la oferta: esos avisos reciben un cuarto de postulaciones versus el promedio general de la plataforma. “Es fundamental fomentar la formación en carreras tecnológicas, particularmente en los nuevos talentos que ingresan al mundo laboral”, explicó Federico Barni, Director Ejecutivo de Bumeran. “En el sector IT hay una demanda de trabajo absolutamente insatisfecha. La tarea de sensibilización que estamos realizando de forma conjunta con empresas del sector tecnológico es clave: trabajamos para que los jóvenes, especialmente los más vulnerables, puedan focalizar sus estudios en aquellas carreras vinculadas a la innovación, la tecnología y a la industria del conocimiento”, destacó José Luis Giusti, ministro de Desarrollo Económico y Producción del GCBA. En CABA, el sector tiene abiertas más de 4.000 búsquedas laborales a lo largo del año que no logra cubrir.

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