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El agua, un bien codiciado y cotizado

Desde diciembre, el agua llegó al mercado de futuros de materias primas de Wall Street. Pero, ¿qué significa esto y por qué este recurso empezó a cotizar como el petróleo, el oro o el trigo?

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29 diciembre de 2020

Por Manuela Díaz  SemiSenior de Tax de S&A Consultores y Auditores

Desde diciembre, el agua comenzó a cotizar en el mercado de futuros de materias primas de Wall Street. En las Bolsas cotizan ciertos productos que tienen una tendencia de suba en su valor y, éstos aumentan cuando la oferta no alcanza a cubrir la demanda. Entonces, ¿el agua no es un recurso renovable como nos explicaron a todos en el colegio? ¿Era una simple ilusión pensar que nunca se iba a acabar?

Por causa del cambio climático y sus consecuencias en la pérdida de biodiversidad, derretimiento de los glaciares y, ahora, la posibilidad de falta de agua, sumado a las incontables tragedias ambientales y los grandes problemas de contaminación, es que con los años nos hemos informado más acerca de la gran problemática que nos rodea. Gracias a toda esa información es que podemos llegar a pensar que no estamos lejos de aquellas películas apocalípticas que alguna vez hemos visto.

Pero, ¿qué significa esto y por qué este recurso empezó a cotizar como el petróleo, el oro o el trigo?

En California, hablar de agua es meterse en terreno complicado. Este recurso es cada vez más escaso y todo el esfuerzo que ha hecho la población para reducir su consumo es insuficiente para compensar los efectos de la gran sequía que desde el 2011 golpea a ese estado. Por dicho motivo, se ha puesto en marcha esta iniciativa de cotización del agua en los mercados de futuros, lo que “en teoría” ayudaría a darle un uso más responsable y proteger de la escasez a los consumidores.

Al tratarse de contratos de futuros, no implica una entrega inmediata del bien subyacente hasta que se ejecuta la operación, pero permite que la transacción se realice a un precio pactado de antemano. Esto significa que, dos personas pueden hacer un acuerdo para que, dentro de un determinado tiempo, el vendedor entregue al comprador el derecho de uso de una expresa cantidad de agua, a un precio en dólares por acre-pie que acuerden en el momento de la firma del contrato.

El índice Nasdaq Veles California Water Index (NQH2O), que rastrea el precio del agua está basado en los precios de los futuros del agua en California. Actualmente cotiza a unos US$ 486,53 por acre-pie (medida de volumen utilizada normalmente en Estados Unidos equivalente a 1.233 metros cúbicos), pero dada la escasez de este recurso, se espera que en el futuro el valor tienda al alza. Aunque el mencionado índice se basa en precios de las cinco principales cuencas fluviales de California, éste podría ser utilizado como referente para el resto del mundo en los mercados del agua.

Los que están a favor de esta iniciativa creen que como los futuros de los cultivos disminuyen la incertidumbre de los agricultores en sus ingresos, los futuros del agua harán lo mismo, pero sobre los gastos, y de ésta forma, pueden poner a salvo su actividad agrícola de las oscilaciones del precio del agua. También, consideran que podría fomentar el cultivo de ciertas especies que consuman menos de este recurso e incluso favorecer el desarrollo de tecnologías más eficientes para el riego.

Somos conscientes que el agua es un bien esencial para la vida humana (es el segundo recurso más importante, después del aire), y por esta razón, no debería estar sujeta a ningún tipo de especulación financiera, pues podría acabar monopolizándose y correr el riesgo de que muchas personas sean privadas de este recurso tan valioso.

Según las Naciones Unidas, 2.000 millones de personas viven en países con graves problemas de acceso al agua, mientras que, en los próximos años, se estima que dos tercios del planeta podrían experimentar escasez de este recurso, y millones de personas verse desplazadas por problemas hídricos.

Argentina es considerada una potencia mundial en cuanto a este recurso, porque el 48% de su territorio está compuesto por agua, debido a que cuenta con el Acuífero Guaraní, que es el tercero en importancia a nivel mundial y los glaciares, que son la segunda reserva más importante de América Latina. A pesar de esto, la pandemia por Coronavirus puso de manifiesto las desigualdades en el acceso a la misma, por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires, la más rica del país en términos de Presupuesto per cápita, el 15% de la población vive en asentamientos a los que no llega el agua potable ni la red cloacal.

No podemos vislumbrar con claridad como continuará la historia, pero sin duda, ya son muchos los que apuntan al “agua” como una inversión a futuro. Hay quienes intentan desarrollar nuevas tecnologías que permitan un uso más eficiente, y otros, como los compradores de futuros, quienes buscan más seguridad para sus negocios. Ambos tienen un denominador común, intentan posicionarse en torno a un bien cada vez más codiciado en la economía del Siglo XXI. Mientras tanto, me pregunto, ¿qué más hace falta para que los países, las empresas y los individuos tomemos conciencia sobre los efectos del cambio climático y empecemos a actuar responsable y sustentablemente?

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