Joe Biden, presidente electo de EE.UU., recibió ayer la primera dosis de la vacuna de Pfizer contra el coronavirus, intentado aumentar la confianza de la población en la misma.
Biden se inoculó en el Christiana Hospital de Newark, Delaware, junto a su esposa Jill. El evento se trasmitió en vivo para concientizar a los estadounidenses de vacunarse, ya que no será obligatorio. El 11 de enero, exactamente en 21 días, el líder demócrata recibirá la segunda dosis, a pocos días de ocupar oficialmente el Despacho Oval.
El exvicepresidente de Barack Obama le dijo a la ciudadanía que “no hay nada de qué preocuparse” e insistió en que deben seguir usando mascarillas y respetando los protocolos sanitarios. La pandemia ya infectó a más de 17 millones de norteamericanos y mató a más de 300.000. Por ello, Biden, de 78 años, se ha comprometido a intensificar la lucha contra el virus, muchas veces desestimado por Donald Trump.
Mike Pence, actual vicepresidente, había recibido la vacuna de Pfizer el pasado viernes en vivo por televisión, también intentando incentivar a la gente a vacunarse. “Construir la confianza en la vacuna es lo que nos trae aquí esta mañana”, dijo el vicepresidente en la Casa Blanca. Un día después, el sábado, se inició en ese país la distribución de la vacuna de Moderna, la segunda aprobada en Estados Unidos.
Según un conteo de Bloomberg, desde el 14 de diciembre y hasta el día de ayer, 556.000 dosis habían sido administradas en Estados Undios. En total, más de 2 millones de personas en seis países diferentes han recibido inyecciones, en lo que es la campaña de vacunación más grande de la historia. El ranking está liderado por China con 650.000, mientras que el Reino Unido y Rusia ocupan el tercer y cuarto lugar, respectivamente, con 500.000 y 320.000.
Ayer, la vacuna desarrollada por Pfizer y su socio alemán BioNTech superó los obstáculos regulatorios en la Unión Europea, que comenzará la vacunación luego de Navidad.
