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Argentina pos-Covid: ¿podrá volver a crecer?

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Héctor Rubini 21 diciembre de 2020

Por Héctor Rubini  Economista de la Universidad del Salvador (USAL)

El World Economic Forum (WEF) publicó la semana pasada una edición especial de su Informe de Competitividad Mundial, intitulado “How Countries are Performing on the Road to Recovery” (“Cómo se Desempeñan los Países en el Camino hacia la Recuperación”).

Teniendo en cuenta la realidad de los 12 años previos a 2020 -el período entre la crisis subprime y la crisis actual- el reporte provee algunas recomendaciones para la recuperación inmediata pospandemia en un horizonte de 2 años, y luego para los 3-5 años subsiguientes para que el mundo se encarrile un sendero de crecimiento sostenible e inclusivo.

Las áreas críticas del estudio son la recuperación de los marcos institucionales favorables para las actividades empresariales, la formación de capital humano, el desarrollo de los mercados y la creación de un “ecosistema” amigable para la innovación tecnológica. Los cuestionarios fueron respondidos por ejecutivos de empresas de 37 países países entre febrero y julio pasados, sobre 11 prioridades relacionados con las áreas mencionadas. Las respuestas permitieron elaborar un indicador compuesto del grado de preparación de las economías (según la percepción de los empresarios de cada país) para adaptarse a un sendero de recuperación pospandemia sostenible e inclusivo entre 0 (mínimo) y 100 (máximo).

Según los puntajes elaborado en este informe, el WEF llegó a un resultado más que preocupante: ninguna economía del mundo está totalmente preparada para ese desafío. Las cinco economías de puntajes más altos -las mejor preparadas- resultaron ser las de Finlandia, Suecia, Dinamarca, Países Bajos y China. Nuestro país aparece entre las seis peor preparadas de la muestra, superando sólo a Polonia, Hungría, Grecia, México y Turquía.

Un conjunto de preguntas tuvo que ver con la percepción sobre si en el país se prioriza “asegurar instituciones públicas con fuertes principios de gobernanza y visión de largo plazo, y que genere confianza en la atención a los ciudadanos”. En este caso se concentraron en tres aspectos: 1) capacidad de respuesta de los gobiernos ante cambios exógenos, 2) su visión de largo plazo y 3) adaptabilidad de los marcos legales a los negocios digitales. Los registros más bajos correspondieron a las respuestas de ejecutivos de Rusia (42,8), México (44,3), Brasil (45,3) y Argentina (45,4). El promedio de las respuestas fue 60.

Las respuestas de los ejecutivos argentinos superaron el promedio de la muestra en el caso de “cambio hacia una imposición progresiva, repensando cómo se gravan empresas, la riqueza y los trabajadores, en un marco nacional y de cooperación internacional)”. El puntaje fue de 52, 9 ante un promedio de 50. También fue superior al promedio el puntaje al atributo “incentivar a las empresas a aceptar la diversidad, la equidad y la inclusión para mejorar la creatividad”. Por el contrario, se registró un puntaje inferior al promedio muestral en otros tres casos: “repensar las leyes laborales y la protección social frente a la nueva economía y las nuevas necesidades de la fuerza laboral”, “poner al día los programas educativos y aumentar la inversión en habilidades necesarias para los empleos y 'mercados del mañana'” y “actualizar la infraestructura para acelerar la transición en materia de energía, y ampliar el acceso a la electricidad y a las tecnologías para la informática y la computación”.

En este último, Argentina aparece con uno de los tres peores puntajes de los 37 países: 67,7, superando sólo a Turquía (67,1) e Indonesia (62,7). Nuestro país aparece en la antepenúltima posición en “repensar la competencia y los marcos regulatorios anti-monopolio en la Cuarta Revolución Industrial, asegurando acceso a mercado nacionales e internacionales”, y en el último puesto en las respuestas sobre “facilitar la creación de 'mercados para el mañana', especialmente en áreas que requieren colaboración público-privada” y “aumentar los incentivos para dirigir los recursos financieros hacia inversiones de largo plazo, fortalecer la estabilidad y expandir la inclusión”.

El informe observa que, en los países emergentes, los líderes empresariales han percibido un mayor grado de respuesta de las autoridades ante la epidemia del Covid-19, mayor colaboración entre empresas y acceso a fondos líquidos, mejoras en la capacitación de la mano de obra, y cierta estabilidad en la capacidad para atraer talentos. Lo mismo ha sido informado por los empresarios de los países desarrollados, que en sus países han observado también una buena respuesta de las redes de seguridad social, y una mejora en la solidez de los bancos.

Por el lado negativo, los empresarios de los países emergentes han reportado: 1) aumento de los costos empresariales relacionados con delitos, violencia y el crimen organizado, 2) una menor independencia del poder judicial respecto de la situación prepandemia, 3) menor competencia en los mercados y 4) un estancamiento en la confianza en los políticos.

En los países desarrollados, en cambio, las preocupaciones fundamentales por la pandemia han sido: 1) la menor competencia en los mercados de servicios, 2) cierta reducción de cooperación entre empresas en los períodos de cuarentena y 3) mayores dificultades para hallar trabajadores calificados. En este último caso, por mayores brechas entre las habilidades requerida, dado el rápido giro observado hacia una economía más digital.

El informe permite ver un horizonte a futuro se presenta bastante complejo, y en particular para los países menos desarrollados. En este cuadro general, lo preocupante es que Argentina aparece entre los países peor preparados para adaptarse a las exigencias de la economía mundial de los próximos 3-5 años.

Más allá de las restricciones de corto plazo, el informe del WEF sugiere una percepción de deficiencias reales, no imaginarias, que en caso de no resolverse pueden condenar a varios países a un sendero futuro bastante preocupante. En el caso de nuestro país es claro que urge resolver la crisis de la pandemia y las urgencias macro de corto plazo. Pero volver a crecer probablemente requiera desbloquear la economía de las actuales trabas para recuperar terreno perdido en materia de incentivos y condiciones favorables para la inversión, la formación de recursos humanos, la innovación y el empleo. Y esto exigirá reformas necesarias, aunque quizá conflictivas, si lo que se quiere es realmente volver a crecer y dejar atrás el actual sendero de inflación, recesión, empobrecimiento y una persistente percepción de absoluta falta de rumbo.

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