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Medidas económicas y señales políticas para revertir una peligrosa dinámica ochentosa

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Alejandro Radonjic 26 octubre de 2020

Por Alejandro Radonjic

“¿Por qué es incorrecto analizar la dinámica futura del dólar en base al Tipo de Cambio Real (TCR)?”, se preguntó el economista Roni Peker en Twitter, adjuntando un gráfico mostrando que el TCR (ajustado por el dólar paralelo) es altísimo o, en criollo, que “Argentina está regalada” (en dólares). “Si comparamos el precio de una misma canasta de bienes en Argentina y en el exterior, Argentina está muy barata. Es decir, con US$ 1 comprás mucho más acá que en cualquier otro país”, dice Peker.

En los últimos días, varios usuarios en redes sociales “dolarizaban” (al “blue”, claro) sus consumos en pesos para demostrar eso mismo.

“Pero, el dólar también es un activo financiero que permite proteger a un ahorrista del riesgo de Argentina, por ejemplo, el inflacionario. Su precio viene determinado por el arbitraje entre dos variables: la tasa de devaluación futura esperada y la tasa de interés actual en pesos. Dado que la tasa de devaluación esperada futura es desconocida pero alta (en el límite infinita) y se estima que le va a ganar a la tasa en pesos, los ahorristas e inversores van a seguir demandando dólares. A su vez, la tasa de devaluación esperada hace que desaparezca la oferta de dólares y se incremente su demanda. Por lo tanto, todo el mercado se vuelve comprador, tanto del dólar oficial como de los paralelos. Por otro lado, las reservas netas (RRII) del BCRA, que ya están casi en cero o son negativas, disminuyen porque todo quien puede acceder al dólar oficial a $80 demanda la mayor cantidad posible, mientras que quién debe vender a ese precio, lo hace lo menos posible. Esta dinámica es cada vez más rápida. Las RRII son cada vez menores, por lo que la expectativa de devaluación es cada vez mayor. Este ciclo se repite porque se agranda la brecha cambiaria y a su vez la pérdida de RRII. En conclusión, si se analiza la dinámica futura del dólar simplemente por el TCRM, se está obviando el canal de las expectativas, que en este momento es el que mayor influencia tiene en el precio del dólar”, concluye Peker. Entonces, ¿está caro o barato el dólar? Depende?

Hasta aquí, las medidas del Gobierno estuvieron orientadas, más que a cambiar las expectativas, a administrar sus consecuencias, atacando la demanda de dólares (oficiales) y, en menor medida, estimulando la oferta. No hubo éxito. Según estimaciones de Fernando Marull, el BCRA vendió US$ 160 millones la semana pasada; los bonos ya rinden 17%; siguen saliendo depósitos en dólares de los bancos; el dólar “blue” se vende a $190 y la brecha cambiaria alcanza niveles ochentosos. “El mercado ya le tomo el pulso al equipo económico. Si el equipo económico insiste con medidas 'gradualistas', la incertidumbre no bajará”, sentenció Marull.

Se necesita hacer bastante más. Algunas declaraciones recientes del ministro de Economía, Martín Guzmán, parecen ir en la dirección correcta, pero no dejan de ser palabras. Las acciones probablemente demanden una suba considerable de la tasa de interés en pesos y un programa fiscal-monetario creíble, con el aval del FMI. Que deberá ser más austero que el que debate por estos días el Congreso, que contempla un rojo primario de 4,5% del PIB en 2021 y una emisión monetaria (adicional a la ya ocurrida) importante.

Un viraje económico que debería ser complementado con otras señales y gestos más netamente políticas que apunten a distender la grieta y reducir el conflicto político, que también reverbera en las cotizaciones y últimamente ha complicado más de lo que ha ayudado.

No es necesario ser investigador para entender lo costoso que significaría hacer eso para el kirchnerismo duro. Simbólicamente, cuanto menos. "Los mercados tienen que entender que la economía la maneja el Gobierno", dijo el influyente Máximo Kirchner la semana pasada. Hacer un ajuste fiscal mayor o subir la tasa de interés sería no sólo convalidar los reclamos de los mercados sobre quién maneja la economía sino, además,  apelar a herramientas muy criticadas durante la gestión de Cambiemos.  No hacerlo también tiene costos, quizás más graves.

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