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La inflación, hasta ahora agazapada, empieza a preocupar (una vez más)

PESOS-INFLACION-ARGENTINA
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26 octubre de 2020

Hasta ahora, la inflación se mantuvo relativamente controlada. En septiembre, de hecho, la inflación acumulada en los últimos 12 meses se metió por primera vez debajo de 40% luego de dos años. No fue una baja virtuosa. Más bien, se debió a la megarrecesión, la suspensión de las paritarias, el anclaje del dólar oficial y el control sobre los “precios regulados”. Sin embargo, ya hay indicios de que la paz inflacionaria está llegando a su fin y que hay varios riesgos hacia adelante.

En la semana pasada, el Indec informó que los precios mayoristas escalaron 3,7% en septiembre mientras que el Indice de Costo de la Construcción (ICC) avanzó 2,9%, con el capítulo “materiales” escalando 5,6%. Además, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) escaló 3,4% y la Canasta Básica Total (CBT), 3,8%. Todos los índices se ubicaron encima del IPC de 2,8% que informó el Indec para septiembre.

Octubre no mostró mejores números, hasta ahora. Según LCG, los alimentos subieron 3,8% en las primeras tres semanas.

Las expectativas de “la calle”, según la última encuesta de la UTDT, también se deterioraron. Para los próximos 12 meses se espera una inflación de 45% (mediana) y 47% (promedio). Son números consistentes con el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA de septiembre, que proyecta una inflación interanual de 50,5%, con un nuevo piso mensual de 3,5% desde octubre. Guarismos que tienen un pequeño puñado de países del mundo que difícilmente puedan describirse como ejemplos a seguir.

Según un informe de GMA Capital, hay varios “drivers” que amenazan la marcha de la inflación.

Ajuste tarifario

A lo largo del año, los precios regulados funcionaron como una de las principales anclas inflacionarias. La distancia con el nivel general de inflación se fue acrecentando en los últimos meses. Actualmente, los precios regulados crecen casi 20 puntos por debajo del resto de los componentes. Sin embargo, recientemente comenzaron a verse incrementos en distintos sectores regulados. Un claro ejemplo es el de las naftas. “No sorprendería ver nuevos aumentos antes de fin de año”, dice GMA. Por la presión en las arcas públicas vía subsidios, también se esperan ajustes en gas y electricidad.

Emisión monetaria en máximos

La contracara del alto déficit fiscal, sin posibilidad de colocar deuda en exterior y con un mercado local reducido, es el financiamiento vía emisión monetaria. “En lo que va del año, el 98% del agujero fiscal fue solventado mediante la asistencia del BCRA”, sostiene GMA Capital. Por estos días, la inyección de pesos se encuentra en máximos de más de 20 años y supera el 8% del PIB, más que duplicando el máximo previo de 2014. Los agregados monetarios corren a un ritmo acelerado. El M2, el proxy de la oferta de dinero conformado por el circulante más depósitos en cuenta corriente y caja de ahorro, se expande a 90% interanual. Por otro lado, el déficit proyectado a fin de año se aproxima a $ 1 billón que sería financiado con más emisión. “Este exceso de pesos presiona tanto sobre el dólar como sobre la brecha, que se encuentra en un pico de 130%, un umbral no visto desde fines de los '80”, agrega el reporte.

Demanda de dinero se debilita

Como consecuencia de la pandemia, la demanda de dinero creció de forma notable por motivos principalmente precautorios. Este aumento tuvo como contrapartida una baja circulación del dinero en la economía, en un contexto de bajas transacciones y poco consumo. “Sin embargo, a medida que se fue flexibilizando la economía, la circulación del dinero se aceleró. Sumado a esto, dada la alta emisión monetaria para financiar el agujero fiscal y la crisis de confianza, se verifica una preferencia creciente por desprenderse de ellos. Es decir, los factores que mantuvieron la demanda alta se van diluyendo y ahora nos enfrentamos a un mercado con muchos pesos y pocas ganas de preservarlos. En otras palabras, la oferta avanza y la demanda se desploma”, describe GMA Capital.

Expectativas de devaluación

La presión sobre el tipo de cambio es cada vez más contundente. El endurecimiento del cepo cambiario de mediados de septiembre no logró frenar la sangría de reservas, pero profundizó el mal clima en el mercado. “En semana pasada se tomaron nuevas medidas para equilibrar el mercado cambiario, pero la sensación es que son escasas y que llegan tarde”, expresa el reporte. Con una mirada histórica, el tipo de cambio CCL, corregido por TCRM, es 30% más caro que en el pico de 2002, pero esto no impide que siga aparentando barato para los inversores ante la crisis de confianza y ausencia total de un rumbo económico. “El impacto de una suba en el tipo de cambio pega de lleno en los precios en una economía que mira al dólar como moneda de referencia. El pass-through, o traspaso a precios, en Argentina es inmediato y mucho más elevado que en el resto de la región”, señala GMA Capital.

Importaciones bajo un dólar no oficial

La confluencia de distintos tipos de cambio genera distorsiones en la economía. En el caso de los importadores, una brecha cambiaria tan elevada no hace más que acelerar las compras provenientes del resto del mundo. Las restricciones a la importación anunciadas la semana anterior buscan limitar este comportamiento. “De todas formas, esto no impide que los valores del dólar libre se filtren sobre los costos de los insumos importados ante la incertidumbre del costo de reposición”, señalan y ponen como ejemplo el avance del ICC. “Esta misma tendencia se está viendo en diversos rubros, que tal vez se encuentran paralizados por la pandemia, pero aun así siguen incrementando sus precios. Analizando datos de alta frecuencia, observamos que en la última semana hubo una aceleración de precios en los distintos rubros, pero particularmente en las partidas dolarizadas. De hecho, la variación mensual de estas más que duplicó la de los bienes no atados al dólar”, agrega el reporte.

Se reactivan las paritarias

Otro factor que moderó la escalada inflacionaria hasta el momento fueron las paritarias en stand-by. El salario nominal corrió prácticamente todo el año por debajo de los precios. La pérdida del poder adquisitivo se vio reflejada en un consumo muy dañado, principalmente en sectores como bazares, automotriz e indumentaria. Si se realizan proyecciones de cara a diciembre, el salario real se contraería en la zona de 7% en 2020. “De todas formas, la puja distributiva llegó a un límite y ya en octubre comenzaron a reavivarse los aumentos salariales en varios gremios. Cabe destacar que el año entrante es año electoral, con lo cual también se esperan subas salariales en términos del empleo público”, concluye el informe.

El factor más importante es el dólar oficial. Su incidencia sobre los precios sigue siendo determinante y eso explica el rechazo del Gobierno a una devaluación. Sin embargo, la capacidad de controlarlo a futuro está cada vez más cuestionada y no debe descartarse que el BCRA deba soltarlo más, algo que pegará en la inflación y potenciará los “drivers” subyacentes mencionados.

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