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Los privados estiman que el BCRA contendrá la caída de reservas

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21 septiembre de 2020

Se sabía que el BCRA iba a hacer algo porque el drenaje de reservas era insostenible y conducía al peor escenario: una devaluación del dólar oficial. Con una inflación acelerando, un nivel de actividad aún lejos del nivel prepandemia, salarios pulverizados y una pobreza ya cercana a 50%, un salto en el dólar oficial hubiera tenido consecuencias funestas.

En la semana anterior a la que pasó, el BCRA había perdido casi US$ 110 millones de reservas diarias. El mercado advertía que las reservas líquidas eran cada vez menores y su duración se medía en semanas. Según estimaciones de FMyA, con oro incluido, las reservas netas están en US$ 7.300 millones pero, sin él, las reservas líquidas son de apenas US$ 3.430 millones. Según GMA Capital (que excluye los DEG del FMI), están en US$ 2.950 millones.

Con la única vía de oferta de dólares cayendo por efectos estacionales (las exportaciones) y la demanda de atesoramiento, importaciones y pagos de deudas privadas incontenible, el BCRA actuó sobre esta última variable. La única dentro de su rango de acción.

Que la medida era necesaria, dadas las circunstancias, es incuestionable. Eso no impidió que el mercado se pusiera muy pesimista porque el supercepo genera nuevos trastornos. “Las repercusiones no se hicieron esperar. La onda expansiva devoró 10% del valor de los flamantes Globales y puso su TIR o 'exit yield' cerca de 14%. En tanto, las acciones se derritieron hasta 15% y las ON de empresas de primera línea recortaron 10%”, describió GMA Capital. El otro temor es que las medidas no sean efectivas. En rigor, el BCRA siguió perdiendo reservas en los últimos días de la semana pasada. “Y es esperable que tenga impacto también en los depósitos en dólares, que venían estables antes del martes 15”, advierte FMyA en su reporte del fin de semana.

“Con estas medidas, es posible que el BCRA logre frenar la fuerte sangría de reservas”, dice el informe. Si las medidas no llegaran a evitarlo, la autoridad monetaria “volverá a endurecer el cepo” y “lo más probable es que pasará a limitar más el flujo comercial, es decir, las importaciones (bienes finales)”. Si eso tampoco bastar, “ahí si al BCRA no le quedará otra que dejar flotar el tipo de cambio (devaluar)”.

“Con las nuevas medidas, el Gobierno intenta frenar el drenaje de reservas y poder maniobrar de mejor manera para llegar a 2021 evitando una devaluación del tipo de cambio oficial que detone una aceleración inflacionaria y un deterioro aun mayor de la cuestión social. En un escenario de mayor estabilidad, el BCRA debería mostrar capacidad de acumulación de reservas en el nuevo escenario ya que las fuentes principales de demanda fueron restringidas. Sin embargo, debe prestarse atención a la oferta exportadora (que es reducida por cuestiones estacionales) y a una mayor demanda de importaciones, un efecto esperable dadas las mayores regulaciones en la cuenta capital”, sostienen en Delphos.

Desde GMA Capital son más pesimistas. “Es prácticamente imposible revertir las tensiones cambiarias y el deterioro de las reservas sin un plan consistente basado en la prudencia fiscal y monetaria, la confianza y las instituciones. En la medida en que la monetización de las necesidades fiscales no cese, la pérdida de valor en la moneda y las expectativas de devaluación estarán siempre en el centro de la escena, independientemente del esquema cambiario que se adopte. Y, no menos importante, las otras 2 piezas del rompecabezas relacionadas con la confianza y las reglas de juego dependen exclusivamente de un giro copernicano de la política pura más que de decisiones de política económica. Sin ningún cambio en las condiciones estructurales, cada nuevo refuerzo de las restricciones sirve para comprar tiempo. Es un recurso tan rudimentario y eficaz como una roca en una puerta giratoria instalada allí para cumplir una única función: impedir la salida de los dólares. Aunque, inexorablemente, también impide la entrada de divisas”, dijeron en su reporte del fin de semana y alertaron sobre la evolución del único canal de ingreso de dólares: el saldo comercial. “La persistencia de un gap (cambiario) tan amplio entre los tipos de cambios podría erosionar el saldo comercial que el Gobierno busca maximizar. La lógica de los productores de granos podría llevarlos a retener o ahorrar en granos a la espera de un salto cambiario (el crawling peg avanza a un ritmo anualizado del 33% -TNA-, pero el costo financiero en pesos ronda el 20%), mientras que los importadores acelerarían todas las compras que tengan a disposición”, señalaron.

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