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Los dos números de Guzmán: el descontado y el sorpresivo

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01 septiembre de 2020

El ministro de Economía dio dos números ayer. El primero, el obvio y ya casi descontado: 99% de la deuda bajo Ley Extranjera reestructurada, tras una adhesión de 93,5%. No hubo fisuras en el mercado: el resultado fue muy bueno y el riesgo de holdouts es mínimo, casi inexistente. Así, la jueza del distrito sur de Nueva York, Loretta Preska, seguirá siendo una ignota para el gran pueblo argentino y la fragata Libertad podrá navegar por el mundo sin mayores temores que el clima. El escenario más temido se evaporó por completo.

El “deal” anunciado ayer era el gran partegauas de la gestión de Alberto Fernández?antes del caso 0 en Wuhan. La pandemia trastocó todo y contagió a la macroeconomía vernácula (y las de todo el mundo). El golpe aún no se puede conmensurar: estamos en plena pandemia.

Ya no basta con haber limpiado la hoja de balance soberana ni tampoco renegociar con los US$ 44.000 millones con el FMI. Ayudan, descomprimen y son bienvenidos, pero no bastan. El famoso “necesario pero no suficiente”. La pandemia implosionó la macro y el 2020 cerrará con un rojo fiscal (incluyendo deuda) en la zona de 10% del PIB. Un gap que financia, casi exclusivamente, el BCRA vía emisión monetaria. Es el “gap” más alto en décadas, con la peor caída económica de la Historia (entre 12% y 15%) e indicadores sociales en niveles de anomia. La crisis era severa antes del Covid-19. Los desafíos de la hora son tan mayúsculos que cualquier adjetivo se queda corto. La gran pregunta es cómo sale la macro de Argentina del embrollo actual, con el riesgo de una espiral nominal latente.

Por eso, Martín Guzmán dio otro número ayer. Sorpresivo porque no se esperaba hasta que ingrese el Presupuesto al Congreso. El ministro dijo que el Estado buscará tener un déficit fiscal de 4,5% del PIB en 2021. Un déficit que, en palabras de Guzmán, sea “lo suficientemente grande como para poder tener la capacidad de impulsar a la economía, pero lo suficientemente contenido en función de cuál es la capacidad de financiarlo”. La lectura es mixta: por un lado, el Gobierno planea una corrección fiscal importante y el asedio sobre el BCRA sería menor pero, por el otro, el rojo sigue siendo grande para un país quebrado, sin prestamistas voluntarios y con demanda de dinero atada con alambres. “El sendero fiscal hacia adelante es 'el' tema”, dijo Gabriel Caamaño Gómez.

Más allá del rebote en la recaudación, la gran pregunta es cuán transitorios serán los “estímulos Covid-19”, que han sido acertadamente considerables. Si se retiran (o van diluyendo) y la recuperación de la economía ayuda por su parte, la posición fiscal “neta” del Tesoro no es mala. Mérito póstumo de Nicolás Dujovne: en 2019, el déficit primario fue de 0,4% del PIB.

Sin embargo, Guzmán no apunta a un desequilibrio de 1-2% del PIB en 2021 sino de 4,5%. Ese 4,5% de Guzmán aparece como poco exigente y tiene que ver con que el Gobierno buscará bombear la economía porque considera que el empuje privado será débil; porque hay elecciones legislativas y la oposición está sólida o, quizás, es la primera carta en la negociación con el FMI. Sea como fuere, el financiamiento del déficit fiscal será clave para saber si puede haber cierta estabilidad nominal o se avecina algún salto en la inflación y/o el dólar. Aunque no lo diga, Guzmán sabe que la emisión excesiva, a la larga, genera inflación y, por eso, buscará evitarla. ¿Podrá decir “basta” a tiempo y quedarse en su puesto?

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