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Las poblaciones de animales cayeron 68% en 50 años y sigue empeorando

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10 septiembre de 2020

La producción de alimentos y otras actividades humanas están destruyendo los mismos sistemas de los que dependen, según un nuevo estudio.

El mundo está perdiendo sus mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces, y con ellos, la seguridad de los ecosistemas que sostuvieron a la humanidad desde que surgió. Esa es la conclusión del Informe Planeta Vivo 2020, una evaluación semestral del Fondo Mundial para la Naturaleza y la Sociedad Zoológica de Londres, que registra la disminución de la vida de los vertebrados.

El informe de este año, publicado el miércoles, muestra que estas comunidades de animales se redujeron en promedio hasta 68% entre 1970 y 2016. Algunas partes del mundo están mucho peor. Las Américas tropicales vieron disminuir las poblaciones de animales 94% en el mismo período. El tamaño de las comunidades de animales observadas en o cerca de agua dulce a nivel mundial se ha reducido hasta 84%.

Los autores atribuyen la mitad de la responsabilidad a los cambios en la forma en que usamos la tierra y el mar, y citan hechos como la tala de bosques de importancia ecológica y el uso de agua dulce. La sobrepesca y la caza, las especies invasoras, la contaminación y el cambio climático completan las principales causas del colapso de la población animal mundial.

El informe transmite un mensaje general duro. Sugiere que el continuo abuso humano del planeta puede conducir al colapso de los propios sistemas y recursos naturales que permitieron que la civilización global y las sociedades modernas persistieran en primer lugar. Y, dicen, se puede demostrar que la humanidad tiene la culpa, y el daño no tiene precedentes en velocidad y amplitud dentro de la historia humana.

Estas conclusiones surgen en medio de informes de que las naciones no han cumplido los compromisos asumidos en los últimos años para abordar la pérdida de biodiversidad. Se suponía que este año sería importante para abordar el problema. Pero el problema de fondo permanece.

Los autores no se andaban con rodeos. Dicen que la evidencia de la destrucción de la biodiversidad es "inequívoca". Esta palabra tiene mucho significado. Dada su inclinación por los matices y el escepticismo, los científicos detestan decir que algo es 100% cierto. Pero durante más de una década, lo “inequívoco” ha sido la alarma de los científicos climáticos por su seriedad. Usarlo con el mismo efecto en el Informe Planeta Vivo 2020 eleva la pérdida de biodiversidad al nivel de problemas reservados para el cambio climático y entrelaza los dos dilemas ambientales globales.

“Usé la palabra con mucha determinación”, dijo Robert Wilson, autor de uno de los primeros capítulos del Informe Planeta Vivo 2020 y ex líder tanto del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU como de su contraparte en biodiversidad. “Quiero asegurarme de que todo el mundo entienda que la evidencia es 'inequívoca' o 'absolutamente cierta' o 'fuera de toda duda'”.

El informe está plagado de declaraciones inusualmente audaces y directas que dejan en claro cómo interpretan la evidencia que han recopilado de 4.392 especies de vertebrados diferentes en 20.811 poblaciones. Rara vez son más sencillos que en un capítulo sobre la salud de los ecosistemas del suelo: "La biodiversidad del suelo nos mantiene vivos, por lo que debemos asegurarnos de dejar de destruirlo". Los pesticidas, la erosión y la pavimentación de la tierra contribuyen a la degradación o desaparición del suelo.

El informe de este año se basa en potentes modelos informáticos para simular políticas que podrían evitar la pérdida de biodiversidad.

Cualquier solución es un trabajo pesado, concluyen los autores, pero al cambiar lo que come el mundo y cómo produce los alimentos que consume, las naciones pueden reducir casi a la mitad la pérdida de biodiversidad esperada. Las medidas incluyen la conservación ampliada, el aumento de los rendimientos agrícolas, la eliminación del desperdicio de alimentos y la reducción a la mitad de la ingesta mundial de carne.

El informe se suma a una biblioteca grande y en expansión de malas noticias. Los científicos advirtieron durante años que las temperaturas aumentarían, los incendios aumentarían, los huracanes se intensificarían y las pandemias potenciales escaparían de las áreas deforestadas hacia las ciudades. Lo que estas primeras predicciones tienen en común es que se hicieron realidad.

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