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¿Sabemos qué hay detrás de las movidas de TikTok y Fortnite?

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31 agosto de 2020

Por Patricio Cavalli (*)

Pocas cosas tan gratificantes en la vida como hablar sin saber y sumarse a teorías conspirativas. Hablemos entonces, sin saber, porque lo cierto es que, por más que investiguemos, leamos, preguntemos y hablemos con insider traders, difícilmente sepamos lo que hay detrás de las dos grandes noticias en el mundo de la tecnología y los negocios de este momento: Microsoft y su intento de comprar TikTok y Epic Games -creador del juego Fortnite- atacando legal y mediáticamente a AAPL y GOOG.

No lo vamos a saber, pero eso no significa que no lo podamos intuir. Sospechar al menos, tratar de correr la cortina y ver qué hay detrás. Porque, seamos honestos, ¿alguien de verdad cree que Microsoft quiere justo ahora entrar en el juego de las redes sociales y que a las pocas semanas, oh casualidad, una empresa de “sólo” US$ 17.000 millones se enfrente legalmente a una de US$ 867.000 millones y otra de US$ 632.000 millones?

No. Algo raro pasa. Pensemos conspirativamente. Las empresas, las corporaciones, son entidades autónomas de los gobiernos, hasta que no. En la concepción global de los imperios, son una herramienta más en su arsenal geopolítico. Cuando los diplomáticos se empantanan, las sanciones económicas complican las cosas y los ejércitos no son una opción, cualquier imperator puede hacer un llamado al CEO de una corporación y decirle algo como: “Lo llamo, señor, porque su país lo necesita”. Y ahí salen las huestes corporativas, a hacer ofertas, publicar LOIs, dar entrevistas, hacer avisos eufemísticos en las redes sociales, empezar juicios anti monopólicos y demás movimientos como los que vimos en estas semanas.

Si uno lo piensa dos veces, hay una lógica detrás de Microsoft queriendo comprar TikTok: le traería millones de usuarios y usuarias muy jóvenes, y muchas de ellas, además, mujeres. Pero también es cierto que sumar esa red y fagocitarla en su ecosistema, que incluye Minecraft, Xbox, Office, LinkedIn, etcétera, puede ser una jugada larga y compleja. Claro que la pueden hacer, pero la pregunta es si vale la pena. ¿Quo bono Microsoft? ¿Qué gana, que se queda después de semejante avanzada, que la pone en la mira directa de Facebook, Snap, WeChat y compañía, empresas que no son precisamente conocidas por tomarse la competencia relajada y plácidamente?

Y Epic Games. A ver? ¿Qué chances tiene de ganar un juicio antimonopolio cuando en su primera carta documento al tribunal dice: “Estamos haciendo juicio a dos empresas”? A riesgo de equivocarnos, la esencia de un monopolio es que haya una sola empresa sirviendo a un mercado, no dos que compiten. Y aún si hubiera un monopolio, o el “antitrust legis” de EE.UU. lo defina en términos más amplios, Epic firmó un acuerdo con Apple y con Google. Pacta in servanda, gente. Si usamos el App Store para crecer, ahora nos aguantamos los términos y condiciones que aceptamos en su momento. Porque Fortnite es un juegazo, sí, con conciertos de Marshmello incluidos, pero no app stores, no Fortnite. Seamos honestos.

Conspiremos. ¿Quién compró, en 2012, el 40% de Epic Games, inyectándole los US$ 330 millones que le hacían falta para desarrollar el Epic Unreal Engine 4 Game Development Suite, que llevó al lanzamiento de Fortnite? Tres opciones: el Automóvil Club Argentino; el cabaret de Palermo devenido en tienda de barbijos y productos de limpieza al por mayor o Tencent Holdings? Sip. Así se dice en millenial: “sip”. Tencent Holdings. ¿Es impensable que un celular en California sonó un Huawei y una voz con acento cantonés dijo muy suavemente: “El dragón solicita sus amables servicios, muy honorable señor”? Raro, conspirativo, pero posible. Las empresas como proxies en una nueva proxy war entre los imperios.

Pensémosolo más ampliamente: “Hoy, no se puede pensar ninguna de estas movidas sin pensar geopolíticamente. La historia enseña que uno tiene que mirar muy bien quienes son los actores y qué intereses representan, para bien y para mal. Y lo otro que hay que entender es quién es la audiencia de estas empresas”, dice Gustavo Buchbinder, CEO de W-hub y presidente de Interact Argentina.

Es decir, que, quizás, estamos elucubrando sin saber del todo y, sí, estamos siendo conspirativos, pero podemos estar medianamente en la pista de algo. Las audiencias de Fortnite y de TikTok son una presa importantísima en el ajedrez global, un territorio joven, casi virgen ideológicamente y con mucho futuro para los países que piensan con el calendario y no con el segundero. Ambos medios son una herramienta muy interesante donde los departamentos propagandísticos del águila y del dragón pueden trabajar para crear imaginarios, sembrar ideas y propagar ideologías de amor y odio en esas jóvenes y frescas mentes.

“Yo desconfié siempre de los yanquis jefe, que le ponen flúor a la pasta dental para calmar a las masas. Y de los chinos ahora, que con su nueva vacuna nos van a inyectar un microchip para rastrear cada cosa que hagamos, comamos y soñemos. Nos van a inyectar pesadillas por la sangre para volvernos locos”, dice Juan Carlos Manhattan, dueño de una zapatería reconvertida en casa de venta de dólar blue. No tiene sentido explicar que la vacuna la patentó la Federación Rusa, porque en el fondo su razonamiento tiene sentido. Conspira, conspira, que no te equivocarás.

(*) Docente de UCEMA y fundador de la consultora de investigación y análisis Cavalli Insights

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