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Así es la “economía K” que está brotando en EE.UU. a dos meses de las elecciones

Estados Unidos atraviesa un escenario que está agudizando las inequidades: ante este panorama, algunos economistas están torturando el alfabeto y ya dicen que la pospandemia no tendrá forma de L ni de U ni de V, sino de K, en la que a algunos les irá muy bien y a otros, muy mal.

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Pablo Maas 26 agosto de 2020

Por Pablo Maas

El índice de confianza del consumidor, un indicador clave de la salud de la economía estadounidense, mostró una caída pronunciada y peor a la esperada esta semana, señal de que los síntomas de reactivación de la actividad que se habían advertido en junio y julio están agotándose a apenas dos meses de las cruciales elecciones presidenciales del 3 de noviembre. El indicador que elabora el respetado Conference Board, una organización empresarial, cayó a sus niveles más bajos en seis años por segundo mes consecutivo y refleja principalmente el impacto de la finalización, el 31 de julio, del subsidio de desempleo de US$ 600 semanales que el Gobierno estableció a poco de iniciada la pandemia del coronavirus como forma de sostener la economía. Lo que también ocurrió el último mes y se reflejó en el indicador de confianza fue un nuevo estallido de casos de contagios en diversos “puntos calientes” del territorio estadounidense.

Hasta ahora se creía que la lucha electoral, que ya está a pleno, coincidiría con una reactivación económica. Como prueba de ello se citaba el boom de los mercados de valores y un repunte extraordinario en las ventas de casas como no se veía desde hace más de 13 años. El mercado inmobiliario, que está probando ser inmune a la crisis del coronavirus, está siendo favorecido por tasas de interés muy bajas que estimulan el crédito hipotecario. Lo mismo para las ventas de automóviles que se compran a crédito.

Pero los datos del Conference Board muestran que los consumidores temen por sus empleos y sus ingresos. El cheque semanal que le llega a los desempleados ahora se redujo a US$ 300, lo que restará unos US$ 50.000 millones a las ventas minoristas cuando termine agosto. El 70% del ingreso estadounidense se dedica al consumo, el principal motor de la economía. Hoy hay 28 millones de personas que están recibiendo el subsidio de desempleo. La mayoría son trabajadores que reciben bajos ingresos y que alquilan sus viviendas. La morosidad de los créditos hipotecarios también se duplicó en lo que va del año, del 4% al 8%, muy cerca del 10% al que alcanzó durante la crisis de 2008-2009.

De modo que la economía de la principal potencia mundial presenta actualmente un escenario que está agudizando las inequidades en la distribución del ingreso: mientras muchos aprovechan las bajas tasas de interés y compran viviendas y autos, otros millones no alcanzan a pagar el alquiler de las suyas. Ante este panorama, algunos economistas están torturando el alfabeto y ya dicen que la economía pospandemia no tendrá forma de L ni de U ni de V, sino de K, en la que a algunos les irá muy bien y a otros, muy mal.

La normalización de esta “economía K” no sucederá hasta que el virus se controle, escribió el lunes en The New York Times Janet Yellen, expresidenta de la Reserva Federal hasta 2018. La autoridad monetaria de EE.UU. ya hizo todo lo que pudo: a partir de marzo bajó las tasas de interés a niveles sin precedentes y compró bonos para inyectar liquidez a la economía. Pero no puede hacer mucho más y ahora es el turno de la política fiscal, que es decidida por el Congreso, que está en receso de vacaciones. “Cuando el desempleo es excepcionalmente alto y la inflación históricamente baja, como ambos los son actualmente, la economía necesita más gasto fiscal para estimular el empleo. El poder monetario pone la mesa y los dólares fiscales del Congreso sientan en ella a los comensales”, graficó Yellen.

En qué medida el consumo puede revertirse y comenzar a descender como respuesta a la falta de estímulo fiscal está abierto a discusión. Algunos economistas advierten que la crisis puso a los estadounidenses mucho más cautelosos y menos dispuestos a malgastar su dinero últimamente. La tasa de ahorro de los ingresos disponibles pasó de menos del 10% en el primer trimestre del año a casi 26% en el segundo, observan. “La gente ahorró un montón de dinero en los últimos meses”, dijo Jesse Edgerton, economista senior de JP Morgan, citado por The New York Times. Esto podría ayudar a que la curva de descenso del consumo se haga más pausada.

En cualquier caso, no parece ser un buen momento para suspender las ayudas fiscales justo cuando nuevos brotes de la pandemia obligan a volver a cerrar negocios y empresas en numerosos estados. A partir de mañana se sabrá más acerca de cómo evalúan la Reserva Federal y otros bancos centrales las posibles respuestas ante la crisis cuando comience la tradicional conferencia de Jackson Hole, solo que esta vez será por teleconferencia y no habrá nadie viajando a Wyoming. Muchos analistas están convencidos que la economía internacional enfrenta un shock de incertidumbre con pocos antecedentes que obligará a los bancos centrales y otros decisores de políticas a extremar la imaginación y concebir nuevas herramientas para tiempos extraordinarios.

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