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Tríada pospandemia: dólares, paz social y productividad

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27 julio de 2020

Más allá de las sugerencias de una parte dela biblioteca, los gobiernos casi siempre “eligen ganadores”, como se dice en la jerga. Es decir, determinan qué sectores estimular y le dan incentivos. Lo “miman”. Los motivos no siempre son los mismos y los instrumentos tampoco, pero todos los planes se nutren de lo mismo: son sectores considerados relevantes para los intereses de un gobierno o el país (lo ideal).

Pensando en la pospandemia, los sectores convocados a jugar un rol importante, y quizás ser “elegidos ganadores” son tres: el agro, la construcción y la energía. Así lo asegura el último informe de Analytica. La industria, aunque muy diversa, puede sumarse a esa lista. Cada sector es distinto (es decir, requiere políticas diferenciadas) y, además, aporta algo distinto, como se ve en la tabla.

“Una estrategia de desarrollo con inclusión, como declama el Gobierno, no podrá prescindir del agro, por su aporte neto de divisas; de la energía, por sus mejoras en la productividad, y de la construcción, por ser garantía de contención social. La industria se encuentra en el medio de los tres, en cuanto a su contribución a cada vector. Sin embargo, dado su peso en el PIB, debe ser incorporada con una estrategia diferenciada que tenga en cuenta su gran heterogeneidad”, dice el reporte.

Por ejemplo, la construcción aporta absorción de empleo de baja o mediana calificación, con 8,9% del total, proxy imperfecta de “paz social” y la energía aporta “productividad” (eso se percibe en sus salarios) y eslabonamientos. El agro y la industria es un caso aparte porque se necesitan, no sólo para eslabonarse, sino porque uno aporta lo que el otro necesita. “Mientras el primero aporta dólares, el segundo contribuye con puestos de trabajo, salarios por encima del promedio y una calidad aceptable del empleo”, dice el reporte.

¿Qué requiere cada sector para desarrollarse? Básicamente, la construcción demanda crédito y estímulos fiscales a la oferta y la demanda; el agro, baja de impuestos (suena difícil para un Gobierno peronista con problemas de caja, pero?) mientras que el sector energético, muy capital-intensivo, inversiones en dólares (que no deben arrancar con tasas de retorno prohibitivas, como ahora, algo que deja fuera de la cancha la mayoría de los planes de inversión).

Para poder desplegar ese modesto arsenal, se necesita, antes, un ordenamiento macro y salir del default. Además, quedó demostrado que, por más “lindos” que sean los planes sectoriales, si la macroeconomía se tambalea, todos naufragan.

Luego, vendrán los planes sectoriales. Por último, Analytica señala que, en el caso de la construcción, la batuta debe ser de los privados. “En un contexto complejo para la obra pública (dada la estrechez fiscal), el mayor margen de maniobra aparece en la obra privada. El primer paso es recuperar la dinámica de los proyectos afectados por la cuarentena, inyectando liquidez a constructores y compradores. Líneas blandas de los bancos, al estilo de las implementadas para pymes, y la participación del Anses serían el primer paso para empezar a reconstruir un sistema de crédito hipotecario que viabilice los próximos años. Estímulos fiscales para inversores y familias en nuevos proyectos, especialmente en Ganancias y Bienes Personales (son) el complemento necesario”, señalan a modo de propuesta.

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