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IPC bajo, ¿con días contados?

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20 julio de 2020

El miércoles de la semana pasada, el Indec informó el Indice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente a junio, el cual se ubicó en 2,2% en el nivel general, superando así lo esperado por parte de los privados. De esta manera, mostró una aceleración de siete puntos porcentuales respecto a los registros de abril y mayo, cuando el índice general se había mantenido estable en 1,5% durante ambos meses.

“La desaceleración de la inflación de 2020 está explicada por varios motivos: atraso tarifario (los precios regulados sólo subieron 4% en la primera parte de 2020), atraso cambiario (dólar oficial sube +14% en el primer semestre, aún con cepo cambiario), que mantuvo la inflación núcleo (excluye regulados) en niveles de 14%. Luego se acentuó, desde marzo, por la crisis Covid, el impacto de la mayor recesión (caída de -26% anual en abril) y la baja de salarios, que viene presionando a los servicios (no transables)”, explicó ayer FMyA en un informe.

En ese sentido, la consultora estimó que, con la economía aún “en modo Covid”, es esperable que la inflación de julio siga cercana al 2% o menos, ya que se abortaron las subas de tarifas y el dólar oficial sigue a un ritmo de seis centavos diarios (2,7% mensual). Sin embargo, como el resto de mercado, espera que la inflación se acelere durante los próximos meses y que este año la inflación se ubique en 40% y que el próximo ascienda a 50%.

Según FMyA, los drivers son la mayor normalización económica, mayor devaluación del dólar oficial y ajuste en las tarifas, que busque reducir el incremento del déficit fiscal (a pesar de que 2021 será un año electoral). “Las expectativas juegan un rol relevante también en la formación de precios, aunque no hacen otra cosa que incorporar el efecto de 'bomba monetaria' de 2020 para financiar el déficit fiscal y la creciente probabilidad de salto cambiario en los próximos meses, escenario que sigue vigente”, indicó.

Por su parte, GMA Capital señaló que el impacto de la cuarentena sobre la actividad económica fue inmediato en todas las economías de América Latina, cuya contracción promedio fue de 13,5% en abril. “Sin embargo, al analizar la dinámica inflacionaria, existe una divergencia. Mientras que en la región se observaron caídas en los precios, en Argentina la inflación durante la cuarentena fue 5,2% trimestral o 22,5% anualizada”, remarcó la consultora en un informe.

En ese sentido, resaltó que la inflación argentina comenzó a “resurgir” en medio de la pandemia, luego de varios meses de una evolución relativamente estable. “El riesgo de una aceleración inflacionaria afectaría aún más las tasas reales (de interés) y generaría menores incentivos para demandar genuinamente moneda local”, advirtió la consultora.

“Un descalabro inflacionario para los próximos meses podría traer dificultades para continuar con la armonización del entorno de inversiones en pesos. En concreto, existe la posibilidad de que el Tesoro Nacional retroceda algunos casilleros en lo que hasta ahora viene siendo un manejo exitoso de la deuda denominada en moneda local”, agregó.

Al respecto, GMA Capital explicó que la suba de la inflación podría ser “enemiga” de los rendimientos en pesos “porque el encarecimiento del costo de vida reduciría aún más la tasa real en pesos y, de esta manera, podría ponerle presión al tipo de cambio”. “Si bien existen férreos controles al proceso de dolarización (ventana de 90 días entre Mulc y Bolsa, y parking de cinco días para la compra), la brecha cambiaria sigue siendo elevada, por lo que las expectativas de devaluación no fueron aplacadas completamente”, afirmó.

“Es cierto que la curva CER ofrece rendimientos reales de entre 3% y 4% anual en el tramo corto. Sin embargo, al ser instrumentos con una duración de más de un año, sus precios son sensibles a cambios en la tasa. Es decir, son volátiles y, por lo tanto, no ofrecen garantías de un 'rendimiento cerrado' en términos reales y mucho menos en moneda dura debido a la incertidumbre en torno a la brecha”, sostuvo.

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