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Fusiones y adquisiciones en el sector agroindustrial

Amalie Ablin 15 julio de 2020

Por Amalie Ablin

La globalización, proceso iniciado en el último cuarto del Siglo XX, se centra en el desarrollo de un proceso creciente de libertad e integración mundial de los mercados de productos, servicios, trabajo, tecnología y capitales. En dicho contexto, las fusiones y adquisiciones adquirieron un papel cada vez más relevante para la dinámica de las empresas, dado que la interacción internacional conlleva una inevitable complementación y eventual concentración de la oferta globalizada, como resultado de la cual se requiere un “proceso decisorio” estratégico por parte de los nuevos conglomerados. En este sentido, la adquisición de una subsidiaria en el marco de una estrategia corporativa planificada resulta en general mucho más efectiva que la incorporación de otra firma complementaria o competidora como derivación de un impulso inorgánico frente a una oportunidad atractiva.

Al respecto, las empresas -particularmente aquellas procesadoras de bienes alimenticios- pueden avanzar de diversas maneras en la persecución de tales objetivos. Entre dichas opciones muchas contemplan su crecimiento por vía de la cooperación externa, incluyendo alianzas entre diferentes entidades por intermedio de las cuales establecen nuevos vínculos de colaboración sin resignar su independencia ni personalidad jurídica. Por su parte, muchas veces el desarrollo externo puede involucrar la fusión de dos o más entidades, o la eventual adquisición de otras firmas ya existentes, o meramente de sus activos.

En cualquier caso, los objetivos más buscados en los procesos de “fusiones y adquisiciones” (“mergers and acquisitions” en su versión en inglés) son el crecimiento, la diversificación sectorial o productiva, el acceso a tecnología complementaria y una sinergia en la introducción de nuevos productos o el avance en determinado mercados dentro de los lineamientos trazados por la estrategia corporativa. Así, una adquisición generalmente se encontrará enmarcada en uno de los tres tipos de categorías más habituales en este tipo de transacciones.

Integración horizontal -orientada a incorporar líneas de productos, eliminar competidores y en determinados casos incrementar la participación en un segmento de mercado.

Integración vertical -estrategia dirigida a aglutinar a los proveedores y clientes- modelo en general significativamente más complejo y riesgoso que el de una integración horizontal.

Diversificación, que al igual que el caso precedente, resulta más riesgoso, aunque cuenta con la ventaja de poder reducir las amenazas financieras asociadas con el ciclo estacional del negocio.

Así, desde una perspectiva metodológica, el profesor Michael Porter de la Escuela de Negocios de Harvard explicita en sus trabajos los criterios a seguir para comprender las fuerzas competitivas que inciden sobre la industria en general, análisis del cual surgen los factores claves de éxito en una industria seleccionada, así como el derrotero a seguir para alinear las “fusiones y adquisiciones” con los objetivos de la compañía. De esta forma, el esquema desarrollado por el afamado académico se centra en el análisis de las cinco fuerzas que rigen la competencia en una industria.

La amenaza de nuevos competidores.

El poder negociador de los clientes.

La capacidad de resistencia de los proveedores.

La amenaza de sustitución de productos o servicios.

La pugna entre rivales de similar envergadura.

En dicho marco cabe destacar que el crecimiento empresarial por la vía de fusiones y adquisiciones ha alcanzado en las últimas décadas niveles cada vez más elevados, resultantes en muchos casos de las necesidades y oportunidades originadas por la globalización de los mercados, atendiendo al avance de las condiciones requeridas para su mejor abastecimiento.

En este sentido pueden citarse diversas fusiones paradigmáticas a nivel internacional, tal como aquella entre Dow Chemical y Dupont de Nemours en 2015, donde ambos gigantes se asociaron con carácter igualitario para la creación del nuevo consorcio Dow-DuPont, que pasó a dominar en buena medida el mercado mundial de agroquímicos. De igual forma la conocida empresa británica SAB Miller aceptó en 2015 una opción de compra por parte de la belgo-brasileña AB InBev, convirtiéndose el nuevo grupo cervecero en el más importante a nivel internacional. En idéntica dirección también cabe recordar que el gigante farmoquímico alemán Bayer incorporó en 2016 como subsidiaria a Monsanto -tras el desembolso de U$S 66.000 millones- constituyendo así en la adquisición más importante de todos los tiempos en el plano mundial por parte de un grupo alemán.

Si se observa ahora el caso de nuestro país surge claramente que el mismo no podía resultar ajeno a un proceso mundial que avanza en todas las latitudes. Así, como ejemplo destacado puede citarse la relevante adquisición en 2016 por parte de Molinos Río de la Plata del 50% de la sociedad ViñaCobos S.A., bodega argentina de alta gama, con importante presencia y reconocida trayectoria internacional que la ha hecho merecedora de diversos premios internacionales por la calidad de sus productos.

De igual forma entre los casos relevantes en la materia también cabe destacar la adquisición por parte de Culligan Argentina de los activos de Nestlé Waters Argentina S.A., pasando así el nuevo grupo a dominar el sector de agua embotellada para hogares, oficinas y comercios corporativos desde 2017.

Finalmente, un tercer acontecimiento de envergadura para nuestro medio conllevó la adquisición de la totalidad del capital accionario del Grupo Zucamor -principal actor en el segmento de envases del país- por el Grupo Arcor, empresa líder en el segmento de dulces y golosinas, ampliado en años recientes a diversos sectores alimenticios, el cual desembolsó casi U$S 230 millones para dicha operación en 2017.

Desde entonces no puede dejar de mencionarse que la evolución de esta tendencia en nuestro país no ha cesado, no obstante la retracción registrada en la intención inversora tanto doméstica como externa desde 2018. En efecto, cabe enfatizar que la caída de las fusiones y adquisiciones en el mercado local se encuentra inevitablemente vinculada a la profundización de la crisis económica y financiera que transita el país en los últimos cuatro años, agravada desde 2018 por la situación externa y la inestabilidad en materia cambiaria y financiera. En consecuencia, durante 2019 se concretaron sólo 46 transacciones en materia de fusiones y adquisiciones por un valor total de U$S 3.900 millones, cifras cuya comparación con el año precedente reflejan una disminución del 30% en el número de tal tipo de operaciones, así como casi 70% en el valor global de las transacciones concertadas.

De todas formas, no puede dejarse de tener presente que, a nivel regional, Argentina ha sido el tercer país más activo en América Latina en la materia, sólo detrás de Brasil y Colombia. Precisamente las fusiones en los dos países citados han incluido algunas operaciones de envergadura vinculadas directamente a la negativa coyuntura argentina, pudiendo destacarse que la empresa alimenticia brasileña BRF decidió desprenderse durante 2019 de Quickfood, tradicional productora de la icónica marca “Paty” de hamburguesas y otros productos cárnicos, así como de la avícola Avex y la productora de embutidos Campo Austral, por un valor total de U$S 172 millones.

En dicho contexto se anunció asimismo la venta de la marca de quesos Tholem, perteneciente hasta entonces a la empresa láctea SanCor -que atraviesa hace ya un par de años una muy difícil situación financiera- al grupo francés Savencia, propietario en nuestro país de Milkaut, uno de los mayores competidores en el sector lácteo. En dicho contexto puede estimarse, en términos generales, que el mercado de fusiones y adquisiciones, que como se ha señalado ya se encontraba en declive desde 2015, se mantendrá igualmente retraído durante 2020 mientras que, por el contrario, las inversiones alternativas tenderían eventualmente a incrementarse. Los motivos para la evolución descripta, acorde a los expertos, responderían mayormente a la incertidumbre generada por el conflicto comercial desatado entre Estados Unidos (EE.UU.) y la República Popular China (RPC) -al cual se agrega el aún indescifrable final de la saga del Brexitdesarrollos que acrecientan el temor a una posible recesión económica a nivel mundial, peligro agravado a partir de 2020 por la expansión global de la pandemia originada en el Covid-19.

Por otra parte, puede observarse asimismo que los tiempos de maduración a nivel internacional de las operaciones en esta categoría requieren cada vez plazos más prolongados: en 2018 giraban en torno de 120 días, extendiéndose hacia 2019 al menos a 140 días para la conclusión de un acuerdo y se prevé que se dilate aún más a partir de 2020.

Finalmente, al margen de los argumentos ya señalados en relación con la evolución del proceso de “fusiones y adquisiciones” cabe contemplar el impacto todavía no mensurable de la propagación del coronavirus durante el curso de 2020, desarrollo que no permite descartar cambios integrales en la organización y producción industrial a nivel mundial. Así, como consecuencia de la crisis sanitaria a nivel planetario -la cual moviliza a gobiernos, científicos y profesionales de la salud- cabe prever un profundo impacto económico y financiero que podría eventualmente afectar la mecánica de la búsqueda de acuerdos en el ámbito de las fusiones y adquisiciones, en tanto cabe esperar que las empresas tiendan a priorizar la atención a cuestiones normativas, sociales y ambientales en respuesta a la creciente preocupación de los consumidores por tales aspectos.

En conclusión, las tensiones geopolíticas experimentadas a nivel mundial impulsan niveles de incertidumbre que confrontan al mercado de fusiones y adquisiciones con renovadas vacilaciones, ya observadas a lo largo de las operaciones proyectadas durante el primer semestre de 2020, introduciendo mayor cautela para su concreción en un mercado dominado por el escepticismo frente al futuro de la política económica internacional. De igual forma, la conclusión de acuerdos transfronterizos parece al mismo tiempo tornarse más dificultosa en razón del endurecimiento del marco regulatorio provocado por las tensiones comerciales y sociopolíticas antes reseñadas

Al respecto resulta difícil imaginar que dichos objetivos se modifiquen, aunque los tiempos requeridos para alcanzar acuerdos entre las partes se prolonguen, se genere una creciente intervención por parte de los Estados para evitar el surgimiento de monopolios, así como que se profundicen los temas medioambientales en un contexto mundial en que la incertidumbre crezca. Aún ante tales dificultades no cabe descartar que las empresas muy probablemente continuarán a largo plazo persiguiendo aquellas metas vinculadas directamente con las cinco fuerzas competitivas del mercado, reflejadas por la escuela de pensamiento de Porter (barreras al ingreso, poder negociador de los compradores, capacidad de resistencia de los proveedores, amenaza de sustitución de productos o servicios y pugna entre rivales de similar envergadura).

Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen a la institución en la cual se desempeña

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