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Diez tristes trimestres

Mapa-Argentina
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03 julio de 2020

Por Martín Polo Economista

Argentina padece una larga y profunda recesión. Tras alcanzar el máximo nivel en el último trimestre de 2017, aun modesto considerando que era apenas 3% superior al de fines de 2011, la actividad económica viene en caída libre. Tuvimos de todo: sequías, crisis de balance de pagos, shock político y el último golpe, la cuarentena. Como si fuera poco, no se vislumbra un horizonte de salida y mucho menos de recuperación sostenida.

Concretamente, en el primer trimestre del año, en el que sólo tuvimos 10 días de cuarentena, el PIB se contrajo 4,8% respecto al último del año pasado. Pese a las expectativas del Gobierno, la mayor contribución a este resultado la aportó el consumo privado, que tuvo la peor performance desde la crisis de 2002 al marcar una caída de 6,8% trimestral. Le siguieron la inversión y las exportaciones que cayeron 10% y 13%, respectivamente, que fueron compensadas por la merma de las importaciones y por el consumo del sector público que, a contramano de todos los demás, subió 2%. Con este resultado, desde fines de 2017, el PIB acumuló una pérdida del 11% siendo la recesión más larga de los cinco ciclos recesivos que tuvimos desde 2008.

Como se puede ver en el gráfico, lo menos alentador de la recesión actual es la notable caída que presentaron la inversión y el consumo privado al marcar una contracción de 37% y 17% respectivamente en tanto que el premio consuelo es que las exportaciones lograron una muy modesta suba de 1,7% desde el inicio del ciclo.

La mala noticia es que lo peor está por venir. La aparición del Covid-19 y la cuarentena que viene extendiendo el Gobierno desde el 20 de marzo le dieron un golpe letal al nivel de actividad. Los datos de abril ya los confirmaron y las perspectivas para mayo y junio no son las mejores. Así las cosas, en el segundo trimestre el PIB habría marcado una contracción en torno al 15% (20% inferior a un año atrás). Suponiendo que la cuarentena se flexibilice en los próximos meses y en el tercer y cuarto trimestre el PIB logre repuntar, la caída de este año difícilmente sea menor al 10% con la inversión y el consumo privado con caídas históricas. Este pronóstico podría ser peor en caso que la deuda no tenga un final exitoso y que el BCRA no logre controlar el mercado cambiario del segundo semestre.

Con todos estos ingredientes, la recesión actual está entre las peores de la historia. Hasta el momento, por su duración e intensidad, la peor fue la iniciada en el tercer trimestre del 1998 que duró hasta el primer trimestre de 2002 en el que el PBI acumuló una caída del 20% en la que la inversión cayó más del 50%. En aquel entonces, la recuperación fue rápida habida cuenta del formidable contexto internacional con el mundo creciendo muy por encima de la media histórica y con precios de commodities récord.

Para recuperar un sendero de crecimiento estable y sostenido, Argentina deberá apostar a una agenda de reformas que permita recuperar la inversión y las exportaciones con reglas de juego claras y estables. Salir del default y plantear un plan fiscal que apunte al equilibrio fiscal consolidado será un buen punto de partida. Es urgente hacerlo para empezar a diagramar cuanto antes una agenda de recuperación. De no hacerlo, seguiremos transitando un sendero de crecimiento errático y volátil que nos costará menos desarrollo y más pobreza.

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