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Cosecha 2021: precios parecen sostenerse, pero preocupa la “fase ñiña”

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31 julio de 2020

En las salidas de todas las crisis económicas importantes, el agro siempre ha tenido una participación relevante, particularmente en aquellas regiones del país donde la actividad es más fuerte. ¿Y ahora? Y, sí, depende: es una actividad de riesgo. “Respecto a lo que puede pasar, hay dos factores, de tipo exógenos, que son determinantes para el sector agropecuario, el clima y los precios internacionales. Aparecen luego los factores domésticos, aquellos que definen los precios relativos internos (tipo de cambio, impuestos y regulaciones específicas) y el ambiente de negocios en general (estabilidad de precios, oferta de créditos, legislación laboral, etcétera)”, señaló Juan Manuel Garzón en el informe semanal de la Fundación Mediterránea.

Se han encendido algunas luces amarillas en el tablero climático, que generan preocupación en cuanto a su impacto sobre el ciclo agrícola 2020/2021. En algunas regiones del país (Córdoba y Santa Fe), el otoño y lo que va del invierno están siendo particularmente secos, poniendo en riesgo la productividad de los cultivos de invierno. En estas regiones mencionadas, el agua disponible en los perfiles se ha reducido en forma considerable y contrasta por caso con la situación que prevalecía a la misma fecha (fines de julio) del año pasado. “En el sur de Santa Fe es el trimestre con menos lluvias de los últimos cien años. Ya hay focos de sequía extrema; en Córdoba se estiman 65.000 hectáreas trigueras en malas condiciones. Con fuertes heladas y seco, los últimos días de julio y los primeros de agosto no dan señales de lluvias”, dijeron desde la BCR. En mejor condición se encuentran el centro y sur de Buenos Aires, un dato no menor, dado que se trata de la principal zona triguera del país.

Si se considera que el área sembrada de trigo (y los restantes cultivos) probablemente sea igual o menor a la del año pasado y que las condiciones climáticas no están siendo las ideales, el escenario base (o más probable) es de una producción estabilizada o menor a la del último ciclo, proyección que no es por supuesto una buena noticia dadas las necesidades de la economía argentina.

En lo que respecta a los cultivos de verano, como maíz, soja y sorgo, entre otros, un buen punto de partida requerirá de una regularización de las lluvias en los próximos meses (recarga de los perfiles), y luego condiciones favorables en los meses de verano. “Una variable que se está monitoreando es el género que adoptará el fenómeno ENSO (El Niño Southern Oscillation), que el INTA define como un patrón climático recurrente que implica cambios en la temperatura de las aguas en la parte central y oriental del Pacífico tropical, que puede asumir tres fases diferentes: Niño, Neutral y Niña. El punto importante para recordar aquí es que cuando el ENSO converge a una 'fase niña' suele haber menor frecuencia de lluvias en las principales zonas agrícolas del país. Actualmente los modelos que proyectan la situación que puede prevalecer en los próximos meses (primavera y verano) no son concluyentes y se encuentran en un rango que va desde una fase neutral hasta una Niña débil que, de ser este último el caso, no sería por supuesto muy bienvenida por sus antecedentes históricos”, señala Garzón.

“El escenario base de precios externos que enfrentará la próxima campaña de granos gruesos (2020/21) debería construirse tomando como referencia valores medios de los últimos dos/tres años que, si bien no son precios bajos, tampoco son lo suficiente mente altos como para absorber los elevados costos impositivos que se enfrentan en Argentina y en paralelo garantizar una relación rentabilidad / riesgo lo suficientemente atractiva, sobretodo en algunas zonas agrícolas del país, como para traccionar un flujo importante de inversiones y de apuestas de capital”, dice Garzón y agrega que “parece difícil volver a contar con una ayuda para poder salir de la crisis, como la que se observó en 2002-2003”.

Por ejemplo, la soja hoy está en el orden de los US$ 350 / tonelada y repetir un fenómeno de suba como el del 2002-2003 exigiría que los valores de la oleaginosa se fuesen por encima de los US$ 550, “una cifra que luce hoy inalcanzable salvo que se produzca un gran problema productivo (sequía) en alguno de los tres líderes del mercado (Argentina, Brasil o Estados Unidos)”.

“Finalmente, habrá que seguir con mucha atención la situación cambiaria, la política tributaria y las acciones que se llevan adelante para contener la inflación. Los precios relativos internos de los granos no están en niveles muy bajos, pero tampoco disponen de mucho margen como para absorber atrasos cambiarios y/o mayores impuestos, al menos si se pretende que la próxima siembra de granos gruesos, que debe definirse en el último cuatrimestre de este año, sea lo suficientemente potente como para ilusionarse con una buena cosecha en el 2021”, concluyó Garzón.

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