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Suspenso y encerrona

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Carlos Leyba 19 junio de 2020

Por Carlos Leyba

La sociedad se encuentra en estado de suspenso. Son cuatro las razones de ese estado del alma colectiva, un estado de tensión a la espera del anuncio de salida.

A la espera de una “salida” porque no queremos seguir estando donde estamos y nada de lo presente sugiere una “salida y el “no saber”, desespera.

El suspenso genera desesperanza y eso es extremadamente grave. La vida en cuarenta produce un estado de suspenso. No sólo sanitario. La vida cotidiana esta en suspenso, sin colegios, sin trabajo, sin mañana. Y además, clave, sin tratamiento de la enfermedad.

La autoridad sanitaria no nos informa que analiza con un consejo científico, mucho más amplio que el de los infectólogos, las experiencias de tratamientos posibles que, inclusive en el país, han tenido resultados mejores que “el no hacer nada hasta que la crisis nos lleve a la terapia intensiva”.

Vacuna (salida lejana) o respirador o que la naturaleza nos de la solución. Mientras tanto no tratamos. Suspenso sanitario. ¿Qué le cabe al Estado? ¿Sólo el anuncio de seguimos en el mismo lugar?

El default. El suspenso desde hace meses: entramos o salimos del default.

Es cierto, dice Alberto Fernández, desde Mauricio Macri estamos en “estado de default».

La elección de Martín Guzmán fue la de quién venía con la fórmula para salir del default. Hace seis meses que esperamos el anuncio de la salida. Estado de suspenso: el estado de default es un escenario “sin salida”.

Un tercer elemento de suspenso es de entera responsabilidad de este Gobierno. Lo genera la propuesta de “un nuevo modelo de organización económica”. ¿Cómo se originó?

El primer paso lo dio una diputada de La Cámpora que propuso que el Estado se cobrara con el capital de las empresas las ayudas obligadas que produjo, produce y producirá la cuarentena productiva.

La propuesta se disipó. Fernández descalificó a la legisladora al asignarle la emisión de “ideas locas”. Pero la temperatura de suspenso volvió a subir con la iniciativa de una senadora, también de La Cámpora, que propuso expropiar la cerealera Vicentín en concurso de acreedores. Ahí estamos.

¿Habrá expropiación de Vicentín? Tal vez no. ¿Inaugura el método un nuevo modelo de organización económica como sugiere la propuesta de uno de los economistas más allegados a Cristina Fernández, Alfredo Zaiat, en su nota de Página 12? ¿Será posible? Veremos.

El cuarto motor del suspenso es la pendiente económica negativa en la que estamos: como en una pesadilla sentimos y nos resbalamos hacia abajo.

Si hoy el PIB por habitante es igual al de 1974, pero el número de personas pobres, necesitadas de ser asistidas, es 20 veces más que entonces; si el gasto público, en relación al total del valor agregado, es el doble que hace cuatro décadas; la deuda externa es enorme y en aquél entonces no era un tema relevante y si la tasa de inversión de los últimos tiempos apenas es la mitad, en relación al PIB, que la de entonces, ¿podemos ir más abajo? Haciendo lo mismo, sí.

La pendiente barranca abajo genera el suspenso de cuándo se detiene la caída.

La cuarentena sanitaria paraliza la economía, el default no augura reanimación y la incertidumbre del presunto nuevo modelo de organización económica, que desde La Cámpora se ventila, contribuye a la excitación que se convierte en parálisis cuando contemplamos los hechos y los pronósticos económicos.

Este marco, que describe con mayor o menor precisión situaciones y sensaciones compartidas, reclama con urgencia la arquitectura de la política para generar la certeza, la convicción, de que quienes están al comando tienen un rumbo y procuran llevarlo a cabo con todos adentro.

Una navegación sin exclusiones y con rumbo cierto.

¿La palabra oficial está llenando esa necesidad? Y si no lo está haciendo ¿hay expectativas que pueda llenarla o que tenga la convicción y la capacidad para hacerlo? Veamos.

Los mensajes sobre la cuarentena y la enfermedad requieren de mucha mas claridad y unidad de discurso. Hay voces alarmistas que salen de medios oficiales. Hay quienes anuncian una cuarentena interminable. Hay quienes afirman que no hay otro tratamiento que la cura espontánea o, en la crisis, la terapia intensiva. Y hay quienes afirman que, en esa tesitura, no tenemos todo lo necesario y que, a pesar de la cuarentena, no hemos logrado equiparnos para el pico. ¿Será así? El Presidente debería dar un mensaje de lo mucho por hacer (y de lo que se está haciendo) para aplicar tratamientos que reduzcan las exigencias de la cuarentena y las certidumbres que se está invirtiendo, para aprovechar la cuarentena, en su misión de alejar el riesgo de colapso sanitario.

No se trata de inventariar lo que hicimos sino de asegurar lo que vamos a hacer.

Los mensajes sobre el default hablan de un arco contrario que se corre todo el tiempo y de la existencia de un límite que no podremos traspasar y de la sensación que el default sobrevendrá y que, en consecuencia, deberemos, fundamentalmente en el ámbito privado, prescindir del crédito que hace posible la actividad de una economía que es, desde el punto de vista del abastecimiento industrial, extremadamente abierta o si se quiere extremadamente dependiente de las provisiones externas y del crédito que las facilita.

No hay peor escenario de insustentabilidad que el del default.

Y si la estrategia no tuvo el éxito esperado hay que comprender que el éxito necesario es evitar el default. El daño a la economía lo hizo el endeudamiento irresponsable de Macri. Todo lo demás son consecuencias. El presidente debería aclararle a la sociedad los costos, las consecuencias y los eventuales beneficios de las alternativas y las razones por las que ha elegido una y otra. Porque él es que elige.

Veamos el suspenso que ha generado Vicentín. Del “nuevo modelo” hay señales de la proximidad Cristina.

Zaiat, uno de cuyos libros fue recomendado por Cristina, en su artículo “El modelo Kulfas” (Página12), propone un nuevo modelo de organización económica que “abre la posibilidad de encontrar la salida a ese laberintode la economía argentina”. Ignoro si es la idea de Kulfas o la de Zaiat.

Zaiat dice la expropiación de Vicentín inaugura “el modelo”. ¿Si Vicentín no se expropia, que es posible, cuándo se inaugura el modelo? Zaiad anuncia que construirán «clusters» en torno a los “recursos naturales” y que la expropiación “es para acelerar ese proceso”. Será “empresa testigo” para lograr “una intervención estatal ? en el comercio exterior de granos y la regulación de sus precios para toda la cadena productiva y para el consumo interno”.

Continúa Zaiat: “Podrá determinar costos, precios y cadena de proveedores, actuar en forma contracíclica y definir políticas específicas para pequeños productores”. “facilitará la planificación estratégica del Estado en los mercados de cereales y cambiario” con una “capacidad de intervención amortiguando costos sociales y económicos”

Será “una empresa estatal que podrá anticipar cómo viene la producción, lo que implicará mayor estabilidad, protección al consumidor y mayor rentabilidad para el pequeño productor”. Según Zaiat, próximo a Cristina y La Cámpora, lo de expropiar Vicentin no sería obra de la emergencia sino la oportunidad esperada para inaugurar un nuevo modelo. En ese modelo lo que normalmente tiene que hacer el Estado, y claramente no hace, lo haría una o varias empresas del Estado (habla de trigo, minerales, energía) concebidas como “clusters” de “control”. Tiene razón Zaiat: muchos de los números ocultan más de lo que muestran. Cuentan que cuando Macri le dijo al presidente chino: “Ustedes deben comprarnos más de X toneladas, el chino le contestó ya le compramos 2X toneladas”. Verdadero o falso, en Argentina no tenemos controles verdaderos de lo que se carga y exporta de granos, de petróleo, de minerales, etcétera, de lo que sea. Abundan las declaraciones juradas y escasean los controles electrónicos.

Resolver eso no es un problema de “empresas testigo” sino de un Estado que ejerza sus funciones (12 años K pasaron sin controles y según Zaiat no piensan cambiar) que para eso está. No sería lógico que Vicentin (u otra expropiación) se convierta en una “privatización de los controles que debe hacer el Estado”.

Finalmente, la última causa del suspenso en que vive la sociedad: la pendiente negativa de la vida económica y social. Si hacemos todo tarde, lo hacemos todo mal. Para evitar llegar tarde, aunque no lo garantice, es necesario el ejercicio de prever y para eso es imprescindible “planificar”, es decir tener un plan, un programa, un qué vamos a hacer.

El gobierno administra la recesión por goteos. Pero no está enfrentando de manera sistémica como sobrellevar la parálisis de la cuarentena; y mucho menos como preparar la salida de la misma, que deberá ser una reactivación del aparato productivo dormido.

¿Cuál es el programa para garantizar la fluida colocación de la producción de las industrias que comiencen a producir?

Las preguntas son muchas. Pero atención que las respuestas eficientes, eficaces y de menor costo, no se pueden obtener a menos que se tengan todas las preguntas procesadas y dialogadas con todos los sectores. La política es conversar, no explicar con los hechos consumados.

La sociedad está en suspenso y el Gobierno está en una encerrona. Una situación previa (la designación de la socia mayoritaria) que lo obliga a afrontar la pandemia y el default, bajo la presión de La Cámpora para ejecutar “ideas locas” y en una economía recesiva que profundiza esa condición por la pandemia, el default y las “ideas locas”.

De las encerronas como de los “laberintos”, decía Leopoldo Marechal, se sale por arriba de lo que nos tiene en suspenso y que encierra al que gobierna.

Voz alta, firme y clara de cuál es su idea del futuro y de la cuarentena, de su tratamiento; del default y su superación; de las ideas locas y de las sensatas que las superan y del programa para salir de este estancamiento ominoso.

No lo haga tarde. En política la clave es llegar temprano. Anticiparse al suspenso y la encerrona.

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