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Restricción externa y pospandemia

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09 junio de 2020

Por Silvio Guaita Economista

 

El mundo puede dividirse en dos grupos de países. Por un lado, existe un país que emite la moneda mundial, Estados Unidos. Es el país que monopoliza la impresión de aquella moneda que es necesaria para poder realizar transacciones internacionales, especialmente aquellas vinculadas a compraventa de commodities básicos para el funcionamiento de cualquier economía como, por ejemplo, el petróleo. Notar también que el dólar estadounidense también está presente en el 90% de las transacciones financieras globales.

Por otro lado, se encuentran todos aquellos países que producen todos los bienes que esos dólares pueden comprar. Básicamente, sí, el resto del mundo.

Esto genera que para que muchas economías del mundo lleven adelante sus procesos de producción, deban contar primero con dólares para importar aquellos bienes que no producen internamente y son indispensables para el funcionamiento de sus economías (especialmente bienes intermedios y de capital). Argentina se encuentra dentro de este grupo.

Este monopolio en la emisión de la moneda necesaria para realizar transacciones a nivel internacional (o estructura del sistema de pagos global), somete a una parte del mundo a una restricción financiera conocida en la literatura económica como restricción externa.

Dicha restricción financiera puede ser relajada por dos vías. La primera vía consiste en endeudarse en divisas. Es decir, en solicitar préstamos en dólares. Notar que el límite de esta vía está dada por la solvencia en moneda mundial (capacidad de repago en dólares y no en moneda doméstica) de cada país. Dado que dicha solvencia no puede ser infinita, existe un límite o un umbral a este canal a partir del cual nadie está dispuesto a prestar. Por lo tanto esta primera vía es temporal y de carácter transitorio. Argentina alcanzó dicho umbral de forma acelerada entre 2015-2019, cuando su deuda en divisas pasó de US$ 167.000 millones a US$ 252.000 millones.

La segunda vía consiste en aumentar las exportaciones y/o reducir las importaciones para de ese modo tener mayor capacidad importadora y/o de repago. Notar que el movimiento de las exportaciones depende de lo que el resto del mundo está dispuesto a comprar y el de las importaciones de la estructura productiva de cada economía. Por lo que aquellos países con una estructura productiva poco diversificada, que no producen una gran variedad de bienes de consumo, intermedios y de capital ya sea para el resto del mundo o para su consumo interno, verán agravada aun más dicha restricción.

Dado la estructura de pagos a nivel internacional no puedo modificarse a corto y mediano plazo ya que el dólar no puede ser reemplazado rápidamente en las transacciones globales y el endeudamiento externo es de carácter temporal y requiere por lo tanto ser gestionado de manera estratégica para generar impactos duraderos a largo plazo en la malla productiva, la única opción sostenible para garantizar el funcionamiento sostenido de las economías a largo plazo es llevar adelante políticas de ampliación de la estructura productiva, produciendo internamente bienes que actualmente se están importando. Por lo que aquellos países que cuenten con capacidad (política, económica, tecnológica, geopolítica, etcétera) para desarrollar este tipo de políticas podrán hacer funcionar sus economías en períodos largos de tiempo y a mayor intensidad que aquellas que no cuenten con esta capacidad.

En conclusión, particularmente para el caso nuestro, luego de la renegociación de la deuda externa en dólares que se está llevando a cabo, no solo quedará como tarea reactivar y recuperar la economía de su nivel de depresión actual sino también hacerlo de manera tal que su crecimiento pueda ser sostenido en el largo plazo y permita relajar la restricción externa.

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