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Los desbalances globales en la era del Covid-19

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09 junio de 2020

Por Guido Lorenzo Director Ejecutivo de LCG

Previo a la crisis subprime y luego de la misma ha surgido un interesante debate a nivel internacional acerca de la coordinación de las políticas macroeconómicas entre países. Los desbalances globales de cuenta corriente y una tendencia secular a la caída de las tasas de interés de largo plazo dieron lugar al fenómeno de lo que se denominó “saving glut” o exceso de ahorro.

Algunos encuentran en estos desbalances de cuenta corriente crónicos el origen de la crisis 2008. Pasado el período de crisis, los desbalances volvieron a surgir pero alimentados, por un lado, por la política fiscal que dirigía el ahorro o desahorro de algunas naciones pero, al mismo tiempo, estaban atravesados por factores demográficos, principalmente el envejecimiento de los países europeos, la baja de la tasa de natalidad en Asia y el consumo de una nación americana aún joven.

El debate principalmente se centraba en el carácter acumulativo de los flujos de endeudamiento de los países deficitarios y superavitarios. Luego, la actual crisis está obligando a todos los países del mundo a tomar medidas en pos de combatir domésticamente la caída de la actividad. Si la causa de la crisis subprime fueron los desbalances globales o no, es una discusión casi ya estéril, pero dejó en claro que los países actualmente deben tomar medidas de política macroeconómica en forma coordinada. Caso contrario se puede obstaculizar los mecanismos de ajuste naturales como suelen ser las tasas de interés y los tipos de cambio.

Para ejemplificar al lector que no esté interiorizado en la materia, si todos los países quieren crecer fomentando sus exportaciones, hay que encontrar quien compre esos excedentes. Si se hace crónico el comportamiento, el ahorro que fluye de países con superávit a los países deficitarios en cuenta corriente generan efectos acumulativos que dan origen a endeudamiento crónico.

La crisis del Covid-19 claramente no tiene un origen en estos desbalances, pero sí puede tener consecuencias. Visto desde el lado del ahorro y la inversión doméstica, la mayoría de los países están saliendo de la crisis con políticas de demanda expansivas, tanto fiscales como monetarias.

A pesar de esto, el mundo no podrá detener su caída y podría caer entre 4% y 5%. La reducción del ingreso sin un acompañamiento provocará que se achique el superávit de cuenta corriente de China, e incluso el FMI espera que esté equilibrada para 2020. Sin embargo, Rusia, con la caída del precio del petróleo, también volverá al equilibrio de su brecha externa, cuando fue un proveedor neto de ahorro. Europa, en la misma situación, tendrá un superávit que en torno a 1,5%, cuando en la década promedió niveles por encima del 2,5%. Por otro lado, Estados Unidos proyecta que tendrá un déficit de cuenta corriente similar al de la última década, es decir, en torno al 2,5% del PIB.

El “saving glut” o exceso de ahorro está cayendo desde las naciones que tradicionalmente lo generaban (China, Europa occidental y Rusia) y Estados Unidos pretende mantener un elevado déficit de cuenta corriente fomentado en parte por el aumento del déficit fiscal.

Consecuencias en los precios

El rebalanceo implicará tensiones en los precios. Por el lado de las tasas de interés, mayor déficit fiscal debería generar dentro de los países un aumento de las tasas de interés domésticas, pero la política monetaria por el momento ocultará este proceso. De hecho, a contramano veremos que las tasas caigan debido a los estímulos monetarios en Estados Unidos, Europa y China. Pero si el shock tiene un carácter permanente deberá tenerse en cuenta que una vez que se quiten estos estímulos puede ser que suban las tasas de interés reales. Algo a tener en cuenta para los países más chicos como Argentina y el resto de América Latina durante los próximos años.

El otro ajuste será el de los tipos de cambio. Una depreciación del dólar debería ser la norma, pero Estados Unidos sigue usufructuando del dólar como moneda internacional, algo que le da capacidad para que el resto de los países acumulen reservas o o bonos del Tesoro. Pero el problema es que no es claro en esta oportunidad si los países superavitarios le brindarán el ahorro a un costo bajo en términos de interés o si los tipos de cambios deberán ajustar para que se produzca un ajuste de los ahorros e inversión domésticos.

En este caso, de persistir estos rebalanceos de cuenta corriente podría haber cambios de paridades a nivel internacional: una tendencia a la depreciación del dólar y la apreciación de monedas como el dólar australiano, la corona sueca y, por qué no, del euro gracias al rol aún dominante de Alemania.

Hacer estas transiciones pueden ser costosas para las hojas de balance de bancos centrales, empresas y familias. El mundo debe empezar a observar la interdependencia de las políticas de los países a fin de no generar quiebras en una economía donde las cadenas globales de valor si bien mejoran en bienestar, aumentan la conexión y red de contratos entre países.

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