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Los bonistas se plantaron y el éxito del canje depende de la voluntad del Gobierno

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Alejandro Radonjic 22 junio de 2020

Por Alejandro Radonjic

Se pensaba que la tercera iba a ser la vencida y que Argentina y sus acreedores iban a llegar a algún acuerdo. El argumento central era que las puntas estaban cerca y que, aun con un discurso no siempre claro, Argentina iba a potenciar su propuesta (como lo hizo), los acreedores iban a ceder pretensiones (como que ocurrió, pero en dosis más pequeñas), se iban a encontrar en cierto punto intermedio y el canje iba a empezar, aun con algunos holdouts remanentes. Algunos advertían, sin embargo, que las puntas no se tocaban aun. Finalmente, cuando se corrió el velo de la confidencialidad, la diferencia se reveló en US$ 8,5 de Valor Presente Neto (VPN) con los bonistas más duros que exigen, además de un pago cash, más pretensiones legales en los bonos. Argentina nunca presentó su propuesta ante la SEC y las negociaciones se patearon para el 24 de julio. La “buena fe” sigue presente entre las partes, pero la paciencia se va agotando entre los acreedores. Se espera, ahora, que el Gobierno presenta una nueva propuesta.

“La diferencia entre ambas propuestas (el grupo más duro de acreedores y el Gobierno) es considerablemente baja, aunque discrepa principalmente sobre el inicio del período, que corresponde a pagos que caen en la actual administración, lo que se entiende como una inconsistencia intertemporal en la propuesta del Gobierno. Tomando un período de 10 años desde el comienzo de los pagos en 2021, podemos notar que la diferencia es menor a US$ 3.000 millones de dólares, lo que representa 0,6% del PIB distribuido en 10 años, bajo ciertos supuestos sobre el pago del cupón ligado a exportaciones y al PIB. A su vez, casi la totalidad de esta diferencia se centra dentro del mandato del Gobierno de Fernández, en donde los acreedores esperan cobrar los intereses corridos de los cupones impagos, sumado a mejores condiciones en los cupones del resto de los bonos”, explicaron en Invecq.

“El Gobierno viene cediendo en las propuestas que ofrece a los bonistas. Mientras que la primera se ubicó con un VPN de US$ 38, hoy se encontraría en un valor cercano de US$ 52, al tiempo que las ofertas de los bonistas no se han movido demasiado desde sus posturas iniciales. Tanto es así, que aún hay una diferencia considerable entre las propuestas de los bonistas y el Gobierno de entre US$ 4 y US$ 8 según cual se considere”, agregaron y señalan que no hay mucho margen para fallar en este cuarto intento: “La fecha (del 24 de julio) no es casual dado que ahí vence el período de gracia para el pago de los Bonos Discount cuyo vencimiento es el 30 de junio por un total de US$ 566 millones. Estos corresponden a bonos canjeados en 2005 y 2010, con cláusulas que pueden facilitar los litigios contra Argentina, sumando un grupo mayor de bonistas y complicando aún más el posible acuerdo”.

“En definitiva, las diferencias entre las propuestas del Gobierno y las de los bonistas están mucho más cerca de lo que podría pensarse. Es difícil explicar así que las negociaciones sigan extendiéndose con los costos que ellos implica para la economía en tiempos de pandemia”, concluye Invecq.

Algo más pesimista, Delphos dijo en su informe: “Las partes siguen sin entenderse, como si hablaran distintos idiomas”. Más allá de “algún tipo de acercamiento en lo numérico”, la gran diferencia, dice Delphos, es conceptual: “En el plano conceptual la brecha sigue siendo importante, con un deudor que busca cancelar capital lo más rápido y con el menor pago de intereses posible. Por su lado, los bonistas aplican fórmulas financieras tradicionales, que para el caso actual han sido exprimidas al máximo para acercarse al modelo de sustentabilidad sobre el que se basa toda la negociación. A cambio de ceder algo de espacio en lo financiero, reclaman mayor garantía de pago con la incorporación de cláusulas más duras que las vigentes. Al menos podrían esgrimir esas invaluables victorias en caso que otros deudores les reclamen el trato 'privilegiado' otorgado a nuestro país”.

En la visión de Delphos (compartida por el mercado), la pelota está del lado de la República. “Argentina no cede y por ahora se niega a pagar esos US$ 5-7 que separan su propuesta de la de los bonistas. O al menos de la propuesta del grupo que aglutina a los fondos 'real money', sumamente necesarios para asegurar un canje total y completo de la deuda. Tan cerca, pero tan lejos a la vez. Estos bonistas difícilmente puedan ceder mucho más en sus posiciones, lo que deja la pelota del lado del Gobierno”, señalan. “Ya no quieren firmar acuerdos de confidencialidad (NDA) para seguir escuchando el mismo argumento del lado del Gobierno. Esa etapa quedó atrás, y ahora buscan una señal política o económica clara que indique un cambio en la postura de nuestro país”, agregan.

“Si bien la solución del canje externo se enfrió la semana pasada, las partes no están lejos, aunque depende de (Alberto) Fernández dar el último empujón”, dice Fernando Marull de FMYA en su reporte y advierte que “los bonistas ya mostraron que están firmes en su posición”.

“Si bien se acercaron las puntas, siguen algo lejos en US$ 8 (US$ 52 vs US$ 60), pero lo cierto es que las propuestas no lucen distantes en términos de vencimientos y llama la atención que todavía no se llegue a un acuerdo. Aún hay cuestiones legales del canje propuesto por (Martín) Guzmán que no convencen a los bonistas (?) Todavía cuesta entender porque se llegó hasta acá y no se cierra el acuerdo, cuando a todas luces la propuesta de los bonistas sigue siendo una buena opción para el Gobierno. Depende de Fernández dar el cierre”, concluye Marull.

Desde GMA indicaron que los incentivos siguen alineados para un final feliz. “Consideramos que el default es una instancia que no le conviene ni a la Casa Rosada ni a los acreedores debido al impacto que el shock podría tener tanto sobre la macroeconomía como sobre la capacidad de repago de nuestro país. Puesto en estos términos, una distancia de 0,05% del PIB por año luce un precio muy modesto para evitar un escenario dantesco. Aunque es indudable que el acuerdo está 'más frío' que hace una semana, entendemos que, cual 'deus ex machina', una decisión pragmática de carácter político más que económico podría volver a encauzar la negociación. Los primeros días de la semana que viene serán claves”, señalan y agregan que “además, sopla cierto 'viento de cola' internacional que colabora para un final favorable”.

“Las partes parecen más cercanas que hace un tiempo, y a pesar de las declaraciones cruzadas o idas y venidas que puede haber en el camino, las negociaciones continúan, por ahora hasta el 24 de julio”, dice desde Ecolatina en un informe titulado “Los infinitos prólogos de la reestructuración de la deuda”.

“El problema es que esta extensión y una negociación que parece a punto de cerrarse, pero no lo hace, generan un estrés demasiado alto como norma de la economía argentina, de modo tal que desalientan cualquier proyecto o inversión de mediano plazo. Si bien es cierto que la pandemia trastocó los planes de todas las economías del mundo, la falta de indicios sobre el accionar del Gobierno tras la cuarentena y la reestructuración de la deuda disparó la incertidumbre que ya arrastraba nuestra economía, llevándola a niveles extremos. Salir del default y levantar la cuarentena son condiciones necesarias para comenzar a poner nuevamente de pie a la economía argentina, de lo contrario la crisis seguirá profundizándose. Tan simple y complejo como encaminar ambos procesos en el corto plazo”, concluyeron.

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