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La estatización no era el camino

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10 junio de 2020

Por Juan Manuel Garzón Economista Jefe de IERAL de Fundación Mediterránea

Era de esperar algún tipo de intervención del Gobierno en el caso Vicentín, por el tamaño de la empresa, la cantidad y la diversidad de actores involucrados (productores, acopiadores, Banco Nación, Afip). Pero se requería de otro tipo de intervención, como la facilitación del proceso de transición hacia una nueva empresa privada (donde era clave la colaboración del Banco Nación en este proceso) y la protección de los actores más vulnerables: los empleados de menor jerarquía, no la gerencia ni los propietarios, sino de aquellos que no estaban al tanto de los problemas de la empresa y de su mala praxis.

La estatización no era el camino por múltiples motivos. Porque genera incertidumbre en el resto de actores de la cadena y esa incertidumbre se paga en términos de inversiones que se postergarán. Quienes disputan el mercado con Vicentin seguramente hoy se estarán preguntando si la empresa pública competirá bajo las actuales reglas u otras. Nótese que una empresa pública puede inclinar la cancha a su favor de manera ineficiente si su financiamiento y/o capacidad de pago provienen en parte de subsidios del Estado.

También imagino que debe preocupar esta manifestación de poder que significa que el Estado puede expropiar una empresa a partir de un decreto y un Congreso con mayoría. Es inevitable preguntarse hasta dónde pretende llegar el Gobierno en su construcción de un Estado empresario. Porque expropiar una empresa privada con patrimonio neto negativo implica nacionalizar pasivos, es decir, incrementar la deuda del Estado. Pero se lo hace justo en el momento en que el país está argumentando a sus acreedores externos que no dispone de capacidad de pago para honrar sus compromisos de deuda pública.

Que una deuda de una empresa privada sea ahora deuda de todos ya es una muy mala noticia para los que pagamos impuestos. Que un Estado que está con un déficit fiscal fuera de control asuma nuevos compromisos y empleados, también es nocivo, y que además la decisión se tome justo cuando necesita cerrar el acuerdo con tus acreedores externos es ya directamente inentendible. Porque si hay mercados que son competitivos, donde no hay rentas extraordinarias, donde la competencia funciona tal como en los libros de texto, donde no se necesitan “empresas testigo”, es en los mercados de producción y comercialización de granos y derivados.

Vicentin es una de, al menos, diez grandes empresas que compiten por estos productos en Argentina. La cadena cuenta además con varios mercados que concentran operaciones (locales e internacionales), que brindan transparencia y que permiten detectar rápidamente desequilibrios y corregirlos.

Más aún, puede verificarse que el único período en que se generaron márgenes muy elevados (fuera de lo normal) para los exportadores fue durante el Gobierno kirchnerista, cuando se decidió intervenir el mercado y generar barreras a la competencia mediante los famosos ROE (Registro de Operaciones de Exportación), cupos a la exportación que eran administrados en forma discrecional por el Poder Ejecutivo Nacional (Secretaría de Comercio).

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