En abril, según el IGA de Orlando Ferreres, el nivel general de actividad registró una caída de 19,2% interanual y la medición desestacionalizada (contra marzo) observó una merma de 9% respecto al mes anterior. Lógico: se comparaba un mes de cuarentena absoluta con uno de aislamiento parcial. ¿Qué pasó en mayo? Según el IGA-OJF, el nivel general de actividad registró una caída de 14,9% anual en mayo (menos que en abril) y, por su parte, la medición desestacionalizada observó una expansión de 9,2% respecto a abril. Un rebote técnico.
“La mayoría de los distritos del país aplicaron un relajamiento de ciertas restricciones a la circulación y a la apertura comercial e industrial durante mayo, medidas que ciertamente ayudaron a que el desplome de la actividad sea más moderado que el observado en abril, pero la actividad económica continúa deprimida. El sector de la construcción continúa mostrando la mayor caída, destacándose también por su importancia en el índice general las contracciones del comercio y la industria manufacturera”, señalaron desde Ferreres.
“Respecto a las perspectivas, vale aclarar que la pandemia es tan solo el más urgente de los problemas que afectan la marcha de la economía, y aunque superemos esta crisis sanitaria, el débil estado de la macroeconomía atentará contra los esfuerzos de recuperación de la actividad. En efecto, la aceleración del déficit primario financiado vía emisión por el BCRA, dada la ausencia de otras fuentes de financiamiento, amenaza con una aceleración de la inflación y una mayor presión sobre la cotización de nuestra moneda. A esto se suma una virtual parálisis en la inversión y una población con ingresos en niveles muy bajos, todo lo cual nos lleva a anticipar una lenta salida de la actual recesión”, concluyeron.
