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El canje avanza muy lento y el BCRA decidió bajar la persiana

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Luis Varela 01 junio de 2020

Por Luis Varela 

El viernes (último día hábil de mayo) hubo dos novedades en Argentina. Una fue un rumor y la otra fue una decisión absolutamente concreta. El rumor tuvo que ver con un acercamiento entre el ministro de economía Martín Guzmán y los bonistas, por la reestructuración de la deuda. Y la noticia tuvo que ver con un estrangulamiento aún mayor del cepo cambiario, con el Banco Central poniendo en evidencias que las reservas de libre disponibilidad se acabaron.

Para no empezar el mes de junio con mala onda, empecemos con el rumor, que provocó algún alivio. Teniendo en cuenta de que se trata de una versión, ya que las negociaciones se están llevando de manera absolutamente confidencial, se deslizó que la Argentina le presentó a los bonistas con títulos avalados por ley NY una oferta 18% mejor que la propuesta anterior: en principio la nueva oferta llega a US$ 47 por cada US$ 100 adeudados y por ahora es informal, ya que no fue presentada ante la Security Exchange Commission de Estados Unidos. Al mismo tiempo, desde el Gobierno deslizan que los bonistas enviaron una contrapropuesta en la que piden US$ 54 por cada 100, pero que además reclaman un pago contado extra, que todavía le agrega bastante incertidumbre al proceso.

Sin embargo, si esos números son ciertos, la distancia entre el Gobierno y los bonistas es ahora de apenas US$ 7 y eso plantea menor chance de default. En los 10 bonos que se estarían ofreciendo se acepta además el pago de un cupón PBI, para recupero de valor, como hizo Roberto Lavagna en el canje de 2005 (algo que a la larga resultó carísimo). Y en casi todos los bonos ofrecidos se reduce un año el vencimiento final, se hace una menor quita de capital (del 7%y no del 12% como en la oferta anterior) y los años de gracia se reducen en uno, por lo que supuestamente Alberto Fernández comenzaría a hacer pagos en su último año de mandato. Además, se cambia la estructura de tasas de interés, con un aumento más veloz en los primeros años. Las amortizaciones pasan a ser semestrales y no anuales. Se ofre

ce cancelar los intereses corridos con un nuevo bono con vencimiento en 2034. Y la tasa inicial sería del 1%, y no del 0,5% propuesto inicialmente.

Semejante mejora hizo que el viernes los bonos tuvieran una mejora muy importante, por lo que el riesgo país bajó en 117 unidades, hasta 2.634 puntos básicos. Hubo un salto de más del 10% en varios papeles y con eso se cerró mayo con una tremenda mejora del 30% al 45% en papeles como los bonos AA25, DIA0, AC17, AY24, DICA, A2E7, AA37, AO20, A2E2 y PAA0.

Por supuesto todo esto se trata por ahora de un rumor. Hay que ver si Guzmán lo ratifica con una presentación ante la SEC. Y además, los bonistas quieren una prueba concreta de buena fe del Presidente Fernández, con un pago que les abra la puerta del camino. Es muy improbable que por US$ 7 quieran ir a los tribunales a pelear cinco años, pero el concepto que tienen estos fondos de pensión e inversión es que Argentina no tiene una economía viable, por lo que la idea es tomar el dinero y huir: aceptar el canje, vender los bonos con mejor cotización, y olvidarse de un país que tiene un gasto público que no puede cubrir con una presión impositiva escandalosa, sin inversión y sin empleo.

Pero detrás de esto llega la otra novedad del viernes, que si fue una noticia bien concreta. El Banco Central puso en evidencia que no pudo luchar más contra la destrucción del peso, por lo que subió las tasas de interés y ajustó mucho más el cepo cambiario, haciendo prácticamente imposible acceder a la compra de dólares a precio oficial. Y Miguel Pesce lo definió con decisiones bien concretas: subió las tasas de los plazos fijos del 26,6 al 30%, atándolas a las letras de liquidez, lo cual demuestra que los intereses van a seguir subiendo. Estiró de 30 a 90 días la prohibición de operar en mercados cruzados: quien compre US$ 200 en el oficial no podrá operar en el MEP ni en el CCL, ni viceversa. Y, en el punto más importante de todos, les dijo a las empresas y a los importadores que antes de pedir dólares en el BCRA para comprar cosas o pagar deudas, tienen que usar primero dólares que tengan en el exterior (cada pedido será analizado con un microscopio). Y, para apaciguar un poco la dureza de las medidas, el titular del Central dijo que una vez que la deuda sea reestructurada, el mercado único libre de cambios (que cada vez es menos único y menos libre) volverá a flexibilizarse.

Una vez conocidas todas esas medidas bien concreta, el mercado actuó en consecuencia. Lejos de las mejoras que tuvieron los bonos, las acciones se pusieron para abajo, con caídas de hasta el 12% en los ADR argentinos que cotizan en dólares en Nueva York. Y el impacto del corset al dólar que quiso poner Pesce no duró ni 24 horas. El dólar MEP desapareció, ya que su volumen operado fue muy chico. Pero el dólar blue subió $1 hasta $125 y el contado con liquidación tuvo un alza de 73 centavos hasta $113,42, por lo que la brecha entre el dólar oficial y el blue subió a 76,7% y la brecha entre el CCL y el mayorista fue del 65,5%.

O sea, Pesce cerró la ventanilla del Banco Central: no hay más dólares para nadie (ya no se cumplió ni con el pago de una cuota con el Club de París). Y a partir de ahora si las empresas tienen deudas de Obligaciones Negociables en dólares, tendrán que ir a buscarlos a dólares reales a valor de mercado. Y los importadores tendrán que pagar lo que traen también a dólar de mercado, después de un mes de abril en el que tuvieron un dólar oficial tan barato que las compras externas que hicieron en ese mes fueron 46% más altas que en abril del año pasado.

Por supuesto, todas estas medidas tienen impacto cierto y directo. Si las empresas endeudadas estaban mal y con poca actividad, ahora que deban pagar sus deudas en dólares con divisas ciertas, tendrán muchos más problemas para cumplir con las ON por US$ 16.000 millones de dólares que hay emitidas.

Y todas las importaciones de insumos para las empresas o bienes esenciales para las personas (como medicamentos) serán traídas con dólares ciertos, por lo que los precios de todo lo que deba llegar desde el mundo tendrá incidencia directa en el índice inflacionario.

Este estrangulamiento del mercado de cambios genera por supuesto más desconfianza, justo en momentos en los que la pandemia del Covid-19 está atacando con más fuerza a la región: Brasil ya tiene casi 29.000 muertos, ya es el cuarto país más perjudicado a nivel mundial. Argentina, gracias al buen efecto sanitario de la cuarentena, alcanza al cierre de esta edición los 528 muertos.

Los tiempos no son nada fáciles. Estados Unidos ya tiene casi 106.000 muertos. La cantidad de gente que entró en desempleo es cercana a los 39 millones de personas. Y la súper emisión de moneda que está realizando la Reserva Federal es gigantesca, tanto que el dólar empieza a debilitarse. El viernes el dólar bajó otra vez contra casi todas las monedas y a lo largo de la semana pasada casi no cambió contra el yen y el yuan, pero anotó bajas del 1% al 3,6% contra el real brasileño, el euro, la libra, el chileno y el franco suizo.

Y las bolsas mundiales, que habían empezado la semana fogoneadas por la súper emisión de moneda de todos los bancos centrales, empezaron a dar muestras de debilidad, con más analistas planteando que se vienen bajas por llegada de balances muy malos y megamillonarios como Warren Buffet bajándose del todo de sectores como las aerolíneas, ya que allí pueden aparecer bancarrotas.

En un dominó que va cumpliendo sus etapas, los mercados de acá, allá y todas partes están moviendo sus joystick al compás de la aparición de medicamentos contra el Covid, o a la espera de la bendita vacuna. Si esa solución llegara, la recuperación en V para muchas economías sería inmediata.

Separando a los enemigos de a uno, para tener más poder en la pelea, Fernández y su ministro Guzmán están en una mesa de póquerr por el 21% de la deuda que tiene la Argentina. Sobre US$ 320.000 millones adeudados en total, esta pelea por los bonos ley NY es por sólo US$ 68.000 millones. Y la demora en acordar una solución, que sin duda nos ahorrará dinero en intereses futuros, está generando una desconfianza.

¿Cuánto tiempo puede tomarse el ministro? La supuesta mejora deslizada el viernes pone en evidencia que el Presidente no quiere ir al default. Pero la pulseada no es eterna. El 30 de junio vence el pago de bonos Par y Discount que entraron en el canje de 2005. Si en esa fecha, o en los 30 días siguientes, no se paga o se hace un acuerdo, quedará reabierto el canje de 2005, por lo que además de los líos actuales podrá abrirse una Caja de Pandora con efectos secundarios completamente desconocidos.

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